El asteroide 2024 YR4 ¿realmente podría impactar la Tierra? Un experto responde

Enrique Gómez Martínez.

El asteroide 2024 YR4 ha captado la atención mundial debido a su proximidad a la Tierra y su inicial —aunque mínima— probabilidad de impacto. A pesar de la desinformación en redes sociales, los astrónomos han aclarado que el riesgo es extremadamente bajo.

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Para comprender mejor este fenómeno, conversamos con Pablo Cuartas, profesor y cocreador del programa de Astronomía de la Universidad de Antioquia, quien explica su tamaño, trayectoria y potencial impacto, además de las estrategias globales para monitorear y desviar asteroides, pues su análisis ayuda a separar los mitos de la realidad y a entender cómo la ciencia responde a estas amenazas cósmicas.

“Se trata de un asteroide cercano a la Tierra, conocido en inglés como Near-Earth Asteroid (NEA). Es uno de los más de 37.000 asteroides de este tipo que se han identificado hasta la fecha. Su nombre sigue una nomenclatura específica: el 2024 indica el año de descubrimiento, la letra Y señala que fue detectado en la primera quincena de diciembre, y el R4 corresponde a su orden en la lista de objetos descubiertos en ese periodo.

Este asteroide fue identificado por el Observatorio El Sauce en Chile dedicado al seguimiento de cuerpos pequeños. Tras su descubrimiento, fue reportado al Centro de Objetos Menores de la Nasa y al CINEOS (Center for Near-Earth Object Studies), que es el organismo encargado de monitorear asteroides potencialmente peligrosos”.

“El asteroide tiene un diámetro estimado de entre 40 y 90 metros, lo que lo hace comparable al tamaño de un coliseo cubierto, como el Iván de Bedout en Medellín, y si impactara la Tierra causaría una destrucción significativa: se mueve a unos 14 kilómetros por segundo y su masa es suficiente para liberar una energía equivalente a varias decenas de megatones, comparable a una bomba termonuclear.

Este tipo de asteroide es conocido como city killer (asesino de ciudades), ya que una explosión de tal magnitud podría generar un cráter de hasta dos kilómetros de diámetro y devastar una zona de aproximadamente 50 kilómetros a la redonda”.

“La probabilidad de impacto depende de varios factores: el cálculo preciso de la órbita, el tamaño y la velocidad del asteroide. Como este es un objeto relativamente pequeño —de entre 40 y 90 metros—, cada nueva observación que refine estos datos puede modificar las estimaciones de su trayectoria y, por ende, la probabilidad de impacto.

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Este proceso es común en el seguimiento de asteroides. A medida que se obtienen mediciones más precisas de su tamaño, velocidad y trayectoria, los cálculos se actualizan y los valores de probabilidad fluctúan. Por eso, el CINEOS y otros centros de monitoreo están constantemente recopilando y refinando datos para mejorar las predicciones”.

“Sí, a menudo somos muy cataclísmicos y apocalípticos, nos encanta pensar en escenarios de fin del mundo. Sin embargo, lo realmente importante es contar con información veraz y respaldada por expertos, como los astrónomos que estudian estos objetos y las agencias que los monitorean, como la Nasa.

Cuando se habla de probabilidades de impacto del 2% o el 3%, hay que entender lo que realmente significan. Actualmente, la probabilidad se ha reducido al 0,28%, es decir, ni siquiera alcanza el 1%. Para ponerlo en perspectiva, es como si en una rifa de 100 boletos, la Tierra inicialmente hubiera comprado un par, pero ahora ni siquiera tiene el equivalente a uno.

Los medios de comunicación deben ser cuidadosos y asesorarse con expertos para informar con precisión, sin generar alarma innecesaria ni fomentar narrativas de desastre inminente”.

“Este protocolo se activó porque, por primera vez, un asteroide registró una probabilidad de impacto superior al 1%. En la escala de Torino, que mide la peligrosidad de estos objetos, este asteroide recibió un valor distinto de cero. Tener un valor diferente de cero en esta escala no significa un peligro inminente, pero sí indica que el objeto merece atención y seguimiento. Esta activación del protocolo refleja la importancia de contar con estrategias y procedimientos establecidos para evaluar y gestionar posibles amenazas de impacto”.

“Sí, parte del cálculo de la trayectoria de un asteroide incluye la determinación de las posibles zonas de impacto, lo que se conoce como impact path o camino de impacto probable.

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En el caso de 2024 YR4, ese camino atraviesa el norte de Suramérica —incluyendo Colombia, Venezuela y Brasil—, además del océano Atlántico y parte de África. Estas son las áreas que, según las simulaciones, podrían estar en la trayectoria del impacto, aunque la probabilidad sigue siendo extremadamente baja. Estos cálculos los realiza el Centro de Monitoreo de Objetos Cercanos para evaluar los posibles escenarios”.

