En el marco del parque principal de Marinilla está la iglesia de La Asunción, con la tradicional banda de música Santa Cecilia. En su torre más alta, una vaca incrustada como símbolo de una leyenda popular. A un costado, un letrero de panadería que hace honor a los emprendedores que coparon cada rincón de Colombia.
Los campesinos, el trueque de relojes, la manzanilla y las arepas de queso. También, Ramón Hoyos, quien sobre una bicicleta llenó de gloria a un país. El barranquero con su toque urbano y los personajes, que muchos llaman “locos”, pero terminan siendo los más “avispados”. Todo esto en un marco adornado por guayacanes y un cielo lleno de guitarras representativas, que decoran este hermoso municipio del Oriente antioqueño.
En este pueblo, y bajo la nomenclatura de la casa 33-98, con el mismo nombre del concepto, nació una idea que quiere recuperar el arraigo, a través de la nostalgia y los valores. Ya hoy extendidos a toda la subregión del Oriente, permeando de a poco los 23 municipios, quieren ampliar ese amor por la cultura, la identidad y las costumbres. Este último elemento, a través de historias que recuerdan el origen del barrio, el pueblo, la vereda y el verde las montañas.
“Queremos volver a lo esencial. Con 33-98 abrimos una puerta de retorno a lo que somos. A los valores de cada uno de los pueblos del Oriente, pero también del antioqueño. Llevamos el amor por la región a cada una de esas personas que viven en estos territorios, pero también, a los que se fueron, en una aventura por obligación en medio de la violencia, o por emprender, en medio de la necesidad”, explicó José Fernando Serna Osorio, uno de los cocreadores de la idea.
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Y es que luego de iniciar ese tránsito en los recuerdos para recuperar el amor por la “tierrita”, Jose unió su creatividad con la de Sara Duque López, en un ejercicio de inspiración conjunta. Nacieron en Marinilla, desempolvaron esos recuerdos y se fueron a los orígenes. Hoy, ya tienen elementos que atrapan en una espiral de nostalgia a Rionegro y El Peñol, lugar de nacimiento de sus padres.
“Abrimos ese baúl de los recuerdos y recuperamos la memoria. Lo más importante, en medio de la modernidad, es recordar de dónde venimos. Ese Viejo Peñol que se ahogó para dar paso a un proyecto hidroeléctrico que mueve el país. Es Rionegro, la cuna de libertad, que fue corazón de la independencia y procesos constitucionales. Todo esto con sus elementos identitarios, reflejado de una manera urbana y chévere para la gente”, agregó Sara.
Todos estos diseños, se han plasmado en camisetas y otros elementos de merch que viajan por el país y el mundo llevando con orgullo la cédula que los reconoce como hijos del Oriente.
Ese Oriente, esa porción de tierra, que ha vivido momentos sangrantes en medio de la historia de la guerra inmisericorde, pero que hoy vuelve a la vida en forma de alegría y un toque urbano, gracias a este concepto nacido y hecho en Marinilla.
Otros municipios como El Santuario, El Retiro, Guatapé, Granada y El Carmen de Viboral recobrarán vida desde la nostalgia en elementos que atrapan a quienes viven en estas localidades y a quienes se fueron de él buscando otras oportunidades.
Estos dos marinillos hace poco presentaron el diseño en el que hacen un breve recorrido por el Oriente con el pájaro barranquero, una de las especies características de la subregión, en un “chivero” y acompañado del toque urbano característico. Allí aparece el recorrido por los 23 municipios, en una obra del también artista marinillo, Ray Castro, ilustrador de esta localidad y quien ha plasmado las ideas que condensan toda la historia de la subregión. Su apropiación y conocimiento del Oriente han sido protagonistas en este proceso creativo.