Luego de cinco décadas de ejercicio profesional, Javier Hernández Bonett decidió publicar el libro ‘Lo soñé, lo jugué, lo gané’, editado por Planeta, en la que el comunicador cuenta detalles de su carrera en el “convulso mundo del periodismo deportivo”.
EL COLOMBIANO habló con él de la temática y ahondó en aspectos humanos que han marcado su vida, entre ellos la enfermedad que sufrió durante el Mundial de Qatar, la persecución en redes sociales al apodarlo Refisal, su incursión en la política y el posible retiro de la televisión.
En síntesis, ¿qué contiene la obra que acaba de presentar?
“Lo gané es la recopilación de 50 años de periodismo que evidentemente nace con un sueño, el sueño de poder hacer una carrera, después encontrar la pista para entrar y jugar, y luego lo gané porque ya a esta edad, con 70 años y pensionado, todavía tener la fortuna de que lo admitan a uno en una empresa definitivamente es lo gané. Muy pocos colombianos se pueden dar el lujo que la vida me ha ofrecido”.
¿Cuándo nació la idea de dejar este testimonio?
“El proyecto nació después del Campeonato Mundial de Qatar, donde me dije, bueno, ya el universo me está mandando señales, me enfermé por allá, ya tengo que hacer algo para que las nuevas generaciones miren y entiendan todo el proceso, lo difícil que es construir una carrera y luchen con pasión para que esa carrera se pueda hacer realidad”.
¿Fue tan traumática esa experiencia en Qatar?
“Todo arrancó con un mal pronóstico del hospital del Estado. Me decían que era algo estomacal, una gastritis y resulta que tenía era una inflamación de la vesícula, con la gravedad de que llevaba tres días con cólico, aguantándome. Hasta se había esparcido ya líquido biliar, que significó la infección de sangre y una entrada en estado de alarma. Me vi muy mal, pero yo no reflejaba eso. Yo me entraba al baño y lloraba, no era capaz de orinar, ni de dar del cuerpo. Me dolía todo. Yo sentía que me iba a estallar, que me iba a reventar. Yo aquí no voy a morir. Hasta que un hospital turco empezó a hacerme el tratamiento y empecé a sobrevivir. A partir de ahí fue cuando dije, estos son los mensajes del universo. Yo estaba en un momento muy mal”.
¿Cómo logró superar ese difícil trance?
“El día que estaba en peor situación, me llamó casualmente la mamá de Falcao García. Me dijo, póngale fé y ore conmigo. Y yo me quedé como una hora en el baño llorando y orando, hasta que de un momento a otro sentí que mi organismo empezó a mejorar. Y a partir de ahí ya establecí el que evidentemente ya era necesario pensar en otras cosas. Y ahí es cuando nace la idea del libro”.
De todos los temas que trata la publicación, ¿cuál es el que más le llegó al corazón?
“Básicamente cuento las experiencias profesionales. Versiones auténticas, vividas por mí, porque hay un montón de anécdotas que uno conoce a través de terceros, pero que uno no ha protagonizado. Todo lo que se cuenta en este libro es porque nos pasó y que involucra a un montón de personas, por ejemplo, Jorge Eliécer Campuzano, hay mucho de la historia con él, con el profe Rodrigo Fonnegra, al que le estoy inmensamente agradecido porque con su pizarrón o sus papelitos allá en Manufactura Win en Medellín me enseñó a ver los primeros detalles que lo llevan a uno a analizar un partido de fútbol”.
Para usted, ¿quién es Jorge Eliécer Campuzano realmente?
“Yo podría definirlo como mi papá, mi maestro, mi hermano, alguien que en un momento definitivo llegó a mi vida. Yo fui un beneficiado porque Campuzano, una estrella de primerísimo nivel, no solo me dio sombra, sino que tenía esa generosidad de incluirme en sus contratos. Era casi que mi representante. Yo era su llavero en este caso. Parte de la vida, no solo laboral, sino económica, profesional, la construí a su lado. Me enseñó el respeto a los terceros, el hacer un periodismo constructivo, crítico, riguroso, él me dio el manual de cómo construir en el camino”.
No es que yo pretenda jubilarlo, pero ¿ha pensado en retirarse de los medios?
“No se preocupe que esa misma pregunta me la hacen en la casa, bueno, ¿hasta cuándo? Ya he tenido varios momentos en los que inclusive en Caracol he planteado mi retiro, por eso le digo que soy un afortunado porque el día que me pensioné ese día traje como correspondía la resolución y la renuncia y me dijeron: no señor, usted no se va porque todavía lo necesitamos. Recientemente después de lo de Qatar también les pedí a los directivos de Caracol, venga, vamos pensando ya en ir largando poco a poco y lo que me dijo el presidente Gonzalo Córdoba, no es el momento, el periodismo está necesitando todavía de la experiencia que tienen ustedes para que la transmitan a los de abajo”.
