Con el paso de las horas avanzan las investigaciones para determinar qué fue lo que ocurrió con el exintegrante de la banda One Direction, quien este miércoles 16 de octubre cayó desde tercer piso de un hotel en Buenos Aires y falleció.
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Su cadáver permanece en la morgue, mientras se esperan los resultados finales de la autopsia, que de forma preliminar ya arrojó las primeras conclusiones. La más diciente fue que, según las autoridades forenses argentinas, Liam Payne murió por un “politraumatismo” con “hemorragia interna y externa” provocado por la caída, citó CNN.
Aunque aún falta por conocerse el examen toxicológico, las primeras pesquisas han dado luz sobre los últimos momentos de vida que tuvo el cantante. Sin embargo, surgen dudas sobre el estado en el que este se encontraba.
¿Qué pasó con los brazos de Liam Payne?
Al llegar al hotel por la llamada que el gerente del hotel le hizo a la Policía, en la que mencionaba que tenía a un huésped agresivo y posiblemente bajo los efectos de la droga o el alcohol, los investigadores se encontraron con una inquietante escena.
Pese a que el cuerpo tenía lesiones graves que impidieron que los médicos pudieran salvarle la vida, lo que llamó la atención es que, según Radio Dos de Argentina, “no tenía fracturas en los brazos”. Esto podría dar a entender que, a diferencia de la mayoría de las personas que se protegen al impactar el suelo, el cantante no habría tratado de aminorar el impacto.
De hecho, de acuerdo con lo que menciona el mismo medio, eso indicaría que su estado de inconsciencia era total o que deseaba atentar contra su vida. Para concluir eso, serán determinantes los resultados que arrojen los exámenes toxicológicos.
¿De qué sufría Liam Payne?
Las primeras investigaciones, citadas por Radio Dos, indican que el cantante padecía de agorafobia, un trastorno que consiste en un miedo y una ansiedad que aparece cuando la persona está en lugares donde es difícil de escapar o en los que no se podría obtener ayuda en caso de experimentar, por ejemplo, un ataque de pánico.
Las personas que padecen agorafobia suelen experimentar una gran ansiedad y miedo ante la posibilidad de:
- Estar en espacios abiertos: como plazas, parques o estacionamientos.
- Estar en espacios cerrados: como tiendas, cines o edificios altos.
- Utilizar el transporte público: autobuses, trenes o aviones.
- Estar en una multitud.
- Estar solo en casa o en otros lugares.