El pasado fin de semana, Medellín fue testigo de un evento extraordinario que trascendió los límites del fútbol para celebrar la convivencia y la tolerancia entre hinchas rivales. En el marco idílico de Parques del Río, se llevó a cabo un emotivo concierto del Ensamble Popular, donde las bandas instrumentales de las barras Los De Sur y la Murga del Indigente se unieron en armonía musical.
Este ensamble, organizado en colaboración con la Red de Escuelas de Música, contó con el apoyo de los clubes Atlético Nacional y Deportivo Independiente Medellín, así como de la Alcaldía de Medellín. Más allá de las rivalidades deportivas, el objetivo fue proyectar espacios de música y cultura social, promoviendo una imagen de convivencia y tolerancia.
Uno de los momentos más destacados fue cuando los hinchas presentes expresaron su alegría por compartir este espacio único. “Disfruto mucho la convivencia con las barras de Medellín y Nacional juntas, porque ambas podemos realizar una fiesta incomparable”, compartió uno de los asistentes entre aplausos y vítores.
El mensaje que resonó durante el evento fue claro y contundente: la convivencia no debe limitarse a estos eventos, sino que debe expandirse a los barrios y municipios de Antioquia y todo el país. Es una invitación abierta para vivir el fútbol como una celebración de paz y armonía.
El músico Camilo Atehortúa reflexionó sobre la experiencia: “Con este ejercicio aprendemos a diferenciar el color de una camiseta de la convivencia en tolerancia”. Esta perspectiva resalta la importancia de ver más allá de las diferencias superficiales y valorar la diversidad como un activo cultural.
Por su parte, Andrés Rentería, director del ensamble, destacó el poder de la música como arte y herramienta de conexión social. “La música es una vía efectiva para promover la cohesión social y construir puentes entre comunidades”, afirmó Rentería, resaltando el impacto positivo de este tipo de iniciativas.
En resumen, el concierto del Ensamble Popular no solo fue un evento musical excepcional, sino también un testimonio vivo de cómo el deporte y la cultura pueden unirse para inspirar y promover la convivencia pacífica. Medellín, una vez más, demuestra su capacidad para ir más allá de las diferencias y celebrar lo que nos une como sociedad.