¿Cuál es la
misión ahora,
Javier?
“Estoy en una tarea que se ha encomendado de ir diseñando el plan de retiro de la mano del crecimiento de todo el grupo de deportes, a los que llegan enseñarle los secretos, la ideología que se tiene en el estilo de trabajo del Gol Caracol o de Caracol Noticias y de esa manera producir un retiro en el que no haya ningún tipo de trauma, esa es la apuesta, pero yo no creo que vaya más allá del Mundial del 2026 por lo menos en televisión. Puede que en radio me quede ahí entretenerme haciendo algún tipo de programa, pero en televisión ya es hora, lo confieso, a veces me veo cansado cuando repiten las intervenciones y transmisiones, me veo con ojeras y yo digo, no, bueno, ya es tiempo como de ir dejando descansar a los televidentes y solo hacer radio que es mi gran pasión”.
¿Qué le gustaría a usted de lo que ha transmitido en su trayectoria le copiara la nueva generación del periodismo?
“Independiente de si estás en un modelo de periodismo antiguo o revolucionario como el que se vive en el día de hoy con las redes, creo que solo hay una manera de explicar el éxito y es la pasión. Si no tenés pasión no tenés oportunidad de triunfar. Lo que viene es bien complejo porque en materia de tecnología muchas cosas de las que aprende uno hoy se desaprenden al otro día porque ya han pasado de moda. Entonces la clave está en ese permanente desaprender y aprender y ahí es donde se necesita creer primero en uno, estar convencido que uno puede salir adelante”.
¿Siente que en Colombia hay renovación, vamos bien de cara al futuro en periodismo deportivo?
“Lo digo con pesar y no con pesimismo, pero hoy hay más cantidad que calidad, porque no se enfocan en lo que quieren. Porque tienen una impaciencia que raya con la irresponsabilidad. Uno ve muchachos que llegan y de inmediato quieren estar presentando sin haber hecho el ABC. Para poder mantenerse se necesita estructura y formación que solo se consigue cuando se hacen los pasos que corresponden. Hay que ser dedicados, constantes y perseverantes, ese es el reto que nosotros les imponemos a los que vienen”.
Usted ha sido víctima de las redes sociales, ¿cómo es el manejo que hace de ellas?
“En el libro tengo un capítulo del tema. Yo abrí redes sociales únicamente para poder sacar a alguien que estaba opinando a nombre mío, porque fue la exigencia que hizo X. Pero siempre tengo una reflexión: el privilegio que me da en una transmisión hablarle en el Gol Caracol a tantas personas me genera una ventaja frente a los demás, entonces no me estreso por lo de las redes. Ahora, si lo leemos al contrario y es el cómo puedo manejar la presión cuando por estas empiezan a hacer campañas contra uno lo primero que hago es entender que yo no puedo evitar que lo hagan, pero sí puedo evitar que me haga daño. ¿Cómo? No dándole pelota, convirtiendo mi piel en cuero de cocodrilo e hipopótamo combinado, y tratando de que a mi familia a mi entorno no le moleste. Por fortuna mis hijos lo han asimilado muy bien y eso me da sosiego. Pero las redes sociales para quien no las pueda soportar es una amenaza. Ese tipo de odios normalmente se dan de fracasados que no encuentran paz cuando ven triunfar a los demás. Sucede en las generaciones de hoy que no luchan por conseguir las cosas, sino que sienten que hay la obligación de que se las den y cuando esto no pasa entran en un estado de frustración en las que disparan para todo lado”.
¿Cuál ha sido el episodio o apodo que más lo ha afectado?
“En el libro también tengo el capítulo del famoso Refisal que nació en una disputa con un personaje con el que después no tuve feeling y llegó hasta el extremo de ponerme una pancarta en el Mundial de Brasil 2014 cuando se iba a jugar el segundo partido de Colombia en el estadio Mané Garrincha. Me mandaron las fotos y resulta que aparecían allegados a la persona con la que tenía diferencias. Yo asumo eso como un daño no a mí, sino a un producto exitoso y ganador que yo no construí, lo hicieron William Vinasco y Adolfo Pérez. A mí solo me ha tocado defender su estilo y mantenerlo exitoso en las transmisiones”.
¿Y si fue tan dañino para usted ese momento?
