Un descubrimiento reciente encendió las alarmas en la comunidad científica: el asteroide 2024 YR4, detectado por el sistema de vigilancia ATLAS en Chile el 27 de diciembre de 2024, fue clasificado en el nivel 3 de la Escala de Turín, lo que lo convierte en el único objeto en la actualidad con un riesgo mayor a cero de impactar contra la Tierra.
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Según los cálculos iniciales, la probabilidad de colisión se sitúa en 1 entre 83, es decir, un 1,2%, lo que representa una de las cifras más altas registradas para un objeto cercano a nuestro planeta.
Los astrónomos estiman que el asteroide mide aproximadamente 60 metros de diámetro, aunque podría oscilar entre los 40 y 100 metros, similar al objeto que provocó la explosión de Tunguska en 1908, que devastó más de 2.000 kilómetros cuadrados en Siberia.
Actualmente, 2024 YR4 se encuentra a unos 43 millones de kilómetros de la Tierra y se aleja de nuestro planeta, pero se prevé que en diciembre de 2028 realizará una nueva aproximación a una distancia de 8 millones de kilómetros.
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Será en ese momento cuando los científicos puedan precisar con mayor exactitud su órbita y evaluar la amenaza con datos más detallados.
En el caso de que el asteroide colisionara con la Tierra el 22 de diciembre de 2032, las consecuencias dependerían en gran medida de su composición.
Si se tratase de un objeto rocoso, podría desintegrarse en la atmósfera, provocando un fenómeno similar al evento de Tunguska. No obstante, si contuviera materiales más densos, como hierro, podría resistir la entrada atmosférica y generar un cráter de impacto con consecuencias devastadoras.
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Los cálculos actuales indican que el corredor de posible impacto abarca regiones de Suramérica, el océano Atlántico y África subsahariana, aunque estos datos pueden cambiar conforme se recopilen nuevas observaciones.
El Centro de Estudios de Objetos Cercanos a la Tierra (CNEOS) de la Nasa ha señalado que los cálculos actuales tienen un margen de error considerable, lo que hace que la probabilidad de impacto pueda disminuir con futuras mediciones.
A pesar de la alarma generada, los científicos enfatizan que la probabilidad de impacto sigue siendo baja y que en la mayoría de los casos previos, como ocurrió con el asteroide Apophis en 2004, nuevas observaciones han reducido significativamente el riesgo inicial.
Y en caso de que la amenaza se mantenga, la Nasa y otras agencias espaciales cuentan con protocolos y posibles estrategias de mitigación, como la desviación de asteroides mediante misiones de impacto cinético, una técnica demostrada con éxito en la misión DART de 2022.
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El seguimiento de 2024 YR4 continuará en los próximos años, con especial énfasis en su acercamiento de 2028, momento clave para determinar si representa una verdadera amenaza o si, como en muchos casos anteriores, el riesgo de colisión será descartado.
Mientras tanto, la detección temprana de estos cuerpos celestes y la evaluación de sus trayectorias continúan siendo prioridades para la ciencia espacial y la defensa planetaria.