El fútbol colombiano atraviesa un período complejo por escándalos de malos arbitrajes y apreciaciones del VAR, violencia en los estadios, supuestos intentos de amaños de partidos por parte de jugadores, calendarios mal diseñados y reglamentos caducos que generan ruidos, como los que acaban de suceder con Nacional y Medellín.
A los verdes les quitaron los puntos que le iban ganando a Junior y le cerraron la plaza durante seis fechas de Liga porque los hinchas visitantes empezaron una pelea en las tribunas del Atanasio. Y al DIM le avisaron pocas horas antes de un partido definitivo que había perdido los puntos del juego de ida en la serie que le ganó 4-1 a Chicó en Tunja por Copa Betplay, luego de aceptarse una demanda.
Para reflexionar sobre estos y otros tópicos, EL COLOMBIANO habló con el entrenador Alexis García Vega, actualmente vinculado a La Equidad, un hombre sensato y aterrizado que todos los días lucha por aportarle a este deporte.
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Alexis, ¿usted qué piensa de la actual Liga con tanto desorden en la programación?
“Realmente creo que el torneo está despelotado, uno nunca sabe cuándo va a jugar y eso impide preparar el equipo porque uno espera una fecha y aparece otra. No sé cuándo se nos volvió el torneo tan difícil de interpretar y de controlar, eso afecta mucho el rendimiento de los clubes y de los futbolistas en general”.
¿Cómo se transforman esas jornadas de trabajo con este desorden en la Liga cuando se descansa una o dos semanas y luego les toca jugar cada dos o tres días?
“Ha sido difícil, por ejemplo nosotros (La Equidad) hace poco pasamos 21 días sin jugar y no sabíamos cuándo retornábamos a la competencia y eso es complejo para preparar el grupo. ¿Qué toca hacer? Realizar el microciclo calculando que va a jugar a los 8 días y si le dicen que no lo programaron, entonces tenés que volver a planificar otro microciclo y poner a los muchachos a preparar juegos que no se sabe cuándo se realizarán; eso dificulta mucho la labor. Ahí el fútbol se vuelve más dependiente de las individualidades que de los trabajos que hacemos los entrenadores por la incapacidad de tener el tiempo suficiente para planear los partidos”.
Pasan mucho tiempo sin jugar a veces y eso en el alto rendimiento es fatal. Pero ya estamos cerca de conocer los clasificados para las semifinales, ¿cómo analiza la tabla de posiciones que hoy lidera América?
“Arriba están los equipos que más invierten en jugadores, porque como les digo, el fútbol lo están ganando las individualidades. Entonces los que contratan figuras están en mejor ubicación y es lo lógico, hay deportistas que te resuelven partidos ellos solos. Si te menciono algunos, como Duván Vergara (América) que acabamos de enfrentar, y los de Nacional, son futbolistas que definen los encuentros, lo colectivo se afecta por falta o por exceso de tiempo. En la parte alta de la tabla están los de mejores nóminas”.
Cuando en el ambiente se mencionan sanciones de plazas, escándalos por supuestos amaños de partidos, el tema arbitral... ¿Qué piensa?
“El espectáculo se trasladó de la cancha a la tribuna. El afán de ganar es la historia que nos venden de vencedores y vencidos lleva a convertir los encuentros casi de vida o muerte. Ya no se compite para ganarle al rival, sino para liquidarlo totalmente, entonces la violencia entró a hacer parte del juego. Me parece que la imbecilidad no cabe en un deporte tan precioso como el fútbol, hay demasiado protagonismo de los hinchas, de los que no jugamos y eso lo que ha hecho es acabar con la paz que debe vivir un deporte como este, sobre todo que es formativo. Cada partido se está volviendo no un espectáculo, sino un riesgo para todo el mundo: para el entrenador de perder el puesto, para el apostador de perder dinero, para el hincha su orgullo, pero lo quieren ganar a como dé lugar, para los jugadores la posibilidad de crecer en todo los ámbitos. Convirtieron esto en una batalla que lo único que está haciendo es daño, cuando este deporte, por su generosidad, admite a todo el mundo. Lo primero que se debería hacer es poner la educación y la formación como principios del juego”.
¿De dónde viene ese espíritu paternal que usted les brinda a sus dirigidos en su labor diaria?
“Yo soy un padre cariñoso, pero exigente, y eso se lo hago sentir a mis jugadores. Cuando actué en Atlético Nacional y Once Caldas era muy exigente en mi profesión y con los compañeros. Los incomodaba mucho, pero hoy soy el padrino de nueve hijos de ellos, o sea que valoraban más el cariño y la amistad desde la exigencia, y eso pasa con mis jugadores. Tengo una amistad grande con muchos futbolistas. Con algunos he hecho el mapa de sus sueños, les he dado charlas y varios los han cumplido. Eso para mí es motivo de una alegría inmensa. Considero que aparte de ser entrenador, lo más importante es que soy un formador y que intento crecer todos los días para aportarles a los que tengo a cargo y dejarles huella no solo para el fútbol sino para la vida”.
¿Qué piensa del rol de entrenador en Colombia, cuál ha sido el secreto para sostenerse tanto tiempo en La Equidad?
“La credibilidad se genera con seriedad, autoridad y resultados... Lo importante es tener un proyecto serio, impermeable a todas las contingencias, donde haya carácter para sostenerlo hasta cuando más se pueda. Y hacerle un ambiente sano al entrenador o al líder, porque a los líderes se les lleva es porque se les cree, para contratarlos hay que creerles, y no tener que volver a llamarlos como pasa con muchos colegas, lo que demuestra que no hubo la suficiente planificación para vincularlo. Para eso hay que estudiarlo bien, su personalidad, carácter, forma de comportarse, saber qué se quiere y luego ‘darse la pela’, como decimos en Medellín, por el objetivo que creemos”.
¿Cómo ve usted el panorama del descenso en Colombia?
“Es una parte del torneo que se juega con un estrés impresionante, a veces la mala planificación te lleva a estar en circunstancias tan difíciles como esas. Jugar eso es lo peor, lo más complejo que hay porque no mide tu capacidad sino tu nivel de estrés, de manejo y de carácter para asumirlo. Es triste para el que le toca irse, debe revaluar el proyecto y pensar en sus reales objetivos”.
¿Usted es partidario de que se amplíen las categorías en el fútbol profesional nuestro, a una tercera o cuarta división?
“Totalmente de acuerdo y creo que es sería una solución para tener una mejor liga y más talentos. Es cierto que los jugadores a los 19 años que no han llegado a la primera división ya no existen para muchos, entonces estamos jubilando a muy temprana edad a pelaos con capacidades grandes. Acá (en La Equidad) tuve a Felipe Acosta a prueba a los 28 años y está jugando, es un deportista importante para el equipo y para el fútbol colombiano en general. Los buenos jugadores no son jóvenes o viejos, si van a dar espectáculo la gente no les va a preguntar la edad o a pedir la cédula. Para dar más oportunidades, se necesita una categoría C con ascenso y una categoría nacional sub-20, un torneo con posibilidades reales de ascender. Hay ciudades como Turbo, Apartadó, Buenaventura, Quibdó, Tumaco y otras que tienen demasiados talentos para mostrar”.
¿Y cómo ejecutar ese proyecto, cuál es el papel de los dirigentes deportivos?
“Tiene que haber un compromiso de la dirigencia, del gobierno nacional y departamental en cada región. Porque el fútbol, así como llega gente a deformarlo con sus comportamientos, tiene la magia grande de formar. Estoy convencido de que de 100 chicos que se meten al fútbol, por lo menos 95 no se van a perder para la vida. Se le van a ganar al vicio, a la delincuencia y a una serie de cosas que hoy en día hay que combatir. Ese sería un paso gigante para este deporte y para la sociedad colombiana en general”.