El nombre de Imre Kocsis siempre será recordado en el fútbol profesional colombiano. A la edad de 89 años, falleció este lunes en Medellín, pero dejó un legado imborrable en toda su familia, amigos y colegas.
Nació en Mezotúr, Hungría, en 1935, pero su trayectoria y los grandes éxitos los cosechó en Colombia.
Arribó a Bogotá en 1957 y allí vivió cerca de dos años. Posteriormente, se aventuró algunos meses por el Pacífico colombiano, más exactamente en territorio chocoano, donde convivió con los Emberá Katio, junto a algunos de sus compatriotas húngaros antes de llegar a Medellín.
Ingeniero mecánico de profesión, se adentró en el fútbol colombiano jugando en Independiente Santa Fe en el año de su llegada a la capital, sumado a la trayectoria que ya traía desde Hungría en equipos como el Mezoturi, el Szolnoki MAV, entre otros. También vistió la camiseta de la selección de su país.
Establecido en Medellín, se casó en 1965 con Blanca Esther Molina, quien también falleció hace 16 días en la ciudad, y producto de ese amor, nació Rosa Kocsis, su única hija. El profesor Imre Kocsis convivió con el parkinson y el alzheimer sus últimos años de vida.
En la capital de Antioquia se unió a Atlético Nacional para ser formador en las divisiones menores y jefe de entrenadores, aportando todo su conocimiento y ayudando en la fundamentación de las nuevas generaciones que salían del club en las décadas del 80, del 90 y entre 2001 y 2002.
En Nacional conoció al profesor Luis Fernando Montoya, a quien impulsó para dirigir a la escuadra verde y blanca en propiedad entre 2001 y 2002. “Mi papá tuvo una relación muy bonita con el profe Montoya, siempre fueron muy amigos y siempre estuvo muy cerca a él después de la experiencia en Manizales”, le contó a este diario Rosa Kocsis.
Posteriormente, Imre Kocsis fue llamado por Montoya para trabajar en Once Caldas, después de compartir mucho tiempo en Nacional, y fue allí en el ‘Blanco Blanco’ donde supo ser campeón de la Copa Libertadores del 2004, y la Copa Mustang (hoy Liga Betplay) del 2003.
“Tuve la fortuna de compartir con el profe Kocsis en Once Caldas en esa Libertadores del 2004, en un cuerpo técnico seleccionado por el profe Montoya, y como buen europeo, siempre fue muy disciplinado, estricto en lo que hacía y con lo que enseñaba”, aseguró Luis Alfonso Sosa, amigo y compañero de trabajo de Kocsis en el equipo de Manizales.
Fue un asesor y consejero de Luis Fernando Montoya en la parte técnica y táctica, siendo clave en el crecimiento futbolístico de los jugadores que hacían parte del club en ese entonces.
“Siempre fue muy especial, muy cordial con nosotros, se preocupaba mucho por preparar técnicamente al jugador, les trabajaba ambos perfiles, además de la asesoría con el profesor Montoya”, agregó Sosa.
Juan José Peláez fue otro gran amigo y colega de Imre Kocsis. Juntos fundaron en Medellín una escuela de fútbol en 1999 llamada San Miguel FC, que se dedicó a la formación y preparación de jóvenes que aspiraban a ser jugadores profesionales.
Un hombre espiritual y gran devoto de la Virgen María, además escribió varios libros entre los que se destaca “Ermi, el desconocido”, un texto que narra su experiencia de juventud en medio de la guerra y cómo salió de allí.
Las honras fúnebres del maestro Imre Kocsis, como lo llamaban muchos de sus amigos y colegas, se realizaron este martes a las 10:00 a.m. en la iglesia del parque de El Poblado, para posteriormente ser sepultado en el cementerio Campos de Paz, dejando un gran ejemplo de profesionalismo, calidad humana y amor por el fútbol.