El estadio Palogrande vivió momentos de máxima tensión durante el enfrentamiento entre Once Caldas y América de Cali. En un hecho que recordó los recientes incidentes en Medellín protagonizados por hinchas del Junior, seguidores de “La Mecha” intentaron irrumpir en la tribuna familiar del Blanco Blanco, generando caos entre los asistentes y dejando imágenes que resultaron estremecedoras.
Las grabaciones captadas por aficionados desde la tribuna occidental mostraron a un grupo de hinchas rojos intentando derribar las barreras de separación, desatando una estampida entre los hinchas locales, que buscaron refugio en la pista atlética de la tribuna sur. Los gritos de miedo y la confusión fueron el telón de fondo mientras las autoridades intentaban contener la situación.
El incidente no pasó desapercibido para los espectadores ni para quienes recuerdan lo ocurrido en el Atanasio Girardot. En aquel momento, actos violentos por parte de hinchas visitantes llevaron al árbitro a suspender el partido al minuto 53, otorgando la victoria por reglamento al Junior de Barranquilla. La pregunta inevitable que surgió entre la afición del Once Caldas fue si los seguidores del América buscaban repetir esta táctica para obtener un beneficio en la tabla de posiciones.
Sin embargo, Wílmar Roldán, árbitro central del compromiso, no se dejó influir por la situación. Con su experiencia, optó por no detener el partido y dejar que el juego continuara hasta el final reglamentario, a pesar del evidente miedo en las tribunas. Esta decisión contrasta con lo ocurrido en Medellín, dejando claro que las circunstancias del Palogrande no serían utilizadas como excusa para alterar el resultado del encuentro.
A pesar de la tensión y el caos que se vivía en las gradas, el balón no dejó de rodar en el campo. Mientras las autoridades intentaban restablecer el orden, el desarrollo del partido continuó como si nada estuviera ocurriendo. Esto generó opiniones divididas entre los asistentes: algunos aplaudieron la determinación de Roldán, mientras otros cuestionaron la falta de sensibilidad ante el riesgo que enfrentaban los hinchas.
Aunque no se ha confirmado oficialmente si hubo capturas o lesionados durante el incidente, el impacto emocional fue evidente. Muchas familias y aficionados del Once Caldas abandonaron sus asientos para refugiarse, evitando quedar atrapados en medio del altercado.
El intento de los hinchas de América de emular lo ocurrido en Medellín no solo deja un mal sabor en el ambiente del fútbol colombiano, sino que plantea preguntas sobre la seguridad en los estadios y la capacidad de las autoridades para manejar este tipo de situaciones.
El comportamiento de “La Mecha” en Palogrande pone de manifiesto la necesidad de endurecer las sanciones contra la violencia en los estadios y reforzar la logística en partidos de alta tensión. Mientras el país reflexiona sobre este nuevo capítulo oscuro, queda la esperanza de que las lecciones aprendidas sirvan para proteger a los verdaderos protagonistas del fútbol: los aficionados que asisten a los estadios con el sueño de disfrutar del deporte, no de escapar del miedo.