En lo alto de Cerro Pachón, a 2,682 metros sobre el nivel del mar en el norte de Chile, el Observatorio Vera C. Rubin está a punto de revolucionar la astronomía moderna, pues este observatorio, que alberga la cámara digital más grande del mundo, tiene como misión capturar todo el cielo nocturno con una resolución de 3,200 megapíxeles.
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Para dar una idea, cada imagen de esta cámara equivale a la captura de 300 teléfonos celulares y cubre una extensión del cielo equivalente a 40 lunas llenas.
Este logro, que representa la culminación de casi una década de construcción y ensamblaje, promete desvelar secretos profundos del universo y cambiar nuestra comprensión sobre la materia oscura y la energía oscura.
El Observatorio Rubin ha sido diseñado para observar el cielo de forma sistemática. Cada tres noches, su potente telescopio capturará imágenes de todo el cielo visible desde Chile, permitiendo a los astrónomos detectar cualquier cambio en el brillo o movimiento de los objetos celestes.
Con estas observaciones, se espera el descubrimiento de miles de millones de estrellas y galaxias nunca antes vistas. Según Clare Higgs, especialista en divulgación astronómica del observatorio, “Rubin podrá hacer muchas cosas, explorando el cielo de una forma que no habíamos podido antes y dándonos la posibilidad de responder a preguntas que ni siquiera habíamos planteado”.
La misión principal del observatorio, denominada Legacy Survey of Space and Time (LSST), durará 10 años, durante los cuales se generarán miles de terabytes de datos.
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Cada noche, el telescopio tomará cerca de 1.000 fotografías, lo que equivale a 20 terabytes de datos al día, y una vez que se transfieran las imágenes a un centro de análisis en California, un conjunto de algoritmos avanzados y de inteligencia artificial las procesará, identificando en tiempo real cualquier cambio o movimiento en el espacio, como asteroides y supernovas.
Higgs destaca la capacidad del Rubin para emitir “10 millones de alertas por noche” sobre estos eventos, lo que ayudará a los científicos a monitorear y estudiar objetos en constante cambio.
Ubicado en una zona remota, pero accesible, el Cerro Pachón es una ubicación ideal para la observación astronómica, pues la altitud, el aire seco y la oscuridad del cielo chileno permiten que la calidad de las observaciones sea inigualable.
Este observatorio, que contó con el apoyo de instituciones como la Fundación Nacional de Ciencias de los Estados Unidos (NSF) y la Oficina de Ciencia del Departamento de Energía, es también un hito en colaboración internacional: más de 420 personas de 28 países participaron en su construcción.
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Además de su cámara revolucionaria, el Rubin posee un sistema de espejos sofisticado que garantiza la precisión de las imágenes: el espejo principal, con un diámetro de 8.4 metros, trabaja en conjunto con un espejo terciario y uno secundario para maximizar la captación de luz y producir imágenes nítidas.
La cámara del telescopio, construida en el Laboratorio Nacional del Acelerador SLAC, en California, fue diseñada para operar a temperaturas extremadamente frías, manteniéndose a -100°C para lograr su funcionamiento óptimo. “Este es un instrumento muy esperado en el mundo de la astronomía”, comentó el profesor David Kaiser del MIT, añadiendo que “el Observatorio Vera Rubin permitirá a los astrónomos trazar un mapa de la distribución de la materia oscura como nunca antes”.
El Observatorio Rubin no solo buscará mapear la distribución de la materia oscura, sino que también abrirá puertas a otros campos de estudio. Es decir, los científicos podrán investigar cuerpos celestes dentro y fuera de nuestro sistema solar, mapear detalladamente nuestra galaxia y observar objetos “transitorios” que cambian de brillo o posición. De hecho, algunos expertos esperan que Rubin logre encontrar al misterioso “Planeta Nueve”, una posible nueva adición al Sistema Solar.
Lo cierto es que con la inminente activación del observatorio, la astronomía está a punto de recibir un impulso sin precedentes, ya que la capacidad de capturar imágenes del universo a esta escala ofrecerá nuevos conocimientos científicos y representará un salto hacia la comprensión de los componentes fundamentales que mantienen unidas las galaxias.
Como resaltó Higgs, “dentro de 10 años, estaremos hablando de nuevos campos de la ciencia, de nuevas clases de objetos y descubrimientos, algunos de los cuales aún no podemos imaginar”.