“ISA no es una compañía para ser filial de nadie y menos de Ecopetrol”: Germán Jaramillo

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Han pasado más de 40 años desde que Germán Jaramillo Olano renunció a la Gerencia de ISA, empresa que entonces operaba la central de Chivor, así como la llamada línea de interconexión central y las líneas de transmisión eléctrica a los Santanderes y a la Costa Caribe. “Era un paquete grande”, comenta el empresario paisa.

Aunque accedió a conversar con EL COLOMBIANO sobre los inicios de la empresa y su primera consolidación como jugador relevante del sector eléctrico, no fue posible separar de la charla algunos cuestionamientos que tiene sobre el manejo actual de la compañía, las tarifas que pagan los usuarios y de las normas que rigen la industria.

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¿Cuándo usted se asoma a lo que es ISA en la actualidad, se parece a lo que imaginó que podía llegar a ser, o es mucho más grande de lo que pensaba?

“La ISA de hoy no se parece mucho a la ISA inicial. Esa empresa se creó, básicamente, atendiendo una especie de exigencia del Banco Mundial. El Banco Mundial por allá en 1962 y 1963 empezó a presionar a las empresas para que hicieran la interconexión de sus sistemas”.

¿Usted presenció el “sacrificio” hecho por los socios para crear a ISA?

“Sí, claro. Esa fue la parte más complicada del inicio de ISA. Y aquí aprovecho para acabar de contestar la primera pregunta. En 1995, cuando ISA se quedó solo con la transmisión, el gerente de entonces era Javier Gutiérrez, y él pensó en hacer crecer a ISA, y fue así como arrancó la actividad internacional. Hoy en día ISA tiene una actividad por fuera del país que es más grande que lo que hace en Colombia. Inclusive en Brasil es inmenso, y además tiene concesiones viales con importantes autopistas en Chile y en Colombia, así que es otra ISA. Vale decir que la ISA que yo dejé, tampoco era pequeña. Por ejemplo, le voy a dar un dato que mucha gente no cree, pero es real. Cuando yo me retiré, ISA era más grande que Ecopetrol. Entonces, hoy en día a mí me duele enormemente que ISA sea filial de otra compañía. ISA no es una compañía para ser filial de nadie y menos de Ecopetrol, que es una entidad que está sujeta a los cambios gubernamentales, en una forma absolutamente inusitada”.

¿Qué aportaron los socios para constituir a ISA?

“En agosto de 1963, en la gerencia de EPM se celebró la primera reunión sobre interconexión eléctrica y ahí se creó el Comité de Interconexión que tenía miembros de Empresas Públicas de Medellín (EPM), Empresa de Energía de Bogotá (EEB) y la CVC del Valle. Y por alguna circunstancia, que nunca supe el por qué, a mí me nombraron secretario de ese primer comité. Allí se empezó a estudiar la parte técnica y el aspecto organizacional, en dos análisis diferentes que se contrataron con consultores colombo ingleses en el caso técnico y americanos en el caso de la parte organizacional. Eso derivó en una propuesta concreta, de muchas alternativas que se estudiaron, y lo que se acordó hacer fue una empresa que ejecutara la interconexión, construyera las plantas de generación grandes, y que administrara la operación y estuviera a cargo de la planeación del sistema”.

¿Qué pasó tras ese acuerdo?

“Cuando se fundó a ISA hubo 4 socios, cada uno con el 25%: EPM, EEB, CVC y el Instituto Colombiano de Energía Eléctrica (Icel) que era el responsable de las electrificadoras en el país. Al crearse ISA como una sociedad anónima, se acordó darle una participación pequeñita a la Central Hidroeléctrica de Caldas (Chec) y a la central de Anchicayá, como para completar 6 socios que se necesitaban. Esa entidad se creó en septiembre de 1967 y en mayo de 1968 se nombró el gerente. Según lo acordado, el gerente sería bogotano, el gerente técnico sería antioqueño y el gerente administrativo sería caleño. Así empezó ISA, con 3 empleados, un conductor, una secretaria y un mensajero, y $5 millones de capital. Eso empezó de cero, fue una oportunidad absolutamente única de hacer una empresa como debía ser. Es decir, una empresa pública, pero sin los vicios de las empresas públicas. Y la verdad es que eso se pudo hacer. Los 4 socios aportaban en pesos la parte que les correspondía de los proyectos”.

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¿La presión del Banco Mundial era para las empresas o para el gobierno?

“Para las empresas a las que el Banco Mundial les había concedido créditos, es decir EPM, EEB y la CVC. Entonces, el Banco Mundial empezó a decirles que no les iba a dar más créditos, sino hacían la interconexión. Y sugirió, además, que la compañía que manejara la interconexión, debía encargarse de los nuevos proyectos de generación de energía grandes. Tras conformarse el comité de interconexión se adelantaron unos estudios técnicos y administrativos de cómo debía ser esa empresa. Todo eso derivó en el nacimiento de ISA en 1967, lo que también fue presionado por el presidente Carlos Lleras Restrepo”.

