en un fiordo de Chile, el Comau, sobrevive un pequeño coral, frágil y blanquecino, a solo 25 metros de profundidad. Su nombre científico, Desmophyllum dianthus, habla poco de su importancia y lo hace casi un total desconocido para el mundo, pero su presencia pone hoy en relieve el papel crucial de los ecosistemas.
En 1998, los biólogos alemanes Vreni Häussermann y Günter Försterra lo hallaron a pocos metros bajo el agua, en la región de Los Lagos.
Nadie les creyó al inicio, porque la ciencia decía que ese tipo de coral solo puede vivir a profundidades mayores a 4.000 metros. Pero estaba allí, cerca de la superficie, se adaptaba a las condiciones cambiantes y expandía su manto de vida para servir de hábitat para otras especies.
Este coral de aguas frías hacía algo sorprendente: equilibraba el fondo submarino, servía como pared viva con sus tentáculos ligeros y ejercía la misma función de los bosques de tierra firme: brindar oxígeno y potenciar la presencia de otras especies.
Por supuesto, a la par del descubrimiento vino la conciencia de su fragilidad y de la amenaza que corre. En la región, la principal industria es la salmonicultura, que reduce los niveles de oxígeno del agua. A pasos acelerados, los científicos estudian hoy la manera como este coral tan delicado logra reproducirse y adaptarse al cambio climático en condiciones cada vez menos favorables.
Delicadas y resistentes
Las larvas de coral, que deberían morir ante la acidificación actual del océano, resisten y sobreviven, y los científicos estudian cómo han podido adaptarse a condiciones agresivas a su entorno.
Sin embargo, los investigadores tienen claro que no hay que seguir presionando a los ecosistemas de la región, porque ya en todos ellos la alternación del equilibrio natural genera el colapso de la biodiversidad. Hoy en día, a la par que investigan su resistencia innata, buscan maneras de protegerlos para que el impacto en la Patagonia chilena no resulte devastador ni afecte dramáticamente a otras especies.
Lo llamativo de Desmophyllum dianthus es que pocos piensan en corales como este cuando se habla de preservar el ecosistema de esta región del mundo. La Patagonia suele ser conocida por sus glaciares, picos o paisajes.
Para casi todos es desconocido que alberga el mayor ecosistema de fiordos del planeta, de alrededor de 84.000 kilómetros de línea de costa. En pocas palabras, más de seis veces el diámetro de la tierra.
CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe- viene apoyando de manera integral la región con la intención de potenciar sus ecosistemas estratégicos y convertirlos en referencia global de soluciones ante el cambio climático. La propuesta pasa por empoderar a las comunidades locales y reflejar su potencial para aportar soluciones a nivel ambiental, y llevar los avances particulares a un plano global para amplificar los resultados.
En la Patagonia, puntualmente, apoya el levantamiento de información de los bosques de algas y la biodiversidad vinculada a ellas. A la par, realiza toma de muestras submarinas y registro fotográfico y de video del ecosistema de fiordos de la Patagonia chilena para identificar las áreas con mayor biodiversidad, para determinar su resiliencia y, por supuesto, su vulnerabilidad ante los cambios ambientales.
Adicionalmente, y visto que las áreas marinas protegidas son una herramienta efectiva para frenar la pérdida de biodiversidad, CAF ha decidido colaborar con Fundación Patagonia Azul y Natural Capital Reserve para impulsar el programa pionero de créditos de biodiversidad marina en la Patagonia chilena. Se trata de un innovador mecanismo que cuantifica y asigna valor económico a los esfuerzos de conservación a través del incentivo a comunidades locales y otros actores clave, de manera que puedan gestionar su ecosistema de manera sostenible.
El área marina costera protegida será la de Pitipalena-Añihue, en el área marina protegida de Cipalaena. De la mano con la comunidad local y la Fundación Pitipalena-Añihue se establecerán las bases del primer programa de créditos de biodiversidad marina en Chile. El país austral liderará así la protección de su biodiversidad marina y la transición hacia un nuevo paradigma económico-ambiental, que espera replicarse en otras regiones del mundo.
El equilibro marino es vital para la Tierra. De hecho, en la Patagonia chilena habitan los más extensos bosques submarinos de algas pardas del planeta; el alga huiro, o kelp, es la planta marina más grande de la Tierra, capaz de crecer hasta más de 30 metros en poco más de un año. Los bosques de esta alga son capaces de almacenar hasta veinte veces más carbono por hectárea que los bosques en tierra.
Innovador programa de créditos para los mares patagónicos chilenos
CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe-, junto con la Fundación Patagonia Azul y Natural Capital Recanserve, presentaron en la COP16 de Cali un programa pionero de créditos de biodiversidad marina. Archivo ParticularLa riqueza de la Patagonia chilena es tal que científicos y expertos están de acuerdo en considerarla un ecosistema único. Pero, también, uno muy vulnerable.
La sobrepesca, la contaminación y el cambio climático ponen hoy en riesgo su rica biodiversidad marina.
Para conservarla, se crearon áreas marinas protegidas que hoy por hoy se han convertido en una herramienta fundamental. Pero su gestión y conservación a largo plazo se enfrentan a un desafío crucial: la falta de financiamiento.
En respuesta a esta problemática, CAF —banco de desarrollo de América Latina y el Caribe—, junto con la Fundación Patagonia Azul y Natural Capital Recanserve, presentaron en la COP16 de Cali un programa pionero de créditos de biodiversidad marina.
Se trata de un innovador mecanismo que busca cuantificar y asignar valor económico a los esfuerzos de conservación, y que incentiva a las comunidades locales y otros actores clave a gestionar los ecosistemas de manera sostenible.
Los créditos de biodiversidad marina permiten atraer inversiones del sector privado para generar recursos que fortalezcan las áreas protegidas y, a la par, mejoren las economías locales.
Eduardo Sorensen, fotógrafo submarino especializado, destaca la importancia de esta iniciativa: “Este proyecto pionero busca poner en valor la biodiversidad marina con el objetivo de entregar financiamiento a las comunidades que realizan esfuerzos de conservación, generando los incentivos necesarios para una correcta gestión y administración de las áreas marinas protegidas”.
A su vez, Cristian Laborda, director ejecutivo de la Fundación Patagonia Azul, explicó que se trabajará para “poner en valor la biodiversidad marina con el objetivo de entregar financiamiento a las comunidades que realizan esfuerzos de conservación, generando los incentivos necesarios para una correcta gestión y administración de las áreas marinas protegidas”.
El primer piloto de este programa se implementará en el área marina protegida de Pitipalena-Añihue, en Chile, donde se busca crear un modelo de conservación efectivo y transparente que pueda ser replicado y posicione a Chile como líder en la protección de la biodiversidad marina.
Con este programa, Chile se posiciona como un referente en la protección de la biodiversidad marina, abriendo camino hacia un futuro donde la conservación y el desarrollo económico caminan de la mano.
periodista externo ace