La COP16, que se celebra en Cali en 2024 desde el pasado 21 de octubre, está marcando un hito en la integración de dos de las mayores crisis ambientales del planeta: el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, pues este evento reúne a líderes ambientales, científicos y autoridades de todo el mundo para discutir cómo unir ambas agendas en una estrategia conjunta que permita enfrentar la “triple crisis planetaria” de cambio climático, biodiversidad y contaminación.
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Según Susana Muhamad, ministra de Ambiente de Colombia, la conexión entre estas problemáticas es innegable y exige cambios profundos en la forma en que entendemos nuestra relación con el planeta: “Ver la naturaleza y su sufrimiento no es solamente el sufrimiento humano, sino el sufrimiento de la naturaleza... Esto nos habla de la profunda dependencia que tenemos hoy de este sistema económico”, declaró durante el evento Escuchando a la ciencia, en el marco de la COP16, destacando la necesidad de una transformación económica que respete los límites ecológicos.
Y es que la crisis ambiental no solo afecta el equilibrio de los ecosistemas, sino también la capacidad de la naturaleza para regular el clima y proteger a la humanidad de desastres naturales. Tal como explica Ximena Barrera, directora de Gobierno de WWF Colombia, “la biodiversidad desempeña un rol fundamental en la regulación del clima y nos protege de las peores consecuencias de nuestras acciones. Por ejemplo, los océanos, las plantas, los animales y los suelos del planeta han absorbido el 54 % de las emisiones de gases de efecto invernadero provocadas por el hombre en los últimos 10 años”. Este vínculo entre biodiversidad y clima sugiere entonces que proteger y restaurar la naturaleza podría ser una de las herramientas más eficaces para mitigar los efectos del cambio climático.
La importancia de esta conexión también se reflejó en las discusiones sobre cómo la deforestación y la destrucción de hábitats contribuyen a la aparición de enfermedades zoonóticas, como el covid-19, sobre todo si se tiene en cuenta que la degradación de los ecosistemas permite que especies de fauna salvaje entren en contacto más cercano con el ser humano, favoreciendo la propagación de enfermedades. Un aspecto que destaca la necesidad de políticas que integren el cuidado del clima con la preservación de la biodiversidad para prevenir futuras crisis sanitarias y ecológicas.
Por primera vez, la COP16 ha centrado sus conversaciones en crear un marco de políticas globales que aborden el cambio climático y la biodiversidad como una sola problemática. Este enfoque responde a estudios de organismos como la Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES por sus siglas en inglés) y el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), los cuales han demostrado la interdependencia entre ambos temas. David Obura, director del IPBES, señaló la urgencia de “alinear la política climática y la política de biodiversidad... para que nuestra ciencia y la ciencia del IPCC sean muy coherentes y se alimenten mutuamente de manera totalmente eficiente”.
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En este contexto, Colombia se destaca por ser anfitrión de esta cumbre, no solo por su biodiversidad, sino por su compromiso en construir políticas que combinen soluciones de conservación y acción climática.