Casi todas las horas del día se las dedica al fútbol. Terminan los entrenamientos del equipo profesional del DIM en Itagüí, y se sienta en su oficina a ver videos, analizar los rivales, pensar en cómo ayudar a sus futbolistas a mejorar.
En un tablero gigante tiene varios apuntes: partidos de torneos internacionales, el fixture del equipo, ideas. Planea las prácticas de la próxima jornada, pero entiende la importancia del día a día. Alejandro Restrepo es un técnico estudioso, diferente, que pasa por un buen momento, no solo en su carrera, sino en su vida personal. Recientemente, se estrenó como papá. Tras un receso en Liga, conversó en exclusiva con este diario.
“Pienso que el momento en el fútbol siempre debe ser el presente, el ahora. Por eso veo el buen rendimiento que tenemos en este momento como una consecuencia del trabajo que hemos hecho. Nosotros llegamos al equipo el 7 de agosto de 2024. Para un grupo humano, cada que hay un cambio es complicado. Los grupos necesitan tiempo para recibirlo a uno. Para nosotros, el grupo fue de menos a más siempre y nos recibió bien. Por eso logramos una clasificación muy difícil en Copa Sudamericana con solamente 8 días de entrenamiento. Después estuvimos a un punto de clasificar a los ocho y competimos de buena forma en la semifinal de la Copa contra el rival de patio. Al final, quedó el sinsabor de no haber logrado un título teniendo tres competencias, pero somos conscientes de que la institución estaba armando su nuevo proyecto deportivo. Ahora trabajamos para ratificar la confianza que nos dieron”.
“Soy un defensor de los grupos humanos y cuando se conforman con planificación, con visión, con un compromiso para estar en lo más alto, como sucede en este caso, todo es más fácil. Después hay situaciones que no puedes controlar como las lesiones que ocurren en el camino. Sin embargo, por eso se arman plantillas largas donde, por lo general, hay jugadores que aunque no son titulares, saben que se preparan para el momento que deban jugar”.
“Yo creo que sí. Algunos de nuestros futbolistas que a lo mejor veían muy lejos la oportunidad de ser figuras de un club tan grande como Independiente Medellín (como el caso del juvenil Luis Escorcia), han logrado, con su preparación y esfuerzo, tener la oportunidad para demostrar la capacidad que tienen y por qué los han traído a la institución”.
“No es fácil tener pausas tan largas como esta de 15 días cuando ya arrancó un campeonato. En ese caso, uno debe tener buena comunicación con el cuerpo técnico y tomar decisiones. La decisión que tomamos fue hacer dos microciclos en este periodo. Además, darles un poco de descanso a los futbolistas después de haber conseguido siete puntos en las últimas tres fechas”.
“Los jugadores descansaron los dos primeros días de la semana inicial. Después hicimos un primer microciclo de mantenimiento, recuperación, que terminó con prácticas de fútbol con equipos de la ciudad. El segundo ciclo ha sido el preparatorio para el partido contra Llaneros (jueves 8:00 p.m.). En él hemos contado con cinco sesiones de entrenamiento que nos ayudan a estar preparados para competir ante un gran rival”.
“Nosotros creemos mucho en el grupo. En el plantel hay una buena mezcla entre juventud y experiencia. Tenemos jóvenes que tienen muchos partidos en el fútbol profesional porque han pasado por el campeonato de la B, que sabemos es muy difícil, junto a futbolistas con recorrido que se complementan bien”.
“Desde hace un tiempo nos hemos enfocado en trabajar en el convencimiento de los jugadores. En enero llegó Pablo Felipe Jaramillo, un psicólogo deportivo que ya ha tenido experiencia en otros clubes. Con él hacemos mucho énfasis en trabajar la visualización con los futbolistas para que, por medio de diferentes actividades, puedan proyectar situaciones que ocurrirían en el futuro para que estén listos cuando llegue. El objetivo es que no solo se queden en el sueño, sino realizar acciones en el día a día que nos lleven a conseguir el objetivo de, por ejemplo, ser campeones de la Liga”.
