La noche en Puerto La Cruz fue una montaña rusa de emociones. Argentina llegó al Estadio José Antonio Anzoátegui con la presión de lograr una hazaña: ganar por al menos cuatro goles de diferencia ante Paraguay para arrebatarle el título a Brasil. Sin margen de error y con la gloria en juego, los dirigidos por Diego Placente saltaron al campo con la determinación de escribir su propia historia. Sin embargo, el destino tenía otros planes.
El partido comenzó con una selección paraguaya decidida a frustrar el sueño albiceleste. Con una intensidad avasallante, la Albirroja generó peligro desde los primeros minutos y en el 29’ dio el primer golpe. Tobías Morínigo desbordó por la derecha y envió un centro raso que Luca Kmet transformó en el 1-0 con un disparo potente. El golpe fue letal: ahora Argentina necesitaba marcar cinco goles para alcanzar el campeonato.
La desesperación se hizo presente en la defensa argentina, que mostró flaquezas ante el ímpetu rival. Al minuto 42, Tiago Caballero estremeció el travesaño con un remate que pudo haber ampliado la ventaja. Argentina se fue al descanso en un mar de dudas y con una misión que parecía casi imposible.
Apenas iniciado el complemento, Paraguay dio otro mazazo. A los 47’, Tiago Isaías Caballero recibió un pase largo y definió con frialdad para el 2-0, dejando a Argentina contra las cuerdas.
La reacción albiceleste no tardó en llegar. En el minuto 51, Maher Carrizo aprovechó un despeje corto y marcó el descuento (2-1), encendiendo la esperanza. La arremetida continuó y en el 57’, Ian Subiabre quedó mano a mano con el arquero Víctor Rojas, pero el guardameta salvó de manera espectacular.
Argentina insistía con desesperación y en el minuto 65 llegó el empate. Carrizo volvió a hacerse presente, aunque su gol fue inicialmente anulado. Tras la revisión del VAR, la anotación fue validada y el 2-2 llenó de ilusión a la Albiceleste.
Pero cuando la remontada parecía inminente, Paraguay silenció el estadio. En el 81’, un tiro de esquina encontró la cabeza de un jugador paraguayo, quien asistió a Diego León para que este fusilara el arco argentino y sentenciara el 3-2. Fue el golpe definitivo.
Argentina luchó hasta el final, pero no logró la diferencia de goles necesaria. Con este resultado, Brasil, que horas antes había vencido 3-0 a Chile, se coronó campeón del Sudamericano Sub-20, celebrando en la distancia mientras los argentinos se lamentaban por la oportunidad perdida.
Brasil, con eficacia y contundencia, se quedó con el título y sumó un nuevo capítulo dorado a su historia en el fútbol juvenil sudamericano.