“Resulta que ese año, contradictoriamente, tal vez fue el año en el que pude ganar más dinero por presentaciones porque cada vez que llegaba un patrocinador nuevo a la Selección, José Pekerman recomendaba a los dirigentes que fuera el mismo futbolista a la presentación (Farid Mondragón) y el mismo presentador (yo), porque cada vez que esto pasaba nunca perdió Colombia. Yo hice mi buena facturación ahí, mientras paralelamente me decían Refisal y hacían montajes ridículos. Había una manipulación perversa, que empezó a hacer carrera y que había que soportarla”.
Tocó que sacar esa caparazón de guerrero...
“En esas cosas, de verdad, no creo, yo solo tengo una filosofía que se llama la ley de la atracción, usted llama las cosas buenas y las malas, y para fortuna cada que yo llame cosas buenas me gané un premio de periodismo, el de Ondas de España, y dos premios Simón Bolívar, siempre con esa convicción de que voy a ganar. Entonces no me sacude el tema de que me digan eso, porque la historia de mi vida cuenta, por el contrario, que soy un hijo bendecido de Dios y que he tenido más suerte que muchos de mis talentosos colegas, porque puedo hacer la lista de quienes tenían perfil de triunfadores y se quedaron en el camino porque no tuvieron la pasión que tuve yo para levantarme en las caídas, sacudirme y volver a empezar”.
¿Qué no volvería a repetir en su vida, también hizo política?
“Ese fue un momento muy especial en mi vida. Digamos que los techos salariales estaban frenados, no había mercado de ir de una empresa a la otra. Yo ya me sentía un político hastiado, siempre con lo mismo y me puse a pensar en un proyecto en el que se ofreciera una alternativa a las nuevas generaciones. Ahora que en el 2021 se dieron las revueltas, exactamente lo que dije a todos los que siempre me han acompañado en el día a día es, mire, lo que nosotros habíamos proyectado en el 2010 y que no pudimos conseguir como objetivo es lo que nos hubiera salvado de lo que estamos viviendo ahora”.
¿Perdió mucho dinero?
“A mí me pasó distinto a los que se quemaron. Saqué 39.750 votos y en otros movimientos hubo senadores que llegaron con 17.000, con 12.000, con 25.000 y yo no pude llegar porque era muy duro el partido donde estaba que era el Conservador. Pero eso es parte del destino, porque a diferencia de los que quedaron endeudados, mi inversión solo fue el tiempo que dejé de recibir salario, no gasté más y con la reposición de votos lo recompensé y hasta pude hacer un viaje con la familia a Ecuador”.
Le ha generado generó algún conflicto trabajar con su hijo Juan Pablo?
“No, porque primero, a Juan Pablo no lo traje yo, él vino, empezó cuando yo me fui a hacer política. A mí me toca calificar a todos los muchachos que hacen parte del equipo de deportes, excepto a él, porque así lo pedí, lo hace el director del noticiero o la vicepresidenta. A Juan Pablo, toda mi comprensión, porque todo lo que consiga no le van a dar el mérito que verdaderamente deben reconocer. Yo tengo que decir, como padre, que lo adoro, lo amo, pero también tengo que decir, como director de deportes, que me ha sorprendido más que en el aire, su capacidad que tiene para entender los productos y para desarrollarlos”.
¿Cómo se sueña sus días venideros?
“Me imagino jugando billar, tomando guaro en una finca, en una sesión de chistes, me imagino un periodo de descanso que no he tenido en los últimos 50 años porque no ha sido fácil sacar vacaciones largas por políticas de los medios audiovisales, sobre todo cuando se está en el set. Me imagino una vida muy reposada con la gente que amo y con los amigos que tengo, y no descartaría manejar carro en carretera porque en la ciudad me estresa”.
“Es un libro que tiene 360 páginas, algo inusual porque hoy en día por costos de producción no se admiten proyectos más allá de las 300 páginas. Pero el contenido les impactó tanto en Planeta que decidieron el darse la pela, eso repercute indudablemente en el precio del libro, más páginas mayor precio y se está distribuyendo desde este fin de semana en todas las librerías del país. Ahí van a tener la oportunidad de disfrutar un montón de versiones de distintos aspectos de una carrera que tiene muchas anécdotas, sufrimientos, pero también satisfacciones”.
“Decidimos hacer el ejercicio de que todos los réditos del libro vayan a una fundación que se llama Gerónimo Miliani, que recoge a niños huérfanos, en este caso de la guerra que nosotros llevamos allá para que les enseñen un oficio. Salen y los que quieren seguir estudiando después de cumplir la mayoría de edad, pues se les patrocina la universidad”.