Rafiki, un cóndor andino nacido en cautiverio en Colombia, tiene tres meses y ha vivido una mentira. A diario se alimenta con ratones que recibe de un supuesto adulto de su especie. Pero en realidad jamás ha conocido aves ni humanos.
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Fernando Castro, una especie de padre adoptivo, introduce su brazo en un títere que imita con asombrosa exactitud la cabeza y cuello de un cóndor adulto. El ave artificial ingresa al recinto oscuro donde permanece Rafiki, en un dedicado esfuerzo por proteger a una especie en riesgo de extinción, en el país sede de la mayor cumbre de Naciones Unidas sobre biodiversidad, la COP16.
“Hace mas de 20 años en Colombia no nacía un cóndor por medio de la incubación artificial. Y esto es un gran logro”, celebra Castro, zootecnista del Parque Jaime Duque, ubicado a las afuera de Bogotá.
El huevo de este cóndor fue incubado durante 60 días con lámparas y manos enguantadas.
Rafiki es esponjoso y gris; se frota cariñosamente contra el títere que lo alimenta, una estrategia para que se críe de forma similar a cómo lo haría que tendría en su hábitat natural, donde será liberado en unos dos años.
Es hijo de Xue y Chié, dos cóndores nacidos en Chile y que fueron trasladados a este zoológico colombiano. “En 2023 ya habían puesto un huevo. Lamentablemente, luego de poco menos de un mes de incubación lo rompieron. Y esto es natural por la inexperiencia de los padres”, explica Castro.
“Tenemos que aprovechar estas posturas y por eso requerimos métodos artificiales de crianza”, agrega el padre sustituto.
El polluelo ya tiene un metro y medio de envergadura y pesa 7.65 kilos. Tardará unos 8 años en desarrollar el pelaje negro y los tres metros de envergadura que caracterizan a una de las aves voladoras más grandes del mundo.
El cóndor andino habita en regiones de alta montaña en la cordillera que le da su nombre a la especie. Entró en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) en 2020.
En Colombia, donde es el ave nacional, quedan 60 ejemplares, según el único censo nacional que realizó la ONG Neotropical en 2021.
“Tiempo atrás querían quitarlo del escudo para reemplazarlo por otro animal porque ya no quedaban. Como país tenemos que unirnos para hacer lo contrario, luchar por algo que nos pertenece”, dice Mauro Mancipe, director de comunicaciones del Jaime Duque.
La principal amenaza es la caza por venganza.
“El cóndor tiene la capacidad de atacar y matar el ganado doméstico -como los corderos o las cabras cuando están en los primeros días de vida- como retaliación los productores ganaderos lo que hacen es envenenarlos”, señala Castro.
Los padres de Rafiki sobrevivieron a un intento de envenenamiento y por las secuelas no pueden regresar a la naturaleza. Pero su hijo aún tiene la oportunidad de volar libre por Los Andes.
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“El éxito de esto no es solo el nacimiento, sino también que ese cóndor en alrededor de 10 o 12 años sea papá en vida silvestre”, se ilusiona Castro.