En un mundo donde los logros muchas veces se gritan al viento, hay deportistas que eligen hacer patria desde el silencio, luchando contra las adversidades, sin alardear de sus éxitos. Tal es el caso de Juan Camilo Ronderos, un peleador colombiano que ha sabido abrirse camino en la élite de las artes marciales mixtas, demostrando que la verdadera grandeza no necesita de reflectores para brillar.
Para comprender la magnitud de lo que ha conseguido Ronderos, es necesario primero entender el escenario en el que se desenvuelve: la Ultimate Fighting Championship (UFC). Este coloso de las artes marciales mixtas, fundado en 1993 en Denver, Estados Unidos, ha llegado a convertirse en la “Champions League” de esta disciplina. La UFC no solo reúne a los mejores exponentes de diferentes estilos de combate –desde el boxeo hasta el jiu-jitsu brasileño, pasando por el muay thai y el kickboxing– sino que, además, pone a prueba la versatilidad y resistencia de los peleadores dentro de un octágono brutal y desafiante.
Solo un puñado de colombianos han logrado llegar a esta cúspide deportiva: Freddy Serrano, Bryan Barbera, Julio Arce, Sabina Mazo y, desde 2021, Juan Camilo Ronderos. Pero su historia no comienza en el glamour de Las Vegas, donde reside hoy en día. Nacido en Bogotá y criado en uno de esos barrios donde la vida no es fácil, Ronderos encontró en la lucha un refugio y una forma de superar el entorno hostil que lo rodeaba. Su motivación siempre fue clara: sacar adelante a su familia, sin abandonar sus estudios y con el claro objetivo de darle un futuro mejor.
Sabía que en Colombia este deporte apenas comenzaba a desarrollarse y que vivir de las artes marciales mixtas era prácticamente un sueño imposible. Fue así que cuando la oportunidad de radicarse en Estados Unidos apareció, no lo dudó. Se instaló en Las Vegas, la meca de los deportes de combate, y allí, mientras entrenaba para perfeccionar sus habilidades, se preparaba también para ser piloto. El camino no fue fácil, pero de a poco se fue abriendo paso en el circuito local, demostrando que tenía lo necesario para competir al más alto nivel.
En 2014, comenzó su carrera como peleador amateur y su ascenso fue meteórico. Ganó 10 peleas consecutivas en los circuitos menores de Tuff N Uff y WXC, lo que inevitablemente llamó la atención de la UFC. Su momento llegó en mayo de 2021, cuando finalmente debutó en la prestigiosa compañía. Sin embargo, se enfrentó al duro golpe de la realidad al caer derrotado ante el peleador checo David Dvorak. Lejos de rendirse, esta derrota lo motivó a entrenar más fuerte que nunca. Su determinación y capacidad para levantarse ante la adversidad han sido su sello distintivo desde siempre.
Dos años después, en febrero de 2023, Ronderos tuvo una nueva oportunidad en la UFC, esta vez frente al norteamericano Clayton Carpenter. Aunque nuevamente la victoria se le escapó, su espíritu inquebrantable lo llevó a seguir luchando. “Siempre sigo adelante, no me canso de insistir, porque amo este deporte”, dijo. Esta mentalidad, forjada en años de sacrificio, lo llevó a vencer a Mauro Gutiérrez por nocaut en su última pelea en la Tuff N Uff el pasado 11 de octubre.
Con apenas 28 años, Juan Camilo Ronderos no se detiene. “Sacrifiqué mi cuerpo, mi alma, espíritu y mente para poder llegar aquí”, afirmó. Para él, su carrera es un sueño cumplido, pero no está satisfecho. Su ambición es clara: quiere regresar a la UFC y conseguir su primera victoria. “Me siento bien y preparado”, manifestó con la convicción de quien ha luchado durante 16 años para alcanzar sus metas. Sabe que en este deporte, donde los años pueden pesar más que en otros, el tiempo apremia, pero también está seguro de que su mejor momento aún está por venir.
“Quiero seguir peleando, entretener a los aficionados y estar activo para inspirar a otros colombianos”, comentó. Para Ronderos, su historia es un testimonio de que, si él pudo llegar hasta aquí, otros también pueden lograrlo. No se considera alguien especial, pero su perseverancia y resiliencia lo han convertido en un ejemplo.
Juan Camilo Ronderos, un nombre que quizás no se escucha con frecuencia, sigue escribiendo su propia historia, una en la que el esfuerzo silencioso y la lucha constante son los protagonistas. Y aunque el octágono de la UFC es su meta final, cada paso que da lo lleva más cerca de demostrar que el triunfo verdadero no está solo en las victorias, sino en la determinación de nunca rendirse.