A pesar de que los clubes de lectura tienen casi dos siglos de antigüedad, estas reuniones literarias continúan vigentes gracias, en parte, a un motivo paradójico.
A simple vista, la lectura es una afición solitaria. Traer a la mente la imagen prototípica del lector es igual a observar a un individuo solitario con un libro entre sus manos en una conversación en la que solo hay lugar para el autor y para él.
La lectura en conjunto transforma radicalmente esta idea. Los clubes le dan una nueva vida al libro al convertirse este en el centro de la conversación. Hacen que la lectura recobre esa condición de acto eminentemente social que le otorga el diálogo.
Medellín es la capital de la región con más índice de lectura en Colombia, según el estudio Hábitos de lectura, asistencia a bibliotecas y compra de libros en Colombia de la Cámara Colombiana del Libro publicado en 2023. Los clubes de lectura hacen parte del ecosistema literario de la ciudad, donde los jóvenes son uno de los grupos poblacionales que más leen.
Por ejemplo, de acuerdo con datos del Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín, el año pasado más de 200.000 jóvenes de la ciudad disfrutaron los servicios y actividades realizadas por esta entidad pública alrededor de la literatura.
Si le gusta la idea de leer en grupo, aquí le recomendamos tres clubes de lectura de la ciudad.
Comala: un club de lectura itinerante
En 2022, en los pasillos de la Universidad de Antioquia, nació Comala: círculo de lectura, un club que deambula por toda la ciudad en búsqueda de su próximo encuentro. Esta idea fue producto del trabajo de tres colectivos culturales: Relatos Al Agua, La Herejía e Historias Pequeñitas, todos conformados por jóvenes estudiantes de esa institución pública con un interés latente por la palabra alrededor de la literatura.
En estos dos años, por Comala han pasado múltiples autores. Las lecturas están organizadas por ciclos temáticos y, a partir de ahí, son seleccionados los textos sobre los que se van a discutir. Por ejemplo, actualmente se encuentran en el ciclo de lecturas fantásticas, oníricas y espectrales. Marvel Moreno, María Mercedes Carranza, Edgar Allan Poe y Virginia Woolf son algunos de las autores que han sido leídos por el círculo de Comala, en donde solo se lee cuento y poesía.
Los encuentros, que se realizan mensualmente, cambian de locación en cada sesión. Generalmente se celebran en centros culturales o cafés de la ciudad.
El club, cuyo nombre evoca el mágico pueblo de Pedro Páramo, ha construido una comunidad alrededor de los libros. “Hemos creado un público fiel, a pesar de lo difícil que esto puede ser para un proyecto cultural (...) Lo más importante de espacios como estos es poder construir una comunidad alrededor de algo, en este caso de los libros”, asegura Melissa Téllez, una de las fundadoras de Comala.
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El inicio de este club de lectura se dio gracias a un libro del escritor ruso Antón Chéjov. Miguel Ángel Cortina, lector y coordinador del club, cuenta que todo comenzó gracias a la edición de cuentos que compró en la librería Los Caballitos del Diablo. Tras convertirse en un cliente frecuente, “Felipe, el dueño y con quien hablo generalmente de literatura, me sugirió que podíamos iniciar un club”.
La primera reunión de Las babas del diablo fue en febrero de este año y, desde entonces, se encuentran todos los martes de 6:00 a 8:00 p.m. en la Circular 73 A en Laureles para conversar sobre libros. Cada mes hay una dupla conformada por un autor y una autora, de los que se leen dos cuentos, cuatro en total en cada sesión. En Caballitos se han discutido textos como Crisantemo en la roca de Yasunaria Kawabata, Andamos huyendo Lola de Elena Garro o Felicidad clandestina de Clarice Lispector.
Para Miguel, la lectura es una actividad solitaria. Sin embargo, cada libro y autor “dejan la sensación de querer compartir algo”. Por eso, en los encuentros de Las babas del diablo opiniones y lectores son siempre bienvenidos.
Catalalejo nació como una petición de los jóvenes del corregimiento de San Cristóbal, quienes querían un espacio propio para conversar y reflexionar sobre libros.
Semanalmente, en la Biblioteca La Loma, una de las filiales de la Biblioteca Pública Piloto, se reunen más de 15 jóvenes, quienes son los encargados de elegir los temas y las lecturas que van a abordar en cada sesión. Las lecturas han sido a la carta. Este año las peticiones de los asistentes fueron diversas: desde Cadáver Exquisito de la argentina Agustina Bazterrica, hasta La ficha de la muerte del clásico estadounidense Mark Twain.
Para Claudia Patricia Hernández, la promotora de lectura a cargo del club, uno de los aspectos más significativos del espacio son las relaciones de amistad que se han construido gracias a la lectura. “Los mismo jóvenes se han encargado de hacerle promoción al espacio, invitando a otros, lo cual da cuenta de Catalalejo como un espacio para tejer comunidad”, cuenta.
Estos tres espacios de lectura en la ciudad muestran la capacidad de encuentro que existe alrededor de la literatura. Como afirman en Comala, “leer es solitario, pero en el camino podemos encontrarnos”.