El café arábigo colombiano cuenta con gran renombre en el mercado internacional por ser más suave, equilibrado y aromático. Sin embargo, y pese a que esta variedad se paga a mejor precio que la robusta, el modelo de exportación actual del país hace que apenas cerca de un 10 % del valor del producto final se quede en el territorio nacional, por lo que los cafeteros decidieron dar los primeros pasos para cambiar la estrategia y darle un valor agregado.
Y es que Colombia, al igual que otros países productores como Brasil y Vietnam, la mayor parte del café lo exporta en su forma “básica” o “verde”, entregándolo a procesadores, tostadores y minoristas, por lo general de países desarrollados como Suiza, Alemania, Estados Unidos e Italia, quienes sacan un mejor provecho.
Según un análisis de Federico Miatton y Laura Amado, fundadores de Fantine, plataforma digital de abastecimiento de café, la cadena de valor del sector cafetero es bastante desequilibrada: los países productores retienen menos del 10 % del valor total de una industria que asciende a más US$200.000 millones anuales.
“Los productores captan apenas 5 % del valor total a pesar de constituir el 89 % de la población de la cadena. Los exportadores (1 % de la cadena) capturan 9 % del valor, mientras que los importadores y tostadores (1 % y 3 % de la cadena) capturan 32 % y 45 % del valor, respectivamente”, señalaron Miatton y Amado.
Cifras de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC) dan cuenta, a julio de este año, que la participación del café verde en las exportaciones totales fue del 92,5 %; mientras que la del café liofilizado fue de apenas 3,3 %; del soluble 2,0 %; del tostado y molido 1,8 % y de los extractos 0,5 %.
Por tal razón, y con miras a darle un valor agregado al grano colombiano, el gremio de los cafeteros se propuso impulsar la exportación de café listo para el consumo.
Se trata de un modelo logístico para exportar café tostado de origen y de especialidad, procesados y empaquetados en Colombia hacia Estados Unidos en menos de 72 horas. La idea es que esta iniciativa se extienda en el primer semestre de 2025 también a Europa, Asia y otros países.
Esta estrategia les permitiría a los productores colombianos aumentar sus ingresos, pues según datos de Bloomberg, mientras que la libra de café verde cuesta casi US$3 en el mercado internacional, la bolsa de 340 gramos de café tostado vale entre US$13 y US$15.
“Aprovechando la capacidad aérea de carga más importante de América Latina, que está ubicada entre Bogotá y Miami, el café producido y procesado en Colombia podrá ser enviado a través de esta ruta. Esto garantiza una entrega ágil, con café fresco listo para consumir y con menores costos gracias a la reducción de intermediarios”, indicó el gremio.
También se busca aprovechar la oportunidad que ofrece el comercio electrónico transnacional, a través de plataformas como Amazon y Walmart, habilitando la comercialización de café 100 % colombiano a clientes finales en EE. UU. en tiempo récord y sin necesidad de tener inventarios en ese país.
“Estamos explorando nuevos mercados e incrementando el posicionamiento global de Colombia como productor de café de alta calidad. Al conectar directamente con los consumidores, el valor generado en el mercado se traducirá en beneficios tangibles para los caficultores,” afirmó Germán Bahamón, gerente de la FNC.
Con miras a paliar ese desequilibrio en el modelo exportador tradicional, han incursionado en el mercado algunas plataformas digitales que conectan directamente a agricultores nacionales con proveedores globales.
Una de ellas es BloomsPal, pionera en montar una logística de dropshipping (venta de productos en línea que aún no se poseen en físico) y paqueteo de café tostado directo desde Colombia hacia cualquier dirección en EE.UU.
En el caso del café, la plataforma, que además es responsable de la comercialización de Dios Mio Coffee de Sofía Vergara, centraliza diariamente todas las órdenes generadas a través de los canales digitales de venta (e-commerce) y orquesta la operación de actores en la cadena de valor del café como con la FNC, Almacafé, FedEx y varias agencias de carga y aduaneras.
Por otro lado se encuentra Fantine, una aplicación que usa tecnología blockchain en la industria del café, ayudando a los productores a negociar directamente con los compradores; y a los tostadores a obtener, exportar e importar café verde especial de una manera más flexible y accesible.
De hecho, la misma FNC implementó hace un tiempo la plataforma Cafix y el marketplace Compro Café de Colombia para facilitar la logística de exportación de cafés tostados 100% colombianos en pequeñas cantidades.
Ahora, frente a los retos, en un informe reciente, las investigadoras Antonella Samoggia y Andrea Fantini, del Departamento de Agricultura y Ciencias de la Alimentación de la Universidad de Bolonia, explican que si bien en los últimos años la tecnología, como la blockchain, ha ganado importancia como herramienta para garantizar trazabilidad, equidad y retribución justa en las cadenas de suministro como la de café, también existe el riesgo de que acentúe los desequilibrios de poder.
Esto, puesto que podrían favorecer a los actores más influyentes y permitir a las empresas más grandes proteger su imagen de marca de forma rentable.
“A falta de medidas redistributivas, los costos y riesgos asociados a la implementación y uso de cadenas de bloques serían una mayor carga para los pequeños productores en el inicio de la cadena que para actores más grandes en la parte final. Esto pone de relieve el posible riesgo paradójico de acentuar la desigualdad del ingreso en vez de mitigar las asimetrías actuales”, puntualizaron las académicas.
Agregaron que la tecnología puede contribuir eficazmente a mejorar la equidad y retribución justa en el sector cafetero, pero solo si va acompañada de un marco regulatorio que aborde las asimetrías existentes y apoye a los actores más débiles en toda la cadena.