Detrás de la historia del desarrollo de software paisa, un nombre es el referente obligado. Jorge Hernán Aramburo Siegert fue el ingeniero que, a raíz de un “chicharrón” de 5.400 problemas se puso como meta convertir su compañía en una de las mejores ranqueadas del mundo.
Este hito lo logró no solo una sino dos veces con las certificaciones CMM y CMMI. Sin embargo, para Aramburo esto no fue un punto de llegada, sino uno de partida en la búsqueda de la excelencia.
Don Jorge, aparte de ser un gran empresario fue un hombre con amplia consciencia social. Por ello no solo se dedicó al desarrollo del software sino a la formación de ciudadanos tanto en las empresas como en los claustros académicos.
La ciudad ha perdido uno de sus grandes emblemas en tecnología, pero la huella de sus enseñanzas perdurará en todos los que fueron impactados por su personalidad y su visión del mundo.
ARTÍCULO
En la realización del pasado especial de ParcheTek, muchos nos recomendaron hablar con el señor Jorge Aramburo Siegert, otro de los padres de la génesis tecnológica de la ciudad en los años 80s. “Él le cuenta la historia de Pe a Pa, porque a él le tocó vivirla”, comentó una de ellas.
Sin embargo, al intentar contactar al señor Aramburo una triste sorpresa nos llevamos, pues en las vísperas de la realización del artículo este había fallecido.
Desde ParcheTek queremos brindarle un homenaje a ese pionero en el desarrollo del software de la ciudad que siempre se caracterizó por su excelencia, su interés por apoyar a los demás y por tener claro el principio de que más allá del beneficio económico, la satisfacción en un proyecto viene de su desarrollo en pro de la sociedad.
Visión de pionero
La historia tecnológica de don Jorge se remonta a sus años de estudiante de Ingeniería Electrónica en la Universidad de Antioquia, a finales de la década de 1970. Cómo él mismo lo señaló en tal vez su última entrevista a Antioquia TI —el pasado mes de septiembre—: “En uno de los paros de la Universidad me dije que iba a estudiar Tecnología en Sistemas. Ya con la ingeniería y la tecnología estaba preparado para incursionar en este campo”.
Si bien para 1985 el desarrollo computacional en Medellín permitía que llegaran los “mini” y “microcomputadores”, en ellos Aramburo vio una oportunidad, pues no existían soluciones informáticas para aplicar estas herramientas a tareas como los cálculos y gestiones de las nóminas.
Según recordó José Betancur, director de Nodo de Universidad Eafit, la empresa PSL comenzó con la compra de una computadora (tal vez una IBM1130 grande como un escaparate), por parte de Aramburo, que subarrendaba la capacidad de procesamiento de la misma. Luego, los clientes expresaron su necesidad de programas para ciertas tareas, pues las empresas necesitaban información para poder operar bien. Así que Jorge empezó a desarrollarlos corriéndolos en esa misma computadora.
“Yo fundé PSL en la misma generación que se fundó Ilimitada y Mecosoft, en la segunda generación de las industrias TIC en Antioquia. PSL fue primero una compañía de productos de software y, a finales de la década de 1990, incursionamos en la línea de servicios de desarrollo de software. Así se desarrollaron las dos líneas de la compañía”, apuntó en la entrevista señalada.
Desde el principio del auge computacional, Aramburo vio el potencial que traería la tecnología a la región, por ello se dedicó de lleno a ella. Confesó que dormía en la oficina de su empresa, pues diseñaba el software de noche y programaba de día. “Emprender es un acto de fe donde tú no te puedes rendir, porque tienes mil problemas, y si te rendís no logras nada”, dijo.
Camilo Gómez, vicepresidente de ingeniería en Appgate, compartió cerca de siete años con Aramburo y pudo atestiguar el talante del pionero en la búsqueda de la excelencia. Gómez indicó que Aramburo les contaba constantemente lo que sucedía en esos años iniciales de la empresa.
“Se empezaron a hacer ciertos servicios de desarrollo de software, pero había un foco fuerte en la creación del producto. Jorge, en algún momento le comenzó a apostar a un software tipo ERS (Enterprise Resource Software) como SAP, que en ese entonces era el líder global de ERP, pero solo las grandes empresas podían comprarlo porque era muy costoso”, dice Jorge.
Viendo ese potencial que generaba la ausencia de soluciones en ERS para pequeña y medianas empresas, la visión de Aramburo con PSL apuntó a crear un software de estos para mejorar la productividad y la competitividad de las empresas colombianas. Todo esto se condensó en Software sin Fronteras.
“En 1996, cuando sacamos una versión de tecnologías modernas del sistema de Enterprise Resource Planning (ERP), nos fue horriblemente mal. Nos creíamos buenos, pero esa nueva versión tuvo 5.400 defectos. Eso era un ‘crispetero’”, contó el propio Aramburo.
El hito del CMMI
El asunto de solucionar esos problemas, según recuerda Gómez, casi llevó a ESP a la quiebra, pero también causó una introspección que derivó en uno de los principales logros del ingeniero, pues el descalabro lo puso a reflexionar sobre que se había hecho mal y por qué el resto del mundo podía hacer una empresa de clase mundial, pero los colombianos no.
“La conclusión que sacaron de ese problema tan grande fue que se tenía un problema cultural. Entonces Jorge propuso cambiar la cultura de la empresa hacia una de clase mundial. Buscaron un catalizador para el cambio de mentalidad y se toparon con los modelos de valoración de madurez del proceso de software, reconocido en esa época como CMM y CMMI, y ese modelo tiene cinco niveles de madurez para ranquear las empresas”, dice Gómez.
