Aunque la negociación por el salario mínimo para 2025 se debe dar entre las dos primeras semanas de diciembre, desde ya el Gobierno Nacional, analistas y trabajadores están dado algunas pistas de lo que sería el aumento. Pero, ¿cómo está la economía colombiana de cara a esta negociación?
Por un lado, el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, ofreció una mirada preliminar sobre el incremento, que sería solo de un dígito, soportado en el comportamiento de la inflación de 2024, que bajó a 5,8% en septiembre.
Los analistas también concuerdan en que el alza se ubicará en un dígito. En este caso, algunas proyecciones apuntan que oscilaría entre 6% y 7% para 2025.
Por el contrario, sindicatos como la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) esperan un aumento de dos dígitos y prevén que este se dé por decreto. Fabio Arias, su presidente, afirmó que este año la discusión está más complicada “porque las posiciones están más definidas”.
Hay que recordar que, de no darse ningún acuerdo, el presidente Gustavo Petro será quien determine el incremento por decreto para que comience a regir el 1° de enero.
Si bien la inflación en septiembre siguió cediendo y cumplió la meta del Gobierno, hay grupos de gastos de las familias que siguen presionando y que se ubicaron por encima del indicador.
Estos son educación (10,76%), restaurantes y hoteles (9,08%), alojamiento, agua, electricidad, gas y otros combustibles (8,49%), bebidas alcohólicas y tabaco (6,24%), y por último salud (6,16%).
Y aunque la Corte Constitucional estableció que se debe ajustar anualmente el sueldo mínimo con base en el Índice de Precios al Consumidor (IPC), para compensar la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores, hay otros factores que influyen como la contribución de los salarios al ingreso nacional y la productividad de la economía.
En esto último, al país no le ha ido muy bien y la economía no ha crecido como se esperaba. De hecho, en declaraciones recientes, el ministro Bonilla reconoció que el crecimiento económico del país “viene dándose a pasos no tan acelerados”. Aunque sostuvo que “el ritmo es lento pero seguro”.
“Empezamos el año con una idea de que el país iba a crecer 0,9 % en el 2024 (...) Hoy, ya todos los gremios, todos los sectores de análisis económico, apuntan a que podemos terminar entre 1,7% y 2%, y que en el 2025 recuperaremos el 3%. Ese es el proceso de recuperar”, señaló Bonilla.
En cuanto a productividad, un análisis de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), que midió la productividad en términos del aporte de la fuerza laboral al Producto Interno Bruto (PIB) de cada país, arrojó que cada hora trabajada por un colombiano en 2024 aporta US$17, cerca de $71.000 al PIB.
De esta forma, el país se ubicó en la mitad del ranking regional de productividad ocupando el puesto 11 de 22 países. Pero al ver las cifras entre los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), Colombia ya no queda en un puesto medio sino de última entre los 38 naciones que componen el bloque.
Para Fedesarrollo, la baja productividad de Colombia se asocia a la informalidad laboral y empresarial del país, que no permite ofrecer mejores condiciones de trabajo.
Por lo anterior, Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, explicó que “el incremento salarial debe balancear dos elementos: mantener el poder adquisitivo de los trabajadores formales que ganan el mínimo y no incrementarle la ‘vara’ a los que tienen ingresos mayores o menores a esa cifra, ya que un alza grande los termina perjudicando, porque hace más difícil el enganche a un empleo formal debido a los costos salariales frente a la productividad laboral”.
Durante 2022 y 2023, el consumo final de los hogares colombianos mostró un crecimiento superior al de la economía en su conjunto, posicionándose como el principal motor del crecimiento económico del país. Este auge, según la firma Raddar, estuvo impulsado por varios factores: la reactivación económica tras los confinamientos por la pandemia, la reducción de las tasas de interés, que facilitó un significativo apalancamiento del gasto a través del crédito, y un aumento del empleo, lo que mejoró los ingresos de las familias.
Sin embargo, hacia finales de 2023 y en los primeros trimestres de 2024, el consumo de las familias experimentó un crecimiento más lento en comparación con la actividad económica total. Este cambio en la dinámica, señaló Raddar, sugiere que, aunque el consumo seguirá contribuyendo al crecimiento económico en 2024, ya no será el principal motor, como lo fue en años anteriores.
En agosto de este año, por ejemplo, el gasto real continuó en terrenos negativos (-1,13%) rente al mismo mes de 2023, pero reflejó un repunte y una menor caída mensual en comparación con agostos de años anteriores.
Durante 2022 y 2023, el consumo final de los hogares colombianos mostró un crecimiento superior al de la economía en su conjunto, posicionándose como el principal motor del crecimiento del país. Este auge, según la firma Raddar, estuvo impulsado por varios factores: la reactivación tras la pandemia, la reducción de las tasas de interés —que facilitó un significativo apalancamiento del gasto a través del crédito—, y un aumento del empleo que mejoró los ingresos de las familias.
Sin embargo, hacia finales de 2023 y en los primeros trimestres de 2024, el consumo experimentó un crecimiento más lento en comparación con la actividad económica total. Este cambio en la dinámica, señaló Raddar, sugiere que aunque el consumo seguirá contribuyendo al crecimiento económico en 2024 ya no será el principal motor.
Un ejemplo de ello fue que en agosto de este 2024 el gasto real continuó en terreno negativos (-1,13%) frente al mismo mes de 2023, aunque reflejó un repunte y una menor caída mensual en comparación con años anteriores.
El informe de Raddar a su vez sostiene que, pese a que el incremento de los precios se ha desacelerado, los hogares aún no perciben que estén adquiriendo más cosas.
Lo anterior también se ha visto impactado porque los hogares han tenido que dedicar buena parte de sus ingresos a cubrir rubros como el arriendo, cuyo valor, si bien ha disminuido un poco, sigue presionando: en septiembre tuvieron un alza de 8,03%.
Esto, teniendo en cuenta que, según la Encuesta de Calidad de Vida del Dane, el 40,3% de la población colombiana vive en arriendo o subarriendo.
Del incremento del salario mínimo dependerán algunas tarifas el próximo año, que subirán en su misma proporción, impactando el bolsillo de los colombianos.
Raúl Ávila, analista y profesor de economía, expresó que entre los valores que suben están el copago o la cuota moderadora de las EPS, los aportes a pensión de quienes devengan un mínimo, las fotomultas y el Seguro Obligatorio contra Accidentes de Tránsito (Soat).
Estas tarifas sufrirán cambios proporcionales al porcentaje del aumento; no obstante, en el caso del Soat las empresas aseguradoras también evalúan otros criterios como la accidentalidad en las vías para definir su precio.
“En vivienda, por ejemplo, con los cálculos de los impuestos prediales y demás, las administraciones de quienes viven en los edificios incrementarán, porque los sueldos de los trabajadores de vigilancia, aseo y mantenimiento que devengan el mínimo también lo harán”, apuntó Ávila.
Por su parte, servicios públicos, alcantarillado, energía y arrendamientos, están atados a la inflación causada. Es decir, si esta termina este año en 5,3%, como se proyecta, hasta ahí podrá ser el incremento en 2025.
Es importante anotar que, según datos del Dane, a 2023 más de 2,2 millones de personas ganaban únicamente un salario mínimo, esta cifra representa un 9,9% del personal ocupado en el país, que es de 22,7 millones.
Estas personas serían la segunda cantidad más baja de trabajadores colombianos, por detrás de los que ganan más de dos salarios mínimos legales, que son 3,1 millones de ciudadanos.