una de las propuestas más ambiciosas la llevó la Alcaldía Mayor de Bogotá a la COP16, la cual se viene trabajando, desde principios del 2024, junto a Conservación Internacional. Se trata de poner en marcha un proyecto de conservación de las cuencas principales que abastecen de agua a Bogotá.
“El proyecto va por muy buen camino. De hecho, el Fondo Verde para el clima anunciará en 15 días la aprobación de unos recursos para culminar el proceso de preparación y que podamos darle inicio en el 2025”, reveló la secretaria de Ambiente, Adriana Soto, durante la COP16.
Según Soto, la Secretaría está aplicando a US$90 millones para realizar la restauración de más de 10.500 hectáreas en las cuencas que surten de agua al Distrito y trabajar de la mano con 2.100 familias campesinas. “Con esta restauración se ahorrarían US$45 millones en el tratamiento de los sedimentos y en prolongación de la vida útil de los embalses”, dijo.
De acuerdo con Fabio Arjona, director de Conservación Internacional, esta propuesta pone sobre la mesa un paradigma que la capital tenía que romper. “Bogotá tenía que invertir en el área que presta los servicios ecosistémicos más importantes de la ciudad (...) La competitividad de la ciudad depende del abastecimiento del agua que proviene de territorios ajenos al Distrito Especial”, añadió Arjona.
Lo anterior hace parte de la apuesta de la Alcaldía con el medio ambiente en una megaestrategia por medio de la cual se busca preparar a Bogotá en torno al cambio climático, y que requerirá de gran inversión y financiación local y extranjera.
Frente al tema, Adriana Soto, secretaria de Ambiente, reveló que Bogotá es una ciudad altamente vulnerable en Colombia ante los efectos del cambio climático. “Las proyecciones hacia 2040 indican que la temperatura en la zona urbana aumentará 0,65°C y en la zona rural 0,25°C. Además, se espera una disminución del 15 % en las lluvias en la localidad de Sumapaz y los Cerros Orientales, mientras que la zona occidental enfrentará un aumento del 35 por ciento en las precipitaciones”, explicó la funcionaria.
Por ello, para Soto, esta vulnerabilidad “exige actuaciones” para enfrentar la triple crisis planetaria: la crisis climática, la pérdida de biodiversidad y la contaminación a través de estrategias para el aire, suelo y agua. “Los Cerros Orientales tienen una alta cobertura de especies exóticas e invasoras que afectan los ecosistemas nativos. En el índice de vulnerabilidad al cambio climático de Bogotá, los Cerros Orientales presentan el nivel más alto, como evidenció el incendio que sufrimos este año, impulsado por temperaturas inusualmente altas y prolongadas, que deterioran el aire”, agregó Soto.
Según la administración distrital, Bogotá, siendo la ciudad más grande del país, se conserva todavía en un 75 por ciento rural. La rodean unas 124.000 hectáreas de estructura ecológica principal, que incluye áreas como la Reserva Forestal Protectora de los Cerros Orientales, la Reserva Forestal Thomas Van Der Hammen, 17 Reservas Distritales de Humedales y Parques Distritales Ecológicos de Montaña.
Sin embargo, advierten que esa riqueza debe ser cuidada y protegida constantemente, sobre todo cuando el cambio climático se está haciendo tan evidente con la ola de calor que se ha vivido este 2024, sumado a la falta de agua.
Este panorama se dio a conocer durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre biodiversidad, COP16, en cabeza de la Alcaldía de Bogotá. “Presentamos todas las acciones que se están implementando en la capital para lograr unos mayores índices de biodiversidad, menor contaminación y para lograr una Bogotá mejor preparada frente al cambio climático”, aseguró Soto.
Los planes de conservación, bajo la alcaldía de Carlos Fernando Galán, expuestos durante este evento de relevancia global, son ambiciosos y requerirán de una alta inversión y financiación.
“Es importante trabajar en financiación directa de los gobiernos locales, porque hay barreras. En el caso de Bogotá, por ejemplo, estamos esperando luz verde para poder avanzar con la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) Canoas, para que haya garantías de la nación de poder asumir los créditos. Tratar las aguas que llegan al río Bogotá es tal vez uno de los proyectos más importantes para Colombia”, subrayó Galán.
El Alcalde, durante la COP16, también hizo un llamado a revisar cómo en Bogotá, junto a otras ciudades, se puede abrir la discusión para lograr financiar todos los proyectos desde lo internacional y poder avanzar en el cumplimiento de los compromisos pasados y de esta COP16.