“Los futbolistas y cuerpo técnico hemos tenido buena sinergia con él y lo mismo de su parte con el grupo. Por eso, a través de esas estrategias sencillas como la arenga de “Medellín campeón” antes de salir a jugar, nos ayudan. También tenemos otras más técnicas con las que nos han ayudado a fortalecer la parte mental. Sin embargo, creo que sin buenos futbolistas, planificación, entrenamiento, o competir como lo venimos haciendo, no alcanzaríamos las metas trazadas”.
“Lo primero que hay que mirar es el calendario que se tiene. El fútbol moderno te cambia los tiempos. Para el próximo partido tuvimos 12 días de trabajos, pero hay otros para los que solo tenemos tres jornadas. Sin embargo, en una semana de sábado a sábado, los primeros dos días, después del último juego, se usan para la recuperación física y mental del equipo. Además, a los que fueron suplentes les ponemos una carga física parecida a la del duelo. Luego empezamos a planificar. Tenemos un departamento de análisis que nos informa todo sobre el rival y cómo podemos hacerle daño. Después hacemos el trabajo en la parte táctica, con situaciones que pasen. Luego hacemos situaciones reales de juego desde los espacios reducidos. Le damos variantes a nuestra estructura. Buscamos ventajas que queremos que pasen en el partido. Todo gracias a la metodología que tenemos con el cuerpo técnico, que ya acumula 200 partidos. Planeamos cómo presionar a los rivales, cómo salir rápido, cómo encontrar ventajas ante el rival. Luego mostramos videos a los jugadores. En los últimos días simulamos jugadas de balón parado y lee damos detalles a los jugadores. Todo en cinco días”.
“Hay que diferenciar la preparación del equipo, de la capacidad de decisión del entrenador. Por ejemplo, en partidos como el que jugamos contra Envigado, que fue atípico, nos benefició el hecho de no tener sparings toda la semana, sino que nuestros futbolistas lo sean. Eso nos permite que jueguen en distintas estructuras, ubicaciones. De esa manera preparamos al jugador para el cambio que se puede dar en competencia como empezar con defensa par y luego pasar a una impar. El otro lado es el arte, el talento con el que cada uno de nosotros venimos para decidir, algunas veces guiados por la intuición, por las situaciones que vemos, por la conversación con los asistentes y luego, como líder, tomar o no la decisión de cambiar a algún futbolista. Eso debe hacerse en minutos o segundos”.
“Teniendo en cuenta que estamos en el 25 o 30% del campeonato, yo trato de ser prudente porque conozco la Liga. Por la dinámica de nuestro fútbol, sé que los quipos que no están arriba, ganando dos o tres partidos consecutivos se pueden meter en cuadrangulares y después ser finalista. Eso lleva a pensar que hay que tener los pies en la tierra y entender que cada partido te da máximo tres puntos. Cada uno es una final. En una liga como esta, todos los rivales juegan algo: entrar a los 8, descenso, reclasificación. Por supuesto, uno sabe que los favoritos son los equipos que tienen mejor presupuesto, pero cualquiera puede competir”.
“En la parte mental siempre hay que estar tranquilos, como grupo e individuos. Saber que cada partido te da la opción de acercarte al objetivo. Después, en los futbolístico, hay que entender el fixture, cómo competirle a cada rival. En esta liga no hay que descuidar ningún detalle. Entre más rápido se consigan los puntos, más rápido se acerca uno al objetivo”.
“La tranquilidad la debe tener uno como profesional cuando entrega todo. Nosotros estamos encaminados hacia la consecución de objetivos comunes como ser campeones. Cuando todos vamos en la misma dirección, hay calma. Somos conscientes de que trabajamos en un ecosistema en que no podemos cerrar los ojos, descuidarnos. Esto es algo que se construye día a día. Los triunfos de cada fecha son la base para algo más grande. El fútbol y la vida son el momento presente”.
“Al final, como dicen, las personas pasan, pero las instituciones quedan. Cuando uno pasa hay que dejar algún legado. Eso es lo que estamos buscando entre todos. Estamos haciendo cosas buenas. En el club, por ejemplo, tener un comedor común para todos los empleados y jugadores permite que haya convivencia entre los chicos de las inferiores con los futbolistas y la gente administrativa. Poder compartir todos ayuda a generar sentido de pertenencia. En el DIM hay un aire de familia que genera sentido de pertenencia. Tenemos una convivencia sana”.