Antes del recorrido de esta semana del proyecto Avalancha de Música, la enfermera y líder de la oficina dedicada a la experiencia del paciente y su familia, Isabel Cristina Arroyave Toro, recomienda estar pendiente de los pequeños gestos de los pacientes del Hospital San Vicente Fundación. “Ahora se van a dar cuenta que algunos se asoman a las puertas apenas escuchan la música. Es muy bonito ver la cabecitas asomadas”, dice ella, que en 2018 inició por cuenta propia una experiencia que ha hecho que el sonido de las guitarras, los violines y los tambores reemplace, al menos por un rato, el pitido de los equipos médicos.
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El proyecto nació gracias a que Isabel Cristina vio en las melodías una oportunidad para cambiar el ambiente hospitalario. “La Avalancha de Música nació en 2018. Yo soy enfermera, pero también apasionada por la música. Canto y toco algunos instrumentos de manera empírica, y desde que me gradué en la universidad siempre llevo mi guitarra conmigo para compartirla con los pacientes”, comenta Arroyave Toro.
La idea de integrar la música en los cuidados médicos fue una iniciativa que Isabel Cristina comenzó a desarrollar por su propia cuenta. Con el tiempo, se especializó en el tema e hizo una revisión sistemática sobre el impacto de la musicoterapia en el cuidado hospitalario. Por ejemplo, el trabajo académico por el que obtuvo una especialización en enfermaría tiene el título de Cambios producidos por la musicoterapia pasiva en los signos vitales de los niños conectados a ventilación, presentado a los profesores de la Universidad de Antioquia. Posteriormente, comenzó un doctorado centrado en la relación entre la música y el cuidado en las unidades de cuidados intensivos. Esta formación académica le permitió profundizar en los beneficios que la música podría ofrecer a los pacientes, especialmente en términos de confort y bienestar emocional.
“El hospital, con una larga tradición de intervenciones quirúrgicas y farmacológicas, fue al principio un lugar donde la propuesta de usar música como herramienta no fue comprendida de inmediato”, explica Arroyave. “Tomó tiempo, pero gracias a mi tesis y la apertura del hospital, logramos integrar la música como una herramienta complementaria para generar bienestar y confort en los pacientes”, añade.
Isabel Cristina hace claridad que el programa Avalancha de Música no es considerado musicoterapia en el sentido estricto, pues no cuenta con un terapeuta musical que trabaje con objetivos terapéuticos claros. “Lo que hacemos en San Vicente no es propiamente musicoterapia, porque para que sea musicoterapia, se necesita un terapeuta musical que trabaje de manera profesional con objetivos claros y un plan terapéutico. Nosotros hacemos musicalización en el entorno hospitalario”, dice Arroyave.
El objetivo principal del programa es crear un ambiente tranquilo y armonioso a través de la música, permitiendo a los pacientes relajarse y disfrutar de un momento de calma en medio de su tratamiento. Se utiliza principalmente música instrumental que no sea ruidosa ni disruptiva, buscando siempre mantener un nivel de decibelios apropiado para no incomodar a los pacientes. “Generalmente, usamos música instrumental que sea brillante y con un nivel adecuado. Procuramos que el ambiente sea armonioso y tranquilo”, describe Isabel Cristina.
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Los recorridos musicales se realizan en horarios específicos, momentos en los que la actividad hospitalaria es más calmada y permite a los pacientes concentrarse en las melodías. “Los horarios ideales son cuando la actividad hospitalaria baja un poco, como de 10 a 11:30 de la mañana o de 2 a 4 de la tarde. Es en esos momentos cuando los pacientes pueden concentrarse y disfrutar de los beneficios de la música”, detalla.
A lo largo de los años, el programa ha demostrado ser una herramienta no solo para los pacientes, sino también para el personal del hospital. En un entorno de alta presión, la música crea pausas que mejoran el ambiente laboral. “El personal hospitalario también se beneficia. Al estar en su entorno laboral y escuchar la música, tienen una pausa en su rutina que les ayuda a relajarse y concentrarse mejor”, comenta Arroyave.
En cuanto a los pacientes, la música ayuda a transformar la forma en que enfrentan su situación médica. “La música cambia la perspectiva del paciente, ayudándolos a enfocarse en algo más que su enfermedad. Aunque no cambia su situación física, les permite ver su estado desde otro punto de vista”, explica Isabel Cristina.
Además, señala que no todos los pacientes disfrutan de la música de la misma manera. Algunos prefieren sonidos de la naturaleza en lugar de melodías convencionales. Sin embargo, asegura que nunca ha habido un rechazo absoluto a la iniciativa.
En la actualidad, el programa beneficia a más de 6.000 pacientes al año, y alrededor de 30 artistas participan en los recorridos. “Puede que no te cambie todo el dolor, pero ya lo miras un poco diferente ese día”, concluye Arroyave.