Desde el inicio ISA sería responsable de la generación, la transmisión y la operación del sistema...

“Sí. Todo lo que era la operación y sobre todo el despacho de energía, es decir, lo que hace XM. Así se creó esa empresa y así funcionó entre 1968 hasta 1995, cuando debido a la Ley Eléctrica hubo que escindir la parte de generación de la de transmisión, por lo que ISA quedó muy disminuida, porque la parte de generación era mucho más grande que la de transmisión”.

¿Qué tan disminuida quedó ISA?

“Diría que una tercera o una cuarta parte de lo que era, y lo que se escindió dio origen a Isagén, excepto Chivor que el gobierno vendió. Así que yo que estuve en la compañía desde 1968 me tocó la ISA grande, generadora, transmisora y la responsable del despacho de electricidad”.

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¿Esa escisión de ISA, usted cómo la analizó?

“La Ley Eléctrica le abrió el camino a la entrada de una serie de empresas privadas al sector que había sido eminentemente público, y estableció unas normas para la construcción de nuevas centrales y el establecimiento de las tarifas. Nunca he querido cuestionar eso, porque primero no me toca y segundo yo fui de una escuela distinta desde el punto de vista tarifario y desde el punto de vista de planeación. No obstante, no deja de preocuparme tremendamente que el país no tenga planeación eléctrica”.

¿Por qué lo comenta?

“Ahora lo que se hace es que el que quiera hacer alguna cosa, la mete allá, a esa olla, y no importa si el proyecto es económico o no. La planeación del sistema desapareció en gran parte con la Ley Eléctrica y eso todavía no puedo entenderlo totalmente. El hecho de que ISA genere o no es una cosa secundaria. Esa ley afectó a ISA y a ninguna otra empresa, porque la transmisión que tenían otras compañías de sus centrales seguía vigente. Lo que sí pasó fue que a la tarifa le metieron un componente comercial y de distribución muy importante. Para mi gusto, demasiado importante. En las épocas anteriores, la tarifa tenía dos componentes, generación y distribución, y la generación era muy superior en magnitud, por ahí del orden de 60% o 65% y la distribución el resto. Hoy en día la generación es mucho menos de la mitad y la distribución y la comercialización tienen un valor muy grande, que fue lo que se hizo precisamente para que pudiera haber otra serie de empresas de tipo privado que comercializarán”.

¿Qué consideración hace de ese esquema del sector eléctrico?

“La verdad el sistema ha funcionado un poquito privilegiado por la regulación”.

¿Cree que las tarifas de energía que pagamos los usuarios deberían ser más baratas?

“Yo creo que sí. Solo voy a dar una razón. No existe el menor incentivo para las empresas de ser eficientes. No existe. Entonces, si una empresa es ineficiente, igual se lo van a pagar”.

Cuando oye que hay riesgo de apagón, o que el Gobierno no paga los subsidios, o que el problema de la Costa Caribe persiste, ¿en qué piensa?

“La verdad es que a las empresas les hace falta un poco organización y eficiencia. El problema de la Costa es de toda la vida, los contrabandos y las componendas son tremendas, y eso es de difícil solución. Las pérdidas de la Costa son inmensas y allá nunca una empresa podrá tener tarifas económicas si quiere. Tendría que vencer toda ese cultura de no pago que existe allá”.

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¿Además de los $5 millones de capital, los socios aportaron activos o infraestructura eléctrica para levantar la interconexión?

“No. Lo que sí aportaron fueron estudios, pero nada de bienes. La EEB aportó los estudios de Chivor, EPM entregó los estudios de lo que llamaban Samaná, que después ISA bautizó como San Carlos. Y es que EPM ha tenido un concepto un poco curioso al llamar a sus proyectos no con el río con que se hacen, sino con el río al cual desembocan. Por ejemplo, Guatapé se debería llamar Nare, porque realmente es el río Nare el que genera y desemboca al río Guatapé. Entonces, a San Carlos la llamaban Samaná porque las aguas del río San Carlos generaban e iban a desembocar al Samaná”.

¿En qué momento ISA empieza a levantar su primera torre?

“La primera función fue hacer la interconexión, es decir, ya estaban los estudios listos y las especificaciones para hacer la licitación. Lo primero que nos tocó hacer fue licitar la interconexión central, que era la interconexión de los sistemas de Guatapé con La Mesa en Cundinamarca y Yumbo, en el Valle, en forma de Y con un lugar central en la subestación de La Esmeralda de las Chec, en Caldas. Esa Y tenía 3 líneas, lo que se adjudicó hacia principios del año 1969. Eso se lo ganó una firma colombo-italiana y la inauguración estuvo a cargo del entonces presidente Misael Pastrana en los años 70”.

