Agustín Laje es una máquina de argumentación. Se puede estar a favor o en contra de sus ideas, pero no se puede desconocer la capacidad de análisis de este escritor argentino. Considerado por muchos el gurú intelectual de la nueva derecha de América Latina. Laje publicó Globalismo, un alegato contra los poderes transnacionales y un llamado a la unión de los movimientos libertarios, conservadores y nacionalistas. EL COLOMBIANO conversó con Él.
Siga leyendo: Así es el primer capítulo de Imposible decir adiós, el nuevo libro de la Nobel Han Kang
“Mi rol podría encajar en una categoría que en otros momentos era mucho más inteligible y esa categoría es la del intelectual público. Alguien que tiene una pie en la academia, que conoce las formas académicas e incluso ha desempeñado trabajos académicos, pero que al mismo tiempo no se conforma con ese rol sino que entiende que debe sacar ese saber a la sociedad. Y eso es un poco lo que yo hago. Mi principal actividad es la de ser escritor, es decir, el resto de mis actividades gira en torno a mis libros. Yo tengo seis libros publicados, el primero se publicó en 2011, el más nuevo acaba de salir. Mis redes sociales, que son muy masivas, están siempre en función de mis libros. ¿Por qué? Porque yo soy consciente de que en el siglo 21 es muy difícil que un libro pueda competir con TikTok, con Instagram o con YouTube. Con lo cual no me cierro a la posibilidad de tener redes sociales, sino al revés, las trabajo para tratar de redirigir público hacia los libros”.
“Cada 10 días estoy en un país distinto, me la paso en aviones y en hoteles. Es una vida muy extraña la que me toca, pero será así mientras me sigan invitando. Hay distintos grupos de la sociedad civil que me invitan de distintos países y yo habitualmente agradezco y acepto estas invitaciones. Eso me lleva a, por ejemplo, hacer gira de prensa, hacer debates, entrar en universidades o, lo más frecuente, hacer conferencias abiertas al gran público. Entonces digamos, yo lo resumiría de esa manera. El eje está puesto en mis libros, mis ideas están en mis libros”.
“Sí, de hecho. Yo tengo un libro que se titula La batalla cultural: reflexiones críticas para una nueva derecha. Yo asumo mis ideas políticas, que están enroladas en esa familia, tan dispersa a veces que llamamos las derechas. Yo no hablaría de una derecha, hay varias derechas. El problema es cómo se articulan. Un tipo de articulación particular es lo que yo realmente llamo nueva derecha, que es aquella en la que confluyen sectores libertarios, sectores conservadores y sectores soberanistas, les podríamos llamar, quizás nacionalistas, aunque esa palabra a mí no me gusta demasiado. Los ejemplos más claros pueden ser Javier Milei en Argentina, Nayib Bukele en El Salvador, Donald Trump en los Estados Unidos, sin lugar a dudas Vox, en España. Soy un escritor de derechas. Tengo un compromiso político con las ideas de lo que por economía de términos llamamos derechas. No escribo desde la neutralidad de aquel que está por fuera de las batallas políticas”.
“Mira, yo siempre tengo el interés de que mi libro se anticipe en cosas. Yo las veo en estado embrionario y tengo la hipótesis de que muy pronto se va a convertir en algo grande y peligroso. Te pongo algún ejemplo: en El libro negro de la Nueva Izquierda, escrito junto con Nicolás Márquez, hablaba sobre ideología de género, aborto, LGBT, y cuando lo publicamos, a principios del año 2016, nuestros lectores, incluso nuestros amigos, nos decían: ‘¿Por qué escribir un libro sobre esto? Esto no es un tema político, son grupitos chiquititos que no tienen ningún peso’. Nadie entendía por qué escribíamos eso y nosotros les decíamos siempre lo mismo: ‘Esto va a explotar’. Escribimos eso porque queremos anticiparnos, estamos cansados de que las derechas siempre lleguen tarde a todos los temas. Bueno, dicho y hecho, el tema explotó”.
“La globalización es un término que ya tiene sus décadas. Aparece en la Academia en el marco de la economía y la Administración de Empresas en la década de 1980, en la década de 1990 se extiende, se populariza. Se refiere a fenómenos de tipo económicos. Es decir, la posibilidad de interconectar económicamente al mundo gracias a las nuevas tecnologías. Ahora bien, globalismo es algo distinto, es un concepto político. Se refiere a una transferencia del poder de los estados hacia organismos supraestatales. Este término se está usando desde hace muy pocos años, es un término nuevo. Yo advertía que las personas que hablaban sobre el globalismo en muchos casos caían en caricaturas, caían en teorías de la conspiración, daban por ciertos hechos y fuentes sin verificar, no había mucha seriedad en el tema. Yo me propuse investigar y ver qué realmente había ahí”.
Le puede interesar: 50 años después vuelven a publicar Te quiero mucho, poquito, nada, la primera novela de Félix Ángel
“Pensemos en la Agenda 2030, que está tratada en un capítulo extenso de mi libro. Es una agenda de 17 objetivos, 269 metas creadas por apenas 87 personas elegidas en el marco de la ONU para 8.000 millones de seres humanos que pisamos esta tierra. A nadie se le preguntó realmente, no se debatió. El 99% de la gente no sabe ni qué significa Agenda 2030, pero ahí está el compromiso en el concierto internacional de todos los estados o prácticamente todos los estados de la tierra para que una agenda que los pueblos desconocen por completo. Eso es un embrión de globalismo. Hasta hace poco los libertarios creímos que el Estado era nuestro principal enemigo y ahora ocurre que por encima del Estado aparece una nueva autoridad política que se arroga derechos sobre las naciones”.
“El gobierno de Javier Milei lleva diez meses apenas, es difícil compararlo con un gobierno que lleva un poco más de dos años. Javier Milei, con estos 10 meses, ha logrado una serie de cosas excepcionales. Primero, está deteniendo la inflación a un ritmo que nadie esperaba. Cuando Javier Milei asumió el poder la inflación diaria corría al 1% diario, es decir, había hiperinflación. Sin embargo, mes a mes ha ido cayendo la inflación. En cuanto a Gustavo Petro, le tengo que decir todo lo contrario. Su popularidad se vino abajo muy rápidamente. Además se, han multiplicado las masacres, los casos de corrupción están desbocados en el Estado. Petro canalizó la necesidad de cambio de los colombianos, pero no fue un cambio beneficioso”.