A 500 kilómetros del puerto de Buenaventura, que significan entre 30 y 36 horas de navegación en barco, una formación rocosa que alberga la vida de sorprendentes especies, emerge desde los 4.000 metros de profundidad, dejando al aire del Pacífico una cúspide de 350 hectáreas de cordillera submarina. Es Malpelo, la única isla oceánica de Colombia.
Este lugar, que estuvo por mucho tiempo relegado, a merced de la pesca ilegal y del abandono estatal, se convirtió en 1995 en el Santuario de Fauna y Flora de Malpelo y, desde esa fecha, está bajo la administración del Sistema de Parques Nacionales Naturales de Colombia.
El santuario tiene una extensión total de 2’667.908 hectáreas y una isla que representa el uno por ciento del área protegida, lo que se traduce en que buena parte de su riqueza está en las aguas saladas que proporcionan distintos servicios ecosistémicos, determinantes en la sostenibilidad del planeta.
La isla, que tiene su punto más alto a 300 metros sobre el nivel del mar, conocido como el cerro La Mona, está rodeada por 11 peñascos y se caracteriza por su biodiversidad. Es especialmente rica en especies endémicas.
La lagartija de Malpelo (Dactyloa agassizi) y el cangrejo de Malpelo (Johngarthia malpilensis) comparten espacio con el piquero de nazca, un ave marina conocida también como alcatraz, que encuentra en esta isla el sitio de anidamiento más grande del mundo para su población.
Malpelo hace parte del Corredor Marino del Pacífico Este Tropical CMAR, una iniciativa regional de conservación que articula acciones y estrategias de distintos gobiernos para proteger el ecosistema marino y especies como tiburones y rayas, muchas veces en peligro por cuenta de la acción del ser humano.
El cangrejo de Malpelo es endémico de esta isla. Se estima que hay cerca de 850.000 ejemplares allí. Foto: ArchivoLa Fundación Malpelo y Otros Ecosistemas Marinos, fundada en 1999, ha venido desde entonces trabajando en la protección y el cuidado de este territorio, apoyando a los entes estatales en el fortalecimiento de la institucionalidad, el control y vigilancia del lugar, y la legislación para su conservación. Además, apoya la investigación científica y la educación enfocadas en alcanzar una preservación integral y equilibrada.
La científica y ambientalista Sandra Bessudo, es su directora. Ella asegura que con la isla “todo fue amor a primera vista” cuando la conoció en 1987. “En ese entonces no era área protegida. Malpelo, que por su lejanía es como si fuera un oasis en medio del océano, es de los pocos sitios en el Pacífico colombiano en el que podemos encontrar formaciones coralinas. Los otros son el Parque Nacional Utría y el Parque Nacional Gorgona”, explica Bessudo.
La directora de la fundación, que trabaja para conseguir recursos dirigidos a financiar la protección de la isla, dice que esa característica de los corales posibilita la presencia de una gran cantidad de especies, entre las que están los pelágicos que viven en el azul, y se acercan a la roca para alimentarse y limpiarse.
En ese entonces no era área protegida. Malpelo, que por su lejanía es como si fuera un oasis en medio del océano, es de los pocos sitios en el Pacífico colombiano en el que podemos encontrar formaciones coralinas. Los otros son el Parque Nacional Utría y el Parque Nacional Gorgona.
La protección y conservación de la biodiversidad de la isla depende de distintos factores y actores, dice Bessudo, quien también es buzo. Cita entre ellos a las personas que se dedican a esta actividad de hacer inmersiones en el agua y que deben respetar al máximo todo lo que se encuentra en el interior del océano. “No debemos tocar el fondo marino, ni con nuestras rodillas, ni con nuestras aletas porque eso también afecta el ecosistema”, advierte.
Los reconocimientos
En 2005, Malpelo fue catalogada como Área de Importancia para la Conservación de Aves (AICA) y un año después, la Unesco la declaró como Sitio de Patrimonio Natural de la Humanidad.
En el 2013, el santuario fue catalogado como área marina de importancia biológica (EBSA) y en el 2017 fue reconocida como Refugio Oceánico Global (GLORES).
‘Si hay tiburones, el ecosistema es sano’
El tiburón Martillo es una de las 7 especies que está en serio peligro de extinción. Foto: Lefevre Yves, Sandra Bessudo. Fundación Malpelo y Otros Ecosistemas Marinos.En 1975, la película de un afamado director de cine estadounidense dotó de una muy mala fama a una de las especies más fascinantes del planeta. Los tiburones, que son más antiguos que los dinosaurios y conservan todavía varias de sus características iniciales, cumplen una importante función en el equilibrio del espacio marino. “Si hay tiburones en el lugar, es una señal clara de que el ecosistema está sano”, asegura Sandra Bessudo.
Y, en Malpelo, hay tiburones: el tiburón Monstruo, tiburón Silky, tiburón Ballena, tiburón de Galápagos, tiburón Sarda, tiburón de aleta blanca, tiburón Punta Blanca de Arrecife, tiburón de aleta negra, tiburón Tigre y tiburón Martillo.
En el planeta hay, aproximadamente, 450 especies de tiburones y rayas, y solo cinco o siete podrían ser potencialmente peligrosas para el ser humano, pero, sobre todo después del filme de Steven Spielberg, mucha gente les tiene terror, cuando, en realidad, son ellos los que deberían tenerlo: 17 especies están en serio peligro de extinción.
El tiburón Martillo es una de ellas. Puede medir hasta seis metros y tiene una cabeza particular que, además de darle su nombre, le permite contar con más herramientas y capacidades a la hora de cazar a sus presas.
Entre las acciones para su protección está la de la marcación y monitoreo por parte de la Fundación Malpelo y Otros Ecosistemas Marinos. Este tiburón es también uno de los objetivos de la red MigraMar, que lleva a cabo la investigación científica necesaria para comprender mejor y salvaguardar las poblaciones saludables de especies marinas migratorias en el Océano Pacífico Oriental.
Desde esta instancia, se incidió en la creación de Migravía, entre la isla Malpelo y la isla Coiba, un corredor migratorio que está protegido desde 2017, cuando el gobierno de Colombia expandió el área de protección de Malpelo hasta Panamá.
Monica Vargas - periodista externo ace