Diego Cárdenas, secretario de Ambiente de la Gobernación de Cundinamarca, aseguró que Bogotá y el departamento tienen un relacionamiento directo con el agua por lo que toda la región se beneficia. “El agua que consume Bogotá está en los corredores estratégicos de Cundinamarca y esa reciprocidad nos lleva a tener actividades conjuntas. Es importante que las comunidades ejerzan modelos de gobernanza para que trabajen en acuerdos de conservación y que puedan generar recursos protegiendo los ecosistemas de la región”, dijo Cárdenas.
Desde el administrador de recursos, Fondo Acción, estarán apoyando a Conservación Internacional para “diseñar los mecanismos financieros que permitan involucrar al sector privado y para que estos recursos se pongan en los territorios a través de las comunidades locales y el gobierno local. En últimas somos el puente entre los que financian y la asignamos en los territorios”, explicó Elizabeth Valenzuela, directora de Fondo Acción.
Conozca cuáles son algunas de las acciones que se plantean ejecutar desde el agua, aire y suelo para lograr conservar la riqueza natural y garantizar el disfrute de los recursos naturales en Bogotá.
Este es el objetivo para purificar el aire y modernizar el transporte
La entrada en operación del metro permitirá la reducción de las emisiones en un 8% sobre todo para el suroccidente de Bogotá. Archivo Particular¿Sabía que la zona con la peor calidad de aire es el suroccidente de la ciudad? Con este interrogante, la administración distrital hace referencia a los habitantes de zonas como Bosa, Tintal, Kennedy, Patio Bonito, Edén y Porvenir, quienes son los que más están sufriendo la contaminación que se respira en la capital del país.
Ese sector aporta, según datos de la Alcaldía Mayor de Bogotá, aproximadamente el 35 por ciento del material particulado (PM2.5) de toda la ciudad, lo que afecta la calidad de vida y la salud de una población que, además, tiene los niveles más altos de vulnerabilidad socioeconómica.
Pero eso no es todo. La Alcaldía señala que Bogotá necesita aumentar su red de monitoreo de calidad del aire, ya que en la actualidad cuenta apenas con 19 estaciones para un área de 163.300 hectáreas. “La ciudad necesita 20 estaciones adicionales con un costo estimado de US$10 millones. Planes que requieren de la cofinanciación”, explica, Adriana Soto, secretaria de Ambiente de Bogotá.
Es por esta razón que la estrategia para purificar el aire de los capitalinos es de vital importancia. Por ahora, la propuesta del Distrito está enfocada en: las Zonas Urbanas por un Mejor Aire (Zuma), la creación del Fondo para la Renovación de Vehículos de Transporte de Carga Urbano (Foncarga), que facilita la transición de vehículos de carga antiguos a opciones más limpias, la Línea 1 del Metro y los Bosques Urbanos.
Aquí la meta de estas zonas es mejorar de manera progresiva la calidad del aire, sobre todo en el occidente de la ciudad y para esto la administración distrital iniciará con dos zonas Zuma, que tendrían una extensión de 5 km2 y que beneficiarían a 35.000 personas.
En las Zuma se ejecutarían diversas actividades en pro de purificar el aire, entre las que se tiene la conservación y adecuación de la malla vial de unos 3,5 Km de vías; el redireccionar el tráfico de vehículos de carga fuera de las Zuma, lo que implicaría reglamentar la circulación de vehículos de carga, según su nivel de emisiones; así como el plantear el desarrollo de un piloto de distribución de mercancías en vehículos de cero emisiones. También se buscaría aumentar las áreas verdes en las Zuma. Por ejemplo, con la creación de un bosque urbano en cercanías a la Av. Ferrocarril, en el límite oriental de Bosa -Apogeo.
Igualmente, se plantea la implementación de un transporte público limpio o de cero emisiones. Para esto se pondría desde Transmilenio en operación una flota de unos 296 vehículos de cero o bajas emisiones. En las zonas Zuma se invertirían un total de $1.287’139.100 (US$320.000).
Plan para modernizar el transporte de carga
Con el fin de reducir en un 16 por ciento el material particulado y la emisión de gases de efecto invernadero que genera el transporte de carga en Bogotá, la administración pondrá en marcha Foncarga.
Este empezaría su operación a finales de 2024 y tendría como objetivo apoyar a los transportadores, con vehículos registrados en Bogotá, para que den el salto hacia vehículos eléctricos o de gas natural, con estándar de emisión Euro VI.
