Se quiera reconocer o no, las películas de Víctor Gaviria son valiosos documentos para conocer los últimos cuarenta años de historia de Medellín, en particular de las capas sociales vulnerables y vulneradas. En sus filmes aparecen los jóvenes sin futuro de las laderas –Rodrigo D.– y los niños que sobreviven al frenesí del centro –La vendedora de rosas–, retratados con dulzura y comprensión. Aunque el retrato de la Medellín de esos años ya no ajuste –del todo– con la ciudad actual, sí da pistas para entender el devenir de la capital de Antioquia.
Por eso no asombra que Rodrigo D. y La vendedora de rosas sean incluidas en el repertorio de Mubi, una plataforma de cine que ha ganado espacio entre los amantes del séptimo arte. EL COLOMBIANO habló de las películas de Gaviria con Sandra Gómez Velásquez, directora de marketing de Mubi para América Latina. A partir de ahora ambas obras están disponibles para los espectadores de Latinoamérica y, con ellas, un pedazo de la historia de Medellín.
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¿Cuáles son los criterios que tiene Mubi para seleccionar material del cine latinoamericano y ofrecerlo a las audiencias que ustedes tienen?
“Para nosotros es importantísimo revisitar los clásicos latinoamericanos, los clásicos fundacionales de nuestro cine y estar siempre repensando, viéndonos a nosotros mismos a partir de lo que han hecho los grandes maestros. Por es siempre será importantísimo en nuestra curaduría: rescatar clásicos, traerlos a nuestra plataforma y hablar de ellos. En este caso, son Rodrigo D., no futuro y La vendedora de rosas. Son películas que exploran la marginalidad como los contextos de la juventud rebelde, con pocas esperanzas, pero con mucha belleza”.
¿Qué revelan estas películas de Medellín al espectador latinoamericano? ¿Qué cree usted que la gente de Chile, de Argentina, o de otros países puede encontrar en estas películas de Medellín?
“Son retratos muy crudos de la vida en las periferias de Medellín, pero lo que tienen es un profundo humanismo. Son películas que, por supuesto, captan este tema de la violencia y de la juventud sin tantas expectativas y sin esperanza, pero lo hace con una belleza profunda, con un humanismo muy presente, con mucha compasión y mucho amor por cada uno de esos personajes”.
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“Tenemos un equipo de curaduría, que piensa en quiénes son maestros de las cinematografías locales. Ya hemos incluido material de Martín Rejtman, de Argentina, y de Raúl Ruiz, de Chile. En el pasado hemos tenido material de Luis Ospina. El especial sobre Víctor se llama Historias de Medellín: dos de Víctor Gaviria. Esto es un primer paso. Más adelante, tal vez en el segundo semestre de 2025 vamos a tener una curaduría de él en nuestro catálogo. La idea es ir a estos maestros que están activos todavía, que hablen de su cine, pero también que nos hablen de ellos como espectadores”.
“El 31 de enero en Latinoamérica vamos a estrenar Queer, de Luca Guadagnino. Vamos a tener, por ejemplo, un pequeño ciclo de François Ozon con Summer 85 y Swimming Pool. También algunos clásicos como Pepi Luci Bom, de Pedro Almodóvar. Tendremos Pepe, de Nelson Carlo de los Santos. Vamos a tener Sundown, una película de Michel Franco”.