No es un negocio. No es una empresa. No es ni siquiera una marca. Es una filosofía empresarial que trasciende la entrega de un producto. Los cuelgagafas que venden parecen, en ese sentido, un pretexto para, en realidad, invitar a sus clientes y usuarios a pensar en más allá; a tachar metas; a cumplirlas sin medio y sin decir que son imposibles. Eso parecer ser Sajú, el cuento que se inventaron Santiago Puentes y sus socios hace algunos años. Tienen ya varias tiendas propias, una red de distribución importante en el país y también presencial internacional.
En esta entrevista, Santi, de 30 años, habla con frescura pero también con sabiduría. Tal vez la que ha adquirido navegando por tiempos difíciles como la pandemia y reinventándose todos los días en la aventura de emprender en un país de incertidumbre como Colombia.
Por supuesto que te voy a preguntar por Sajú, pero antes, déjame preguntarte por ti. ¿Con qué soñabas de niño, Santiago?
Ja, ja. Chiquito tuve una época en la cual quería ser director de cine, después quería ser publicista y más tarde tuve una época, ya más llegando a la universidad, en la que soñaba con generar empleo en Colombia, como que ese se volvió mi sueno más grande.
¿A qué horas te picó el bicho del emprendimiento?
Yo creo que en la universidad, apenas entré a estudiar ad-ministración. Ahí estuvimos en un proceso en el que la universidad incentivaba a los estudiantes a crear cosas, y con mis socios éramos muy inquietos, muy curiosos, y nos gustaba experimentar muchísimo. Y me acuerdo de que creamos un evento que se llama 'Gira el vaso', que es un juego que se hace tomando cerveza, y ese evento nos lo inventamos porque vimos que había una oportunidad interesante y nos fuimos, estando en primer semestre, a Bavaria a venderles la idea con una presentación.
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¿Y qué pasó?
Nunca se me va a olvidar que, cuando fuimos y presentamos esa vaina y buscamos el primer patrocinio, el gerente de mercado nos dijo: "Mire, a la idea todavía le falta pulirla mucho, pero voy a creer en ustedes solamente porque tienen 19 años y tuvieron las pelotas de presentarme esto de la forma en que lo hicieron"
Uy, ¡de buenas!, ¿pero les fue bien o fracasaron en el intento?
Empezamos a trabajar juntos y duramos unos siete años con esa marca. Llegamos a casi 1.500 estudiantes, una locura.
Logramos las cosas por soñadores. Realmente creíamos que teníamos una idea chévere y que teníamos la capacidad para ejecutarla y como que dejamos de pensar tanto en esos lineamientos que le enseñan a uno en la vida de "venga, espere, usted todavía está muy chiquito; mejor después", o sea, como que a uno le enseñan a llevar un camino muy tradicional que a veces no es.
¿De dónde resulta entonces la idea de Sajú y qué es eso?
Imagínate, José, que acá no había llegado esa moda de los cuelgagafas. Nosotros los vimos en Europa y nos los pusimos en la universidad. La gente nos pegó la montada de la vida porque parecía como de viejitos eso, pero en una clase de ingeniería de la producción un tipo al lado dijo: "Me encanta ese cordón, cuelgagafas", y nosotros dijimos: "¡Ay!, ya no nos la monte más", pero el hombre iba en serio y nos pidió conseguirle uno. Comenzamos a traer los cuelgagafas y ahí empezó Sajú, y con eso el primer "táchalo", que es como le decimos nosotros a esa acción que tenemos de motivar a las personas a tachar todas esas cosas que ha dejado de hacer en la vida por miedo, por pereza o por falta de recursos. Pues, nosotros también tachamos y cumplimos esa idea loca de lanzarnos a emprender con una idea que parecía que no tenía sentido, como lo era montar una empresa a punta de cuelgagafas.
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¿Por qué le ponen ese nombre: Sajú?
Vale la pena decir que Sajú era un mono capuchino de cola larga del Pacífico colombiano que con su cola larga se amarra de los árboles para poder hacer sus funciones del día a día, cosa muy parecida a cuando uno tiene las gafas colgadas. De ahí el nombre que le pusimos.
Ahora bien, ¿en qué momento ustedes definen que la marca tiene que tener un propósito y un propósito como el que me cuentas, que trasciende la venta de un producto?
En el momento que nos sentamos los tres y dijimos ipucha!, ¿qué queremos en la vida de ver-dad? Lo único que veíamos, al principio, era conquistar Latinoamérica, llegar a Estados Unidos, tener 20 ópticas, tener mil tiendas, y vimos que ese incentivo económico no nos llenaba el fondo del corazón. Las grandes empresas en el mundo tienen un propósito superior que es diferente al de vender el producto, sino conectar emocionalmente con el cliente. Entonces, empezamos a ver a Google, a Tesla, a Adidas, y cuando encontramos eso vimos que también nosotros teníamos algo en común, los tres, y era que nos encantaba tachar cosas. Decidimos entonces irnos por ahí y crear un pódcast que tuviera invitados que motiven a la gente, y a través de contar sus historias la marca dejó de ser una cosa comercial solamente y paso a tener sentido, propósito.