“En ese momento yo dije: si vamos a sobrevivir y a tener éxito en esta industria tenemos que convertirnos en una compañía de clase mundial, porque para mí esto era lograble pues tenemos el mismo cerebro, usamos los mismos computadores y tenemos el mismo conocimiento”, narró Aramburo.
De acuerdo con Betancur, los niveles de madurez en la industria del software se miden en la escala CMM y CMMI, y PSL fue la primera compañía de Latinoamérica y la octava en el mundo en llegar a su máximo nivel en 2003. Ese año compartió honor con la Nasa, IBM y Boeing, entre otras. Una década después la empresa fue ratificada en este ranquin y también le abrió la puerta a que otras empresas del país se midieran a perfilarse a este logro.
“Cuando vos montás una empresa de desarrollo, lo habitual es estar en el nivel 1 que es ‘el caos’; el nivel 2 es cuando se puede repetir un proyecto y se sabe que va a quedar bien; el nivel 3 es cuando ya hay estándares que permiten llegar a buenos resultados; el nivel 4 es cuando hay estadística que permite predecir lo que va a pasar; y el nivel 5 es el de innovación continua y mejoramiento constante. Todo eso se logró por ‘terquedad’ de Jorge”, dice Betancur.
Agilismo, nuevo horizonte
Pero alcanzar el CMMI en nivel 5 no fue un punto de llegada para Aramburo y PSL, sino uno de partida para nuevas metas. En ese momento el proceso de PSL con CMMI era metodología tradicional tipo cascada, pero ya estaba comenzando una revolución en el mundo del software hacia una adopción de metodologías ágiles. Jorge intuía que el agilismo se volvería norma y así lo comenzó a adoptar, incluso con el riesgo de perder la valoración.
“Jorge se fue al Software Engineering Institute en la Carnegie Mellon University a decirles: ‘Señores, a mí no me importa si me van a quitar el CMMI. Pero el mundo será ágil. Es más, si ustedes no lo adoptan se van a quedar atrás’”, cuenta la anécdota Gómez.
PSL se metió a fondo en el asunto, pese a que Latinoamérica no estaba lista en ese entonces para contratar proyectos de software “agilistas” y, por eso, en la compañía se rechazaban proyectos que no fueran de estas características.
“PCL casi se quiebra por creer tanto en eso, pues los clientes latinoamericanos no eran capaces de adoptar ese esquema. Pero ese fue el detonante para que PSL se enfocara en el mercado estadounidense que ya tenía más incorporado el agilismo y ya estaba listo para consumir esos proyectos. Ahí la empresa marcó otro logro y comenzó a internacionalizar servicios de software, siendo uno de los pioneros en ese tema”, agrega Gómez.
Una visión social
Desde entonces, PSL ha tenido una historia relativamente estable, sorteando una que otra crisis hasta su anexión por parte de la multinacional de “nearshore” Perficient en 2020; mientras que Aramburo se dedicó a la vez a fortalecer la ciudad y el país en temas de calidad.
De hecho, en 2005, Aramburo hizo parte del plan estratégico programa nacional de electrónica, telecomunicaciones e informática que sentó las bases para una política de promoción de la innovación y el desarrollo tecnológico en Colombia. También ayudó a la creación de Intersoftware.
Además, fue impulsor del sector tecnológico de la ciudad y del programa ‘Antivirus para la Deserción’ de la Universidad de Antioquia, en la que acompañó al programa de Ingeniería de Sistemas ofreciendo charlas motivacionales a los estudiantes de primeros semestres de este pregrado.
“Después de lograr ser CMMI 5, él se fue para el gobierno a compartir su conocimiento para ayudar a que más empresas lograran ese nivel, porque él lo que quería no era que solo PSL fuera exitosa, sino que muchas en Colombia lo lograran. Esto ha llevado a que Colombia sea uno de los top 10 de proveedores de tecnología a nivel mundial. El “Valle del Software” no existiría sin el aporte de él y de PSL”, dice Betancur.
Aramburo siempre vio la tecnología como un nivelador del potencial de una persona. Para él, gracias al acceso a la tecnología y al internet un habitante del barrio más humilde de Medellín podía hacer lo mismo que alguien con más privilegios, porque ambas máquinas pueden hacer lo mismo y pueden descargar la información que sea. Solo se requiere la actitud y la disciplina adecuadas para hacer ese ‘salto’ y volverse un ciudadano del mundo. Esa era su visión.
“A través de PSL él nos formó para no solo hacer software, sino también para ser ciudadanos del mundo. Hoy hay ‘exPSLs’ en grandes compañías de Australia, Estados Unidos y Europa haciendo cosas muy buenas, porque él formaba personas a través de la cultura y el propósito”, dice Gómez.
En su última intervención grabada, Aramburo les dejó varios consejos a los entusiastas de la tecnología y a los empresarios del gremio. Aunque reconoció que les tocó una época dura, los conminó a buscar un propósito, que fuera más allá del dinero y las mezquindades y que se enfocara más en un propósito noble que ayude al progreso.
“Si usted lo puede soñar, lo puede hacer. No se desanime, sino no lo logra a la primera lo logrará a la segunda o a la tercera. Si se mete en los negocios de la tecnología, y si se abandona la mediocridad, puede lograr sus objetivos”, fue con lo que cerró su última intervención conocida Aramburo Siegert.
Paz en su tumba.