El clásico del Eje Cafetero entre Once Caldas y Deportivo Pereira quedó marcado por la controversia y no precisamente por el fútbol. En medio de un partido disputado en el estadio Palogrande, una presunta situación de racismo protagonizada por el jugador del equipo local, Joel Contreras, y el delantero hondureño Rubilio Castillo generó un fuerte debate que trascendió el resultado deportivo.
Al finalizar el encuentro, Luis Fernando Suárez, técnico del Deportivo Pereira, denunció que a su delantero le habrían llamado “simio” en la cancha, lo que provocó que Rubilio Castillo rompiera en llanto. Sin embargo, Contreras ha negado categóricamente estas acusaciones, asegurando que nunca utilizó un insulto racista contra su colega.
Visiblemente afectado por la situación, Joel Contreras dio su versión de los hechos en zona mixta, defendiendo su inocencia y lamentando el impacto que la denuncia ha tenido en su imagen y la de su familia.
“Es una escena bastante triste cómo se da. Yo no le digo nada, antes me acerco a darle la mano, lo único que le dije fue ‘levántese’ y el otro (Rubilio) se para prácticamente a llorar diciendo que yo le había dicho ‘simio’, cuando las cosas no son así”, afirmó Contreras, intentando aclarar su postura.
El jugador del Once Caldas insistió en que nunca utilizó términos racistas y que, de haber sido así, el árbitro, quien estaba cerca de la jugada, lo habría sancionado inmediatamente.
“Vengo de una familia que me ha inculcado valores y respeto. Donde yo hubiera dicho eso, el árbitro estaba al lado y me hubiera expulsado. Sabían que tenía amarilla, es un clásico, lo que querían era que quizás me expulsaran diciendo que yo había sido racista. Creo que las cosas no son así. La verdad me siento triste porque me están atacando bastante, yo creo que sin justa razón”, agregó el futbolista.
Contreras continúa sosteniendo que lo ocurrido en la cancha ha sido una confusión y asegura que no tiene antecedentes de comportamiento racista.
“En ningún momento le digo eso (simio), le digo ‘levántese’ y en la televisión se ve que yo le alcanzo la mano. Yo no le voy a decir ‘simio’ y le voy a dar la mano. Creo que eso son excusas, es un clásico y la verdad me siento bastante triste, me siento súper atacado y perseguido”, sentenció.
Además, aseguró que ha solicitado la revisión de las cámaras para demostrar que no hubo insulto racista. “Estoy sonando por todo lado y no es una cosa buena. Es triste que el jugador salga a llorar y diga que yo le dije ‘simio’ cuando no fue así. Yo dije que revisaran las cámaras cuando no se ve nada, lo único que se ve es que yo le alcanzo la mano para que se levantara”.
Ante la gravedad de las acusaciones, el Once Caldas no tardó en manifestarse y emitió un comunicado oficial en el que reafirma su compromiso con la lucha contra el racismo y la discriminación en el fútbol.
“Once Caldas S.A., junto a sus directivos, jugadores e hinchada, manifiesta su rechazo absoluto a cualquier acto de racismo dentro y fuera de los escenarios deportivos. Como institución, nos regimos por valores de respeto, inclusión y juego limpio, principios que han caracterizado nuestra historia y compromiso con el fútbol”, expresó el club en su comunicado oficial.
El episodio entre Joel Contreras y Rubilio Castillo ha vuelto a poner sobre la mesa la discusión sobre el racismo en el fútbol. A lo largo de los años, el deporte ha sido testigo de numerosas situaciones en las que jugadores han denunciado insultos discriminatorios en la cancha. Algunos casos han sido sancionados con dureza, mientras que en otros, la falta de pruebas ha generado incertidumbre y polémica.
Por ahora, queda la incertidumbre sobre lo que realmente ocurrió en el campo de juego. Mientras Rubilio Castillo mantiene su versión de los hechos, Joel Contreras insiste en su inocencia y espera que la revisión de las imágenes sirva para esclarecer la situación.
Más allá del desenlace, este caso deja una lección importante: el racismo en el fútbol sigue siendo un problema latente que debe ser abordado con seriedad y compromiso por parte de los clubes, los jugadores y las autoridades deportivas. En un deporte que debería unir a las personas sin importar su origen, el respeto y la igualdad deben ser siempre la prioridad.