“Es algo bastante común. La Tierra es golpeada por pequeños objetos todos los días, la mayoría se desintegran en la atmósfera y los vemos como estrellas fugaces. Los impactos de mayor tamaño ocurren con menor frecuencia. Por ejemplo: Objetos del tamaño de una pelota de fútbol pueden entrar en la atmósfera una vez al año. Para saber más: La Nasa reduce el riesgo del asteroide 2024 YR4 para la Tierra, pero aumenta la amenaza para la Luna

Objetos del tamaño de una casa pueden impactar aproximadamente una vez por década, como ocurrió con el meteorito de Chelyabinsk en 2013. Asteroides del tamaño de 2024 YR4, de varias decenas de metros, son aún menos frecuentes, con eventos estimados cada siglo o más.

Es decir, el impacto de un asteroide es una certeza estadística: no es cuestión de si ocurrirá, sino de cuándo. Existen cálculos que permiten estimar la frecuencia de estos eventos y ayudar en su monitoreo y prevención”.

“Sí, hay estrategias viables. El impacto cinético, por ejemplo, ya se ha probado con éxito en la misión DART (Double Asteroid Redirection Test), donde logramos desviar la trayectoria de un asteroide. Este experimento fue un ensayo para entender cómo podríamos actuar ante una amenaza real.

No obstante, otras estrategias, como el tractor gravitacional —que consiste en colocar una nave cerca del asteroide para atraerlo y modificar su órbita— nunca se han probado en la práctica. Ninguna de estas tecnologías está lista para un despliegue inmediato. En caso de una amenaza real, habría que planear, diseñar y ejecutar una misión específica para intentar desviar el asteroide”.

“En Colombia, estudiamos las trayectorias de objetos cercanos y otros cuerpos del sistema solar. En la Universidad de Antioquia, el profesor Jorge Zuluaga lidera un grupo de investigación en mecánica celeste y actualmente ha iniciado el monitoreo de 2024 YR4 desde la astronomía colombiana.

Además, Astroco, la Asociación de Astrónomos Colombianos, también está siguiendo este asteroide y promoviendo la creación de grupos de estudio sobre estos objetos. Se han planteado propuestas a instituciones como el Ministerio de Ciencia, la Fuerza Aeroespacial Colombiana —que es la Secretaría Técnica de la Comisión Colombiana del Espacio— y la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo para fortalecer el seguimiento de estos fenómenos.

Hasta ahora, Colombia no había estado en el camino de impacto probable de un asteroide, por lo que este tema no había sido una prioridad, aunque la reciente atención mediática ha puesto en evidencia la necesidad de integrar este tipo de riesgos en los planes de prevención. Nos preocupamos por inundaciones, terremotos y erupciones volcánicas, pero casi nunca por la posibilidad de un impacto de asteroide, y es un escenario real.

Entonces, la pregunta no es si un asteroide impactará la Tierra, sino cuándo y dónde. En algún momento sucederá un evento significativo. Por eso, desde la astronomía colombiana estamos impulsando el seguimiento científico y técnico de estos objetos y promoviendo estrategias para que el país esté preparado ante esta posibilidad”.

“No hay razón para alarmarse. En primer lugar, porque contamos con un monitoreo permanente de este tipo de objetos.

En segundo lugar, porque la probabilidad de impacto es extremadamente baja y ha disminuido aún más: actualmente es inferior al 1%. Para ponerlo en perspectiva, ahora estamos hablando de una probabilidad de 3 en 1.000, es decir, si hubiera una rifa con 1.000 boletos, la Tierra habría comprado solo tres. Es una probabilidad mínima.

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Es importante mantenerse informado, pero a través de fuentes confiables. No se trata de seguir rumores en redes sociales, WhatsApp o X, sino de consultar fuentes oficiales, como el Centro de Monitoreo de la Nasa, que actualiza constantemente la probabilidad de impacto no solo de YR4, sino de muchos otros objetos cercanos a la Tierra”.

“A lo largo de la historia, varios asteroides han impactado la Tierra, pero ninguno había generado un temor mediático como este. ¿La diferencia? Estamos en pleno siglo XXI, con acceso masivo a redes sociales e información en tiempo real, lo que ha amplificado la discusión global sobre el tema.

Por ejemplo, en 1908 un objeto impactó en Tunguska, Siberia, y en 2013 otro explotó sobre Chelyabinsk, Rusia. Ambos eran más pequeños y se desintegraron en la atmósfera, pero aún así causaron daños.

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