En un momento de la entrevista el pesebrista Gustavo Gaviria sonríe al oír que Jaime Pérez, fotógrafo de EL COLOMBIANO, lo llama el carpintero del pesebre. Eso es exactamente lo que por más de cincuenta años ha sido este artesano, que será homenajeado en la edición 40 de la Exposición de Pesebres del Museo El Castillo. Dicho laurel le llega tras años de trabajo en la preservación y el impulso de la tradición del pesebre, que ha sido un pilar de la fe y los festejos decembrinos en Antioquia y Colombia. La exposición, que abre sus puertas al público el 21 de noviembre hasta el 2 de febrero, es uno de los eventos esperados de la temporada navideña en la ciudad.
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Honrando el portal de Belén
Desde los 13 años, Gustavo Gaviria ha dedicado su vida a la creación y enseñanza de esta tradición artesanal. Su trabajo adquiere relieve por la capacidad para mantener viva una práctica que en sus inicios fue una actividad sencilla, limitada a la construcción de pequeños portales en los hogares. Gracias a Gaviria, los pesebres de Medellín dejaron de ser un pasatiempo de fin de año para convertirse en piezas que despiertan la admiración y el asombro de los visitantes. A lo largo de los años, el arte de los pesebres le ha permitido a Gaviria viajar a España, Egipto e Israel: “Viajé a Tierra Santa para conocer la arquitectura de las construcciones y las formas de los paisajes”, dice. Luego, con una sonrisa pincelada en el rostro, recuerda que los primeros pesebres que hizo se inspiraron en las películas que proyectaban en Medellín durante las Semanas Santas.
En una entrevista reciente con EL COLOMBIANO, Gaviria compartió detalles de su trayectoria y de la evolución en su oficio. Explicó que su interés por los pesebres no fue heredado, sino que nació de la observación y curiosidad. “Es una afición que fue naciendo a medida que iba viendo trabajos, los iba aprendiendo”, comentó el artesano. Este proceso autodidacta fue clave para su crecimiento, sobre todo porque a mediados del siglo pasado no existían muchas referencias locales de cómo hacer un pesebre. Fue a través la inventiva y de los pocos materiales disponibles en su tiempo que comenzó a modelar sus primeras figuras.
A lo largo de los años, Gaviria ha sido testigo de la evolución del pesebre, no solo en términos de su técnica, sino también en su significado. Para él, un pesebre bien hecho no se mide solo por el número de detalles, sino por la calidad de la representación del portal o gruta, que debe tener una estructura sólida y armónica. A pesar de su éxito, Recuerda que su primer trabajo fuera de su casa fue en la iglesia de Cristo Rey, donde se ofreció como voluntario para hacer un pesebre diferente al que se acostumbraba en esa época.
Fue en la década de los 90 cuando Gaviria empezó a recibir mayor reconocimiento fuera de Medellín. En 1997, expuso su trabajo en Madrid. Este evento marcó un hito en su carrera. Además de su faceta como creador, Gaviria ha sido maestro de muchas personas interesadas en aprender el arte del pesebre. En sus clases, ha transmitido su conocimiento decenas de alumnos, en su mayoría adultos mayores, quienes buscan en esta actividad una forma de ocupar su tiempo y continuar con una tradición que ha sido parte de su vida desde pequeños.
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La obra de Gaviria no solo se encuentra en Medellín, sino que ha recorrido varias ciudades del país. Sin embargo, a pesar de su reconocimiento, Gaviria mantiene un perfil bajo y se siente halagado por el homenaje que recibirá en la exposición de este año. “Hago mi trabajo porque me gusta, no por esperar recompensas”, dijo con modestia.