En la COP16 de biodiversidad, celebrada en Cali desde el 21 de octubre, uno de los temas más importantes y complejos que se ha puesto sobre la mesa son los recursos genéticos, y aunque puede sonar técnico, su relevancia es crítica para el futuro de la vida tal y como la conocemos y de la economía global. En este contexto, Colombia ha jugado un papel clave, destacando la importancia de proteger y gestionar estos recursos para garantizar un reparto justo de los beneficios que se derivan de su uso.
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Pero, ¿qué son específicamente los recursos genéticos? Son el material genético de plantas, animales y microorganismos que tienen valor real o potencial. En términos más sencillos, es la información genética que, cuando es utilizada correctamente, puede generar avances en medicina, agricultura, biotecnología y muchas otras áreas. Sin embargo, el uso de estos recursos ha sido un tema de gran debate, ya que no siempre los países o comunidades que son ricos en biodiversidad se benefician de las aplicaciones comerciales que derivan de sus recursos.
Durante la COP16, la ministra de Ambiente de Colombia, Susana Muhamad, resaltó la importancia de democratizar el acceso a estos recursos y asegurar que los beneficios sean compartidos: “Estamos hablando de material genético que se secuencia y se almacena en bases de datos digitales, pero las empresas que lo usan ni siquiera saben de dónde provienen, y no están pagando los beneficios que corresponden”, explicó. Esto plantea una cuestión de soberanía, ya que gran parte de los datos sobre los recursos genéticos del país se encuentran en manos de empresas extranjeras sin un retorno claro que lo beneficien.
En este sentido, durante el segundo día de la cumbre mundial, en un panel estratégico realizado en el Pabellón Colombia, Muhamad hizo un llamado a mejorar la regulación sobre los recursos genéticos en el territorio nacional, pues a pesar de que existen tratados internacionales, como el Protocolo de Nagoya, Colombia aún no ha ratificado algunas normativas clave, lo que limita su capacidad para proteger y gestionar de manera efectiva estos recursos.
Silvia Restrepo, directora del Instituto Boyce Thompson en la Universidad de Cornell, señaló, en el mismo panel, la necesidad de crear un fondo que proteja la biodiversidad en los países ricos en recursos genéticos. “Este mecanismo permitiría que los actores comerciales contribuyan a la conservación de la biodiversidad, asegurando que las naciones proveedoras puedan proteger estos valiosos recursos adecuadamente”, comentó.
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Ahora, el debate sobre cómo gestionar y compartir los beneficios derivados de los recursos genéticos ha sido uno de los más destacados de la COP16, ya que no solo afecta a Colombia, sino a muchos países en desarrollo que son ricos en biodiversidad, pero que no tienen control sobre los recursos que generan. Muhamad enfatizó que uno de los objetivos de Colombia en la COP16 es trabajar junto con la ministra de Ciencia, Yesenia Olaya, y el presidente Gustavo Petro en la creación de una nube nacional de datos para garantizar la soberanía sobre esta información y asegurarse de que los beneficios lleguen a quienes más los necesitan.
Sin embargo, el desafío es enorme. Según Silvia Restrepo, “las bases de datos de secuencias genéticas tienen seis millones de usuarios al día. Restringir el acceso ya no es una opción”, lo que hace que la solución no sea tan sencilla como bloquear el acceso. Más bien, el reto está en encontrar un equilibrio entre el acceso abierto y la redistribución justa de los beneficios.
Colombia, como anfitrión de la COP16, puso este tema en el centro del debate internacional, y aunque el país no puede tener voz directa en algunas negociaciones debido a que no ha ratificado todos los acuerdos, su rol como impulsor de la discusión sobre recursos genéticos ha sido fundamental. La creación de fondos y la mejora en las regulaciones son algunos de los pasos que se están discutiendo para garantizar que los beneficios económicos derivados del uso de los recursos genéticos sean compartidos de manera justa.