Hace poco más de un mes, exactamente a finales de septiembre de este año, publicábamos en las páginas de EL COLOMBIANO una conversación con el artista antioqueño Gustavo Vélez. La noticia que nos convocaba era la exposición de cinco de sus esculturas en Bad Ragartz, la trienal suiza de escultura más grande de Europa.
Aprovechamos su estadía en Medellín para hablar de su trayectoria, sus referentes y su futuro. En ese porvenir artístico no figuraban los premios, porque es algo que a Veléz no le quita el sueño, pero recibir uno tan grande, como el que acaba de obtener: el Premio Internazionale Pietrasanta e la Versilia nel Mondo en su edición XXXIII, lo llena de orgullo: “Este es un premio que me llena de emociones por que no solo es por representar Pietrasanta y a Italia para el mundo sino también a mi país Colombia, que me ha visto crecer como artista. Me siento muy orgulloso de saber que este premio lo han recibido grandes personalidades en el mundo escultórico en Italia y a la vez que haya sido el primer premio al maestro Fernando Botero en 1991. Es todo un honor que ahora lo esté recibiendo yo”, le contó a EL COLOMBIANO desde Pietrasanta, lugar en el que recibió el galardón.
Cuenta Alessandro Tosi, presidente del Circolo Culturale Fratelli Rosselli, que este reconocimiento es una iniciativa que tiene la intención “de exaltar al artista que, con su obra, ha logrado dar a conocer el nombre de Pietrasanta en el mundo. Por tanto, la concesión del Premio resalta la total sinergia ya consolidada del artista con la región Toscana de La Versilia y sus profundas raíces culturales”.
La historia de este reconocimiento inició en 1991 homenajeando, como ya mencionó Vélez, al Maestro Fernando Botero y al día de hoy cuenta con un reconocido grupo de artistas galardonados como “Kan Yasuda, Igor Mitoraj, Luciano Vanji, Novello Finotti, Gio Pomodoro, Giuliano Vanji, Jean-Michel Folon, entre otros”.
Vélez explica que Pietrasanta es llamada la cuna de la escultura en el mundo por varios motivos: “Uno de los más significativos es el estar al lado de las cavas de mármol de Carrara donde se extrajeron los mármoles para las grandes obras del renacimiento y en la historia de la escultura en el mundo. Era un paso obligado para los artistas que viajaban del norte al sur de Italia”.
Eso hizo que la ciudad fuera un nicho de la escultura y por eso también allí llegó el maestro Fernando Botero en 1983 a instalarse. Luego, en 2001, lo nombraron ciudadano honorable y se quedó para siempre (sus restos reposan allí, al lado de los de su esposa Sophia Vari).
“En Pietrasanta el recuerdo del maestro Botero no solo sigue vivo: él dejó una huella imborrable en el mundo del arte y en este lugar en especial. Aquí como persona dejó un legado a los artesanos, las fundiciones, los talladores de mármol y quienes vimos cómo creció Pietrasanta gracias a su nombre”, recalca Gustavo. Por eso este galardón le muestra que va por buen camino, ese que alguna vez trazó Botero y lo convirtió en un referente en el mundo del arte.