¿Qué más ejecutó esa ISA?

“En el año 70 se empezó Chivor. También se tenían los estudios de factibilidad, y se le adjudicaron las obras civiles a la firma italiana Impregilo. Esa central se inauguró en 1977. También vino la interconexión adicional de Guatapé con Barrancabermeja, que entró a los Santanderes. Se empezó a estudiar la línea de interconexión con la Costa Caribe, que se construyó posteriormente. Hubo estudios para una serie de centrales hidroeléctricas en todo el país y se construyeron las centrales térmicas en Zipaquirá y Chinú. En 1977 se contrató San Carlos”.

¿Repasamos por qué fue su salida de ISA o prefiere dejar quieto el asunto?

“Ese fue un episodio un poco curioso. Yo estaba en mi casa, un puente festivo, viendo el noticiero de Jaime Soto en televisión. Y vi que el presidente (Belisario Betancur, q. e. p. d.) había ordenado la destitución de dos funcionarios de ISA por actividad en política. Inmediatamente cogí el teléfono y llamé al ministro (Carlos Martínez Simahan), y le dije que lo que acababa de escuchar no era cierto. También le dije que si me ordenaban esa destitución, no iba a cumplir la orden, significara eso lo que significara. Él no me dijo mucho, y al otro día, muy temprano, escribí una carta de renuncia. Me fui con la carta para la oficina y todos los funcionarios me pidieron que no la presentara y que tratara de resolver el asunto. Así que fui a Bogotá y estuve una semana tratando de hablar con el ministro o con el presidente y ninguno de los dos quiso recibirme. Volví a Medellín y varios días después me llegó la orden del ministro de destituir a esos funcionarios. Entonces le dije a la secretaria, usted ya conoce la carta, escríbala y la mandamos”.

¿Por qué en ese momento, el presidente tenía injerencia en ISA?

“Hay que recordar que ISA era una entidad oficial, con socios municipales y nacionales. Por allá, en 1975, la junta era de cuatro personas, los gerentes de las cuatro entidades (EPM, EEB, CVC e Icel). Jaime García Parra (q. e. p. d,), como ministro de Minas y Energía, resolvió que el representante del Icel en la junta de iba a ser él. Eso muestra que entre 1967 y 1975 prácticamente no hubo ninguna participación, de ninguna clase, del Gobierno Nacional. Más aún, antes de la creación del Ministerio de Minas y Energía el sector eléctrico dependía del Ministerio de Obras Públicas, y a ese despacho ni le interesaba el tema ni se metía para nada. Por eso el sector funcionaba con una absoluta libertad y una independencia total. Entonces, cuando García Parra entró a la junta, fue la misma asamblea de accionistas la que consideró que esa cartera debía estar en la junta y se creó un puesto nuevo, el quinto, y resultaba mejor una junta impar que una par, para efectos de decisiones, aunque allá no se votaba nunca y todo era por consenso”.

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¿En los años en los que usted estuvo en ISA  hubo riesgos de apagones?

“Sí, hubo un riesgo grande cuando estaba por entrar la central de Chivor que en su primera etapa era de 500.000 kilovatios, que en esa época eran una barbaridad. La demanda creo que sería de dos millones de kilovatios, y con 500.000 kilovatios Chivor era la Hidroituango de la época. Hubo una campaña importante de ahorro de energía que funcionó, aunque hubo un pequeño racionamiento, sobre todo en las horas del pico de la noche. Después hubo el famoso racionamiento del año 92, que ese no me tocó a mí”.

¿Y hoy qué ve en ISA?

“ISA tuvo una independencia política en los nombramientos de su gerente durante muchísimos años. Eso vino a politizarse muy recientemente, muy especialmente con los dos últimos gerentes. Y es que al gerente lo nombraba la junta directiva, que fue el caso mío”.

Al participar en la creación desde cero, de una empresa como ISA, ¿qué mensaje les da a los emprendedores?

“Queríamos hacer una empresa que fuera técnica, apolítica, eficiente y que fuera una muy eficiente empresa privada de carácter oficial. Y eso se logró. Cuando se acercaban las elecciones, me llegan las cartas de los directorios políticos pidiéndome la nómina de ISA con la filiación política. Entonces, la secretaria contestaba: ‘Lamentamos informarle que no le podemos enviar la nómina de ISA con su filiación política, ya que no la conocemos, pues este no es requisito de ingreso’. La verdad es que ISA logró mantenerse en un nivel de independencia política muy grande. Yo a los políticos los respetaba, pero exigía que ellos me respetaran a mí también”.

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