Es un hombre con carácter. Dentro de la cancha no le tiemblan las piernas para frenar a los rivales. Tampoco lo detiene la duda si ve un espacio para patear, desde afuera del área, al arco contrario.
Fuera del campo de juego, Homer Martínez también es un hombre decidido. Por eso, al ver que no tendría mucha oportunidad durante el segundo semestre del 2024 para ser titular en el Junior de Barranquilla, le comunicó a los directivos su voluntad de salir.
En un primer momento aceptaron. El DIM mostró su interés por el futbolista nacido en Malambo, Atlántico. Un jugador polifuncional como Martínez, que ocupa con la misma naturalidad la posición de volante y defensa central, encajaba perfecto en El Poderoso.
Cuando a Homer le hablaron sobre la posibilidad de jugar en el Medellín, se puso contento. Él ya conocía la institución. Cuando estaba en el fútbol formativo tuvo un leve paso por el Equipo del Pueblo antes de volver a su tierra natal para terminar de formarse en el Barranquilla F.C., la gran cantera del fútbol de la Costa Caribe colombiana.
Parecía que todo se iba a dar con facilidad. Las tres partes implicadas en el traspaso estaban de acuerdo, tenían interés. Sin embargo, el fichaje de Homer Martínez por el Medellín, de un momento a otro, se convirtió en una novela.
Desde el cuadro barranquillero pusieron varias trabas en el proceso. Al parecer, primero pactaron un acuerdo para que el jugador se fuera cedido al Poderoso con opción de compra. Sin embargo, después dijeron que no, que solo lo dejaban salir si compraban su ficha.
El DIM aceptó. Puso el dinero sobre la mesa. Le ofreció un contrato por tres años. Martínez viajó desde Barranquilla hacia la Capital de la Montaña para firmar. Cuando llegó al aeropuerto lo llamaron desde Curramba. Le dijeron que el traspaso se había caído. Tenía que regresar.
La situación generó molestia. Sin embargo, al final se logró concretar el paso del jugador al equipo rojo, que es el cuarto de Martínez en su carrera. Antes estuvo en el Barranquilla, cuadro con el que debutó como profesional en 2017, cuando tenía 20 años.
En el segundo equipo en importancia de la capital del Atlántico, Martínez, que durante todo su proceso de formación fue volante, empezó a jugar como central. Compartió zaga con Willer Ditta, hoy defensor del Cruz Azul mexicano y jugador de la Selección.
Dos años después y con 74 partidos de experiencia, el hijo de Malambo, hizo realidad un sueño: logró que lo ascendieran al Junior. Con el cuadro tiburón jugó entre 2019 y 2024. En total, disputó 126 partidos y anotó dos goles. El buen nivel que mostró, llevó a que en enero de 2022 lo convocaran a la Selección. Fue titular en un amistoso contra Honduras que ganaron 2-1 los criollos.
Líder en el Medellín
Antes de llegar al DIM, Homer, de 1,85 metros, contextura delgada y buena velocidad para jugar, solo había salido de Barranquilla en 2020, cuando jugó en Bucaramanga.
En ese momento tenía 23 años. Cuando firmó con el Medellín se acercaba a los 27, que cumplió el pasado 6 de octubre. Llegó siendo un futbolista maduro. Su experiencia le ha dado la posibilidad de ser líder en el camerino: cuando las cosas no han salido bien, es uno de lo que suele dar la cara.
También logró consolidarse como uno de los habituales titulares en el esquema de juego del técnico Alejandro Restrepo. Por eso, este lunes se espera que sea titular del DIM en su visita a Chicó en la ida de los cuartos de final de la Copa Betplay, que se juegan a las 7:00 p.m., en el estadio La Independencia de Tunja.
Los rojos, que no ganan en suelo boyacense desde el 11 de febrero de 2018, necesitan del carácter de futbolistas como Homer Martínez para avanzar a semifinales del torneo que le puede dar la clasificación el próximo año a la Copa Sudamericana.