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La vida de los libros es azarosa. Por ejemplo, hasta 1998 el escritor antioqueño Jorge Franco había publicado sin mucho ruido un libro de cuentos y una novela. Casi nada en su trayectoria presagiaba el éxito que le iba a caer del cielo en la Feria del Libro de Bogotá con la edición de Rosario Tijeras, su tercera obra, la más conocida de toda su producción literaria. Impulsada por una columna de Enrique Santos Calderón, la ficción se convirtió pronto en un fenómeno editorial, con ediciones en varios países. De ahí el personaje de la sexi sicario, que reparte besos y plomo, pasó al cine y a la televisión y se volvió un fetiche para paisas y extranjeros. Visto con la distancia de un cuarto de siglo, el impacto de Rosario Tijeras se explica –a lo mejor– con el argumento de que ese libro erotizó el narcotráfico y el sicariato. En ella convergen el impulso del sexo y de la muerte. En todo caso, más allá de hermenéuticas, EL COLOMBIANO conversó con Franco sobre el libro que le cambió la vida y lo hizo el paisa más leído en América Latina. Siga leyendo: 50 años después vuelven a publicar Te quiero mucho, poquito, nada, la primera novela de Félix ÁngelGardel cantó que veinte años son nada. ¿Son algo veinticinco en la historia de un libro?“No, hombre, yo no lo veo como poco, aunque tenía esa percepción del tiempo de que no había pasado tanto; de hecho, fue alguien quien me hizo caer en cuenta de que Rosario Tijeras cumplía 25 años de publicada. Creo que el hecho de que todos los años constantemente, en diferentes eventos, estoy hablando de esta historia de Rosario Tijeras –llevo 25 años hablando de ella– me hace sentir cercana la fecha de la publicación. Desde la Feria del Libro en Bogotá en el año 99, he comenzado a hablar de ella sin pausa en diferentes lugares del mundo y me conecta mucho cada vez que hablo de ella.Me parece que no es tanto el tiempo que ha pasado, pero hay muchas sorpresas; una muy positiva que me llena de alegría es ver que un cuarto de siglo después la historia se sigue leyendo. Gran parte de esos nuevos lectores son muchachos jóvenes que ni siquiera habían nacido cuando la historia se publicó. Eso quiere decir que ellos siguen viendo en la novela espejos donde se ven reflejados, y para mí eso es muy grato. También, por supuesto, es un momento para reiterar mi gratitud a los tantos lectores que ha tenido esta novela, porque si no fuera por ellos no estaríamos celebrando estos 25 años”.¿Cómo ha cambiado su oficio literario desde la escritura de Rosario Tijeras hasta ahora?“El cambio fue radical. A partir de esa feria del libro, sentí que se rompió ese cascarón del anonimato con que soñamos tantos escritores. Yo la verdad, incluso llegué a imaginar al principio que esto es una carrera de largo aliento a futuro y que tal vez mi trabajo iba a ser reconocido, pues ya siendo casi que un hombre mayor, pero no sucedió así; sucedió muy pronto, mucho más rápido de lo que imaginaba. Cuando comienza todo ese ruido alrededor de la novela en la feria del 99, pensé que iba a ser un efecto de feria, no más, que después de la feria nada, a regresar a la cotidianidad de mi vida. Pero no, ahí fue donde me di cuenta de que mi vida cambiaba radicalmente como persona, por supuesto, y como escritor. Rompiendo ese cascarón del anonimato tuve que dejar de hacer muchas cosas. Entre ellas, estaba estudiando literatura en la Javeriana, tuve que dejar la carrera a medio camino para acompañar esta historia por el mundo, que comenzó a editarse en muchos lugares. A partir de ahí, ya siento que hay un mayor compromiso con la escritura, una mayor responsabilidad; surge incluso hasta el miedo de pensar qué voy a hacer, qué voy a escribir después de Rosario Tijeras”.¿Cómo influyó la columna de Enrique Santos Calderón en el éxito de Rosario Tijeras?“Estoy plenamente convencido de que tuvo mucho que ver. Me pareció un acierto que para esta edición conmemorativa en la contraportada pusieron un fragmento de esa columna, que fue un detonante. Yo creo que la novela estaba destinada a conectar con los lectores, pero tal vez hubiera tardado un poco más en hacerlo. Lo que hizo la columna de Enrique Santos fue acortar ese proceso de reconocimiento. Enrique, en esos años, era uno de los columnistas más leídos del país, escribía en el periódico El Tiempo. Para mí fue una completa sorpresa, que no me esperaba. Esa fue la primera gran sorpresa de todo este proceso: ver que Enrique le había dedicado toda la columna a la novela en la semana de la feria del libro. No era usual que lo hiciera. Yo no lo conocía, pero tuve la oportunidad de hablar sobre la novela porque me buscó porque le había cautivado”.¿Cómo el contexto social ayudó a que Rosario Tijeras conectara con el público?“Colombia estaba viviendo momentos complejos por la aparición del narcotráfico, y había mucha expectativa por la muerte de Pablo Escobar. La gente estaba interesada en leer sobre ese asunto. Eso también explica la acogida de La virgen de los sicarios, de Fernando Vallejo, y de los libros de Alonso Salazar. En ese sentido también fueron muy importantes las películas de Víctor Gaviria.La historia de Medellín está partida en dos: una antes de ese momento y una después. Medellín ha sido un laboratorio en Colombia, en un proceso de autocrítica, de reinventarnos. La novela surge en un momento donde hay expectativas por esta nueva historia, de cómo estamos abordando ese volver a empezar. Había un escepticismo porque en el narcotráfico, cuando se corta una cabeza, inmediatamente surge otra. Había temor a represalias, y había mucha expectativa por el nuevo proceso a partir de la muerte de Escobar. La búsqueda de voces que contaran esa realidad que no se había contado mucho a través de la literatura era fundamental”.¿Cómo influye el hecho de que el personaje protagónico sea una mujer en la narrativa de Rosario Tijeras?“Desde lo femenino no se había abordado el tema de la violencia del narcotráfico. La historia se cuenta desde los ojos de un enamorado que no verbaliza su amor, y su verdadero interlocutor es el lector. Eso genera una complejidad entre el lector y la voz narradora. Rosario, en un mundo machista, intenta no solo sobrevivir, sino también imponerse. En un momento de la historia, queda sola ante el mundo; pierde a su hermano y su madre. Esto genera un proceso autodestructivo en ella, que no le permite sobrevivir a esa selva violenta del narcotráfico”.Le puede interesar: “Vivo el poema, así no lo escriba”: Víctor Gaviria¿Molesta que se asocie su obra, en particular Rosario Tijeras, con los conceptos de sicaresca o narco-literatura?“A mí no me molesta. La novela fue nominada y ganó un premio de novela negra, pero yo nunca escribo pensando en un género. Para mí, Rosario es ante todo una historia de amor en un entorno violento marcado por el narcotráfico en Medellín”.¿Le ha incomodado hablar siempre de Rosario Tijeras? Debe ser raro que le pregunten tanto de uno de tus libros y menos de los demás...“No es una molestia por la repetición, sino porque puede haber una injusticia con el resto de mi obra literaria. Estoy convencido de que la escritura es una carrera donde se aprende a escribir escribiendo. Yo siento mucha más solidez literaria en mis últimos libros, pero a un lector nuevo le diría que entre a mi obra con Rosario Tijeras o Paraíso Travel”.¿Qué opina sobre la conexión que los lectores hacen entre el personaje y la realidad? Hay guías de turismo que incluyen en sus planes la visita a la tumba de Rosario...“Produce satisfacción e incredulidad. Conocí la historia de un niño que les mostró a los productores de la película dónde estaba enterrada Rosario Tijeras. La gente siente que estoy contando la historia de un personaje real, y eso es emocionante. La novela tiene elementos tan similares que el lector la percibe como real. A veces la gente me pregunta por los otros personajes del libro, por sus vidas”.Lea aquí: “Es de un carranguero no tragar entero”: Jorge Velosa en MedellínAhora mencionó el hito que significó en la historia de Medellín la muerte de Escobar. ¿Qué impresión tiene de Medellín desde la muerte de Escobar hasta hoy?“Esa Medellín que comienza a reinventarse, a reconstruirse a partir de ese hecho, comienza a hacerlo a través de elementos relacionados con la cultura y con la educación y con infraestructura, por supuesto, entonces eso me pareció un acierto. También he dicho ya, pues es un punto de vista muy personal, que Medellín tuvo la suerte desde ese momento de tener una serie de alcaldías que permitió la continuidad de un trabajo. Entonces yo creo que eso fue un aspecto muy positivo para la ciudad.Hay cosas que son muy complicadas de realizar y que yo, pues, a un corto plazo tampoco les veo solución. Realmente el fenómeno del narcotráfico está vivo y no solamente está vivo, sino que está multiplicado. Hoy en día hay más de hectáreas cultivadas de coca de las que hubo en la época de Pablo Escobar. Si está ese comercio vivo, pues eso naturalmente pertenece a unas mafias, y esas mafias generan violencia, y ese escenario violento en Medellín, aunque ha cambiado, todavía sigue ahí. La herencia más nefasta que nos dejó el narcotráfico es la mentalidad de dinero fácil y el valor cero que tiene la vida, el valor nulo que tiene la vida en Medellín y yo creo que lo podemos extender a Colombia.Hace unos días leí una noticia, creo que la leí en EL COLOMBIANO, de un hombre que habían apuñalado en Rionegro porque pidió que le bajaran a la música, y lo mataron por pedir eso. Eso es la vida con un valor nulo. No hay respeto por la vida, y eso yo siento que es una herencia tremenda del narcotráfico. Entonces todavía hay muchas tareas pendientes por hacer. Hay cambios importantísimos que se hicieron y que, de todas maneras, lograron que Medellín, desde otros lugares de Colombia y desde otros lugares del mundo, dejara de mirarse como la capital narco para empezar a mirarse como una ciudad creativa, una ciudad innovadora, una ciudad donde de verdad, yo siento, se hizo un gran esfuerzo por la reconstrucción.Decía ahorita que Medellín ha sido como una especie de laboratorio social para Colombia, y creo que para el mundo, porque no todas las ciudades tienen esa voluntad de reconstrucción, esa voluntad de cambio. Pero insisto, lo que realmente ha frenado el éxito de esa tarea es la existencia todavía del narcotráfico en nuestra cultura colombiana”.Hablamos de su nuevo proyecto literario, si está en alguno...“Estoy en una fase exploratoria. Tengo algunas páginas escritas, pero hasta que no llegue a más de la página cien, no sé si continuaré. Me cuesta mantener una línea cronológica, pero ahora estoy trabajando en una historia que me permite llevar esa cronología de una manera diferente”.