¿Cuál ha sido su logro más grande hasta ahora?
Yo sí creo, como te decía, que hemos logrado algo muy lindo y es crear una marca. O sea, yo creo que, más allá de crear una empresa, algo que nos cuesta mucho a los empresarios es entender que vender no es todo, sino que crear una marca es más importante porque la marca es muy poderosa y se crea y las comunidades la siguen y se identifican con ella.
El momento más difícil...
Hasta ahora, yo creo que pandemia. Ahí fue duro eso y ya sé que está muy cliché, pero pandemia fue jodido, porque nosotros vendíamos cuelgagafas y eso no era una necesidad, la recurrencia es baja y convencer a alguien de que compre eso en plena pandemia era imposible.
Las ventas se fueron al piso, empezamos a vender el 10 por ciento de lo que normalmente vendíamos, entonces fue un momento jodido, pero entendimos que ahí, otra vez, la marca era superior al producto y nos metimos al tema de las máquinas de impresión 3D y empezamos a imprimir y a vender productos para que no incomodaran los tapabocas, por ejemplo, y cosas relacionadas con las necesidades del momento. No nos dejamos vencer, pero fue duro.
Se dice que los jóvenes de edades similares a la tuya no tienen tolerancia a la frustración o a la derrota. ¿Compartes esa apreciación de cara a lo que me estás contando?
Es verdad que la inmediatez de las redes sociales, de la globalización, nos ha llevado mucho a querer todo de inmediato y a frustrarnos mucho más rápido, pero nosotros hemos tratado de coger un poco esa educación de nuestros papás, y no digo que la educación que les hayan dado haya sido la mejor, pero sí los educaron con un tema de mucho esfuerzo, de mucha paciencia, para no dejarse caer tan rápido. Y creo que los tres socios tenemos esa característica de entender que esto es una maratón y que vamos a estar arriba en un momento y abajo en otro, como ya lo hemos estado.
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¿Qué lecciones has aprendido de ese mundo digital?
El mundo digital es muy interesante, o sea, la opción de uno con un video llegar a millones de personas es una locura, y yo creo que eso hay que explotar-lo, pero hay que tener dos cosas claras muy importantes. La primera es la responsabilidad que lleva eso, porque al tener una herramienta que impacta a tanta gente, tienes que tener mucho cuidado con lo que dices y con lo que haces, y dar mucho ejemplo. Lo segundo es que uno no puede depender ciento por ciento de las redes sociales.
Hay que apostarles a canales de comunicación '360' con esto me refiero a que si uno depende solo de Instagram el día que le cierran la cuenta, pues se le fue a la mierda la empresa. Se trata de estar en todas partes, pero estar bien y no depender solo de las redes.
Te pido un consejo, no dos ni tres. Uno solo para quienes te leen y dicen: "Yo también quiero tener mi emprendimiento", ¿Cuál sería?
Dicen que lo más difícil es arrancar, yo lo que creo es que es sostenerse. Tiene uno que tener mucha disciplina y mucha paciencia para lograr las cosas, porque el sostenimiento realmente ya después cuando uno se cansa, cuando la motivación se va al piso, cuando empiezan los problemas, ahí es cuando uno tiene que estar más fuerte. Entonces, ese sería mi consejo:
aprender a sostenerse.
¿A quién admiras en la vida y por qué?
Voy a hablar de un emprendedor que admiro mucho que se llama Miguel McAllister. Me parece un duro porque el tipo creó Domicilios.com antes de que existiera Rappi y fue un tipo muy visionario. El pensó en que uno podía ser ingeniero de sistemas y podía crear una plataforma que fuera gigante y que permitiera resolver cómo acercar los domicilios a las personas, y eso me pareció impresionante y cada vez que hablo con él me enseña mucho, y converso con cierta frecuencia con el hombre. Es un duro.
Como empresario, como emprendedor, ¿qué le dirías al presidente Gustavo Petro, si te está leyendo?
Yo le diría que apoye a las em-presas; que realmente las empresas trabajan todos los días en pro del país. Que tiene que pensar en ver cómo tenemos más facilidades para exportar, más facilidades para tener en mejores condiciones a los empleados, pero con la tranquilidad de que uno tiene atrás a alguien que lo está apoyando, o sea, sentir ese apoyo es muy importante. Eso le pediría.
¿Si pudieras echar para atrás, cambiarías algo de lo que has hecho en tu vida?
Mmm... Pensaría en aprovechar más el tiempo en la universidad y en el colegio, para llenarme de más información y estudiar más cosas, o sea, como que siento que uno a veces pierde mucho tiempo en quedarse echado en la cama y ya. Entonces, si pudiera hacer más cosas de las que hice en la universidad, me encantaría, pero de resto estoy tranquilo y feliz con lo que ha pasado. Ja, ja.
José manuel acevedo- especial para el tiempo