La inversión sería de unos US$5,6 millones y se podría llegar a beneficiar al 80 por ciento de los vehículos (se proyecta la renovación de 197 vehículos para el año 2027).
No obstante, el metro y en concreto su primera línea continúan siendo la apuesta principal de la política distrital, frente al cambio climático y para reducir las emisiones de gases efecto invernadero (GEI). La entrada en operación del metro permitirá la reducción de las emisiones en un 8 por ciento sobre todo para el suroccidente de la ciudad.
“Estamos evaluando la posibilidad de que las columnas estructurales de la Línea 1 del metro tengan un recubrimiento con material vegetal nativo para que así se contribuya con al aumento de la biodiversidad, la regulación de islas de calor y la mitigación de las emisiones de material particulado del suroccidente de la ciudad”, precisa la administración Distrital.
A lo anterior, así mismo, se suma la estrategia de los ‘Bosques urbanos’, que implica la creación de tres de estas áreas en el suroccidente, con el fin de aumentar —tanto en calidad como en cantidad— la cobertura vegetal y el arbolado urbano. Esto también ayudaría a lograr la mejora de la calidad del aire, mitigar las islas de calor y favorecer la biodiversidad.
Los bosques urbanos estarán ubicados en Canal Boyacá y Zona Franca de la localidad de Fontibón y parque Timiza, localidad Kennedy, un polígono que no está en el POT.
Se estima que la inversión para estos bosques urbanos será de más de $820 millones y que beneficiaría un total de 1.694.951 habitantes, provenientes de las localidades de Kennedy (1.250.000 personas) y de Fontibón (444.951 personas).
Agua: recuperar, restaurar y conservar las cuencas
La deforestación de la Amazonía y el cambio climático podrían afectar el suministro de agua de Bogotá que viene de Chingaza. Archivo ParticularComo responsable de realizar el control a los vertimientos y a la disposición de residuos peligrosos, dictar las medidas de corrección o mitigación de daños ambientales y complementar la acción de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, la Secretaría de Ambiente tiene en el agua otra de sus prioridades.
Según la entidad, estamos conectados a través del agua y la conexión es tal que la deforestación de la Amazonía y el cambio climático afectan el suministro de agua de Bogotá que proviene de Chingaza.
¿Por qué? De acuerdo con la Alcaldía de Bogotá, la deforestación incide en los ríos voladores amazónicos que traen las precipitaciones al páramo de Chingaza. “El 23 % de la humedad que llega a Chingaza proviene de la Amazonía”, según un estudio hecho por la Escuela de Ingeniería.
Lo anterior resulta preocupante pues, como lo explicó la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, solo durante el primer trimestre de 2024 se estimó una deforestación de 40.219 hectáreas en la Amazonía, mientras que en el mismo periodo de 2023 la cifra fue de 12.042 hectáreas.
“Es importante que Bogotá y todo el país den la discusión ante el tema de la deforestación. Porque esa es la principal problemática que genera un impacto en cambio climático, biodiversidad y acceso al agua. El principal aporte que debe hacer Colombia en la lucha contra el cambio climático tiene que ser trabajar para evitar la deforestación”, dijo Carlos Fernando Galán, alcalde de Bogotá, durante la COP16.
Por eso, velar por la conservación del agua no solo desde donde se produce, sino desde donde se consume, es la meta de la Secretaría desde el eje del agua.
El ciento por ciento del suministro de agua en Bogotá también proviene de los páramos de Chingaza, Guerrero, Guacheneque y Sumapaz. Sin embargo, advierten que las cuencas que nacen allí están degradadas lo que pone en riesgo a las comunidades de la zona y el suministro de agua de la capital y sus municipios aledaños.
Como acciones, no solo está el llamado a que la deforestación se detenga, sino también en el avance de la restauración y conservación de las cuencas estratégicas que abastecen de agua a los embalses de Bogotá, incluyendo los del Sistema Norte.
Así las cosas, un primer paso es declarar como áreas de importancia estratégica para el abastecimiento de agua las cuencas clave de la parte alta y media del río Bogotá, que surten los embalses del Sistema Norte.
“Esto nos permitirá invertir recursos del Distrito para su conservación y restauración cercanos a los $24.000 millones”, informó el alcalde, Carlos Fernando Galán. La conservación requerirá una inversión anual de US$1’000.000 hasta el 2030.
También se está presentando un proyecto con Conservación Internacional ante el Fondo Verde para el Clima de las Naciones Unidas de US$90 millones, para restaurar 10.500 hectáreas en las cuencas que nacen de este sistema de páramos y que surten de agua a los acueductos municipales y