Logró lo que parecía imposible: era querido por los hinchas del DIM y Atlético Nacional. A los rojos no les importó que fuera campeón como jugador con los verdes, donde hizo la mayor parte de su carrera profesional. A estos tampoco les interesó que le diera un título liguero al elenco escarlata como entrenador, con las tribunas atestadas de camisetas verdolagas, en el primer semestre del 2004. No, para nadie era relevante eso: a Pedro Sarmiento lo respetaba todo el mundo.
Por eso la noticia de su muerte este miércoles 30 de octubre, confirmada por su hermano Juan Carlos, consternó tanto. La partida de Pedro, jugador de la Selección Colombia, campeón como técnico con el Deportivo Cali, sumió en un sollozo profundo al fútbol colombiano: sí, incluso después de dejar el mundo logró utilizar su gran capacidad para generar unidad.
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Es martes 14 de noviembre del 2023. En el occidente de Medellín el sol veranero golpea fuerte. Afuera del estadio Atanasio Girardot hay miles de hinchas del DIM esperando para entrar a la celebración de los 110 años del Poderoso. Adentro, en la zona baja de la tribuna occidental, hay una reunión de figuras del fútbol colombiano.
Parados en un círculo están Óscar Pareja, Neider Morantes, Giovani Hernández, Jhon “Choronta” Restrepo, Roberto Carlos Cortés, Felipe Baloy, entre otros y todos miran, escuchan, a un par de hombres que gracias a lo que hicieron finalizando la década del 90 e iniciando los 2000, son mitos en los banquillos del fútbol colombiano. Uno es Hernán Darío “Bolillo” Gómez. El otro es Pedro Sarmiento.
Pedro tiene una camisa a cuadros de manga larga por debajo y la camiseta de los 110 años del Medellín por encima. Por momentos su expresión se torna seria mientras escucha hablar a los jugadores ya retirados, pero de un momento a otro lanza una risa, una sonrisa que ilumina el rostro pecoso y con algunas manchas producidas por el sol que él disimula con una crema dermatológica.
Tiene el cabello cano, crespo y peinado hacia atrás. Lleva una sombra de barba que no se ve, pero que se mueve cuando gesticula para abrazar a los futbolistas que lo saludan. Habla con Néider Morantes y no deja de sonreír. Tal vez recuerdan la tarde del 27 de junio del 2004, cuando le dio al Medellín su cuarta estrella contra Nacional. Ese día Morantes estaba en cancha. Sarmiento en el banquillo.
Después se acercan personas invitadas a la celebración y le piden fotos, lo abrazan. Pedro vuelve a hablar con los jugadores, con Bolillo, su gran amigo y muchos lo miran sin saber que iba a ser la última vez que lo verían con vida. “Para mí es un orgullo muy grande que después de tantos años (19), la gente le tenga a uno tanto afecto y lo inviten a este tipo de celebraciones”, le dijo a este diario.
Algunos meses después de esa tarde-noche feliz, una amargura mezclada con angustia se apoderaría de los amigos de Sarmiento: en marzo del 2024 fue internado de urgencia en la clínica La Inmaculada de Llanogrande. Le diagnosticaron una policitemia, cáncer en la sangre que produce exceso de glóbulos rojos. El final de su vida iniciaba.
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Es la mañana del 6 de septiembre del 2022. En las oficinas de la sede de Atlético Nacional en Guarne hay revuelo. Se filtró que las directiva del cuadro verde sacarían de su cargo a Hernán Darío “El Arriero” Herrera, técnico que orientó al equipo a ganar su última estrella en junio de ese año contra el Deportes Tolima.
En su reemplazo, designaron como encargado a Pedro Sarmiento, su gran amigo y cómplice en la juventud, en el fútbol. Los dos exfutbolistas antioqueños eran concuñados: se casaron con un par de hermanas cuando los dos eran figuras del “kínder de Zubeldía” en Atlético Nacional entre los finales de la década del 70 e inicios de los locos ochentas.
Por amor al cuadro verde, equipo en el que debutó como futbolista profesional el primero de mayo de 1977 y en el que estuvo hasta el 5 de diciembre de 1984, cuando siendo uno de los mejores volantes de marca del balompié criollo se fue a jugar al América de Cali, fue que Pedro Sarmiento aceptó la propuesta que le hicieron el 6 de septiembre de encargarse, mientras encontraban otro entrenador, el primer equipo de Nacional.
Estuvo al frente del plantel verde 32 días. En ellos dirigió ocho partidos y tuvo un buen rendimiento. Su fuerte fue mejorar la zona defensiva del Rey de Copas. Sarmiento conocía bien esa posición. En su época de jugador, cuando tenía un afro castaño despeinado y una barba tipo candado que le daban un aire de hombre “rudo” en la cancha, se convirtió en el volante central con más expulsiones en la historia de Nacional (18 veces).
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Fue un futbolista con gol. En los 350 partidos que jugó con Nacional anotó 23 goles, cuota alta para un volante de pie duro, corta juego, como él, según datos tomados de la Enciclopedia verdolaga. Además, con el cuadro verde fue campeón de Liga en 1976 (como parte del plantel, pero sin jugar) y 1981. Su historia de amor con el cuadro verde como jugador duró ocho años. La breve que tuvo como entrenador finalizó el 13 de octubre de 2022, cuando Pablo Autuori lo reemplazó.
Él se fue para Once Caldas, junto a su amigo Herrera. El cuadro de Manizales fue el último equipo que dirigió.
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En la década del 80, Pedro era uno de los mejores futbolistas del momento. Por eso América de Cali, club que se dedicó a firmar a los mejores jugadores de Suramérica para ganar una Copa Libertadores, lo fichó en 1985. También se llevó a El Arriero, su gran amigo. En el cuadro escarlata Pedro compartió plantel con Ricardo Garecca, Julio César “El Gato” Falcioni, Roberto Cabañas, Willington Ortiz, entre otros futbolistas.
Ganó los títulos de Liga de 1985 y 1986. También estuvo presente en los subcampeonatos del equipo caleño de la Copa Libertadores en las ediciones de 1985, 1986 y 1987, cuando eran dirigidos por Gabriel Ochoa Uribe, mítico entrenador del fútbol colombiano. También vistió la camiseta del seleccionado nacional.
Del “médico” aprendió cosas como entrenador. Por eso, cuando se retiró como futbolista profesional en 1989 vistiendo la camiseta del cuadro escarlata, decidió prepararse para ser entrenador. La oportunidad le llegó en el conjunto caleño. Entre 192 y 1994 fue asistente técnico del América. Acompañó en ese proceso a Frascisco Maturana y Édison Umañana.
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En el año 95 fue asistente de Hernán Darío Gómez en la Selección Colombia que clasificó al Mundial de Francia en 1998. Entre 2002 y 2003 fue asistente técnico de Víctor Luna, también fallecido, en el DIM. Después le llegó la oportunidad de dirigir en propiedad. El primer equipo en que lo hizo fue el Medellín. Con los rojos logró el título de 2004. En 2005 volvió a la capital del Valle del Cauca, su segunda casa. Con el Deportivo Cali logró un título de Liga ese año.
Luego empezó un periplo por varios equipos. Dirigió a Santa Fe, Cúcuta, Deportivo Pereira, Envigado, Águilas Doradas, Unión Magdalena y Once Caldas. Por eso la noticia de su partida golpeó tanto al fútbol colombiano. Al parecer, está cerca de partir el hombre que unía. Partió el padre de Pamela, Daniel y Paula. Partió el amigo, hermano, el hombre que unía en un mismo amor a los hinchas del DIM y Nacional.