Esta tierra —Antioquia— agreste y montañosa siempre estuvo condenada a la asfixia, a estar atrapada. Las súplicas del gobernador Francisco Silvestre en 1783 daban cuenta de la miseria que reinaba en el terruño: “esta provincia, se advierte, con lastimera compasión del que la ve y conoce, casi en las últimas agonías de su ruina”.
Pero este pueblo desconoció su condena y se abrió paso entre las cordilleras. Las trochas y caminos de mulas y arrieros se volvieron después carreteras estrechas en lomas sin fin; porque salir o entrar al departamento es sortear premios de montaña, como si fuera una eterna carrera de ciclismo.
Un cartel publicitario de un carro Ford, en letra cursiva con grafito, daba cuenta de la hazaña: Luis E. Cabrera y Félix Quintero salieron a las siete de la mañana del 12 de mayo de 1925 de Medellín y llegaron a Rionegro doce horas después. Tan impensado era para la época que el cartel ofrecía pruebas de la gesta.
Por eso ahora que el departamento estrenará nueve autopistas de cuarta generación, dos puertos en Urabá y el túnel más largo de América Latina, algunos se han aventurado a bautizar esta época como el nuevo milagro antioqueño.
A esta reconfiguración geográfica la bautizó el gerente del Idea, Julián Vásquez, como la Antioquia plana, un territorio que ahora podrá unir con rapidez sus subregiones con el centro productivo y económico en el Valle de Aburrá, oportunidad que permitirá recortar las brechas de desigualdad. “Antioquia estuvo condenada a ser poco competitiva durante toda su historia. Cualquier iniciativa ha tenido que subir y bajar montañas, eso ya no será necesario porque con las autopistas, ahora el departamento será plano”, opinó Vásquez.
Y será plana porque el promedio de las pendientes en las carreteras pasará del 20% al 6%, lo que aumentará la velocidad de 40 a 80 kilómetros por hora.
El impacto de la red 4G y de los puertos será nacional porque Antioquia es la esquina por donde pasan los caminos que van hacia los mares.
Una mercancía de exportación que salga hoy de Bogotá debe recorrer 1.136 kilómetros para llegar al puerto de Cartagena. Con el corredor listo a Urabá y puerto Antioquia funcionando, esa misma mercancía estará 398 kilómetros más cerca del mar Caribe, lo que significará un ahorro del 35% en el desplazamiento.
Se beneficiará también el Eje Cafetero, que quedará 230 kilómetros más cerca del puerto, al igual que Cali (298 kilómetros menos).
Veinte años de lucha
Muchos obstáculos se tuvieron que superar después para que se definiera el modelo contractual de los corredores que conectarán al centro del departamento con el suroccidente del país, el Occidente y Urabá, y el Magdalena Medio y la Costa Caribe.
La idea base que estructuró ISA con las Autopistas de la Montaña se mantuvo pero el boceto inicial que se estimaba costaría $5,6 billones se volvió una robusta telaraña de 1.700 kilómetros de vías, 366 puentes, 44 túneles y una inversión de $28,5 billones.
Con razón dice Lina Vélez, presidenta de la Cámara de Comercio de Medellín, que estos proyectos necesitan entidades que articulen voluntades e impulsen los planes a lo largo de muchos gobiernos regionales y nacionales. Por ejemplo, entre la idea, su consolidación, la contratación y la construcción de las vías 4G pasaron cuatro presidentes, cinco gobernadores y un número mayor de ministros y secretarios.
El reto ahora será llevar la promesa de desarrollo a todos los rincones de esta tierra. Se estima que los tiempos de desplazamiento entre los municipios de Antioquia se reducirán hasta en una tercera parte desde y hacia el Oriente y el Valle de Aburrá, pero ese indicador subirá al 40% en puntos céntricos de Urabá, el Bajo Cauca y el Magdalena Medio.
Por eso ahora el desafío de los gobiernos será la dotación en las subregiones para que haya una red robusta hospitalaria y de educación, conexión a internet, ordenado desarrollo agrícola, inmobiliario e industrial y generación de empleo formal.
“Esa Antioquia plana tiene una oportunidad única e histórica para llevar capacidades y generar oportunidades en los mismos territorios”, asegura el gerente del Idea.
Una regla de tres parece ser la esperanza. Si Antioquia tuvo esplendor industrial y económico encerrada entre montañas, cómo será ahora que por fin tendrá buenas carreteras. La cuota inicial de esa nueva edad dorada será su nueva geografía.