“Luego de la pandemia pareciera que hay una percepción cuantificable de mayor incertidumbre frente a la política económica, relacionada particularmente con la política fiscal y unas reformas estructurales. Cuando hay riesgo y se deben tomar decisiones de inversión irreversibles, lo óptimo para los empresarios es esperar a que se resuelva la incertidumbre”, dijo.
También advirtió un déficit fiscal relativamente alto sobre el que no hay perspectivas de normalización en el corto plazo y que podría tener efecto en la calificación crediticia que se asigna al país. “Ese tema de cómo el Banco de la República no ha bajado sus tasas de manera más rápida está influenciado justamente por el comportamiento del déficit fiscal, que se ha mantenido relativamente alto desde la pandemia”, señaló.
Para Mejía el problema de fondo para que crezca la economía es incentivar la inversión, la cual ha estado en niveles mínimos en los últimos 20 años. Fedesarrollo proyecta que la economía crezca el 2 % este año y que el Producto Interno Bruto (PIB) de 2025 aumente un 2,5 %. Sin embargo, el potencial de crecimiento en Colombia es de entre el 3,5 % y el 4 %, por lo que las cifras esperadas no son destacables.
De acuerdo con el exministro de Hacienda Alberto Carrasquilla, las condiciones están dadas para que las tasas de interés empiecen a bajar, por ejemplo, con una inflación que, en su opinión, debería regresar al 3 % en menos de cinco años, cifra en la que se ubicaba antes de la pandemia.
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Sin embargo, su preocupación va más allá de la política monetaria del Banco de la República, que es solo “una parte de la historia”. En el largo plazo, según Carrasquilla, el movimiento de la tasa de interés real, es decir, el porcentaje que queda cuando se descuenta la inflación, dependerá de otras condiciones económicas que hoy no son favorables.
En primer lugar, de la incertidumbre por cuenta de los cambios en las políticas nacionales que viene implementando o ha anunciado el Gobierno. En segundo lugar, del desempeño de la economía mundial, que parece ir hacia una senda de recuperación. Y en tercer lugar, de la actitud que están tomando los países frente a la posibilidad de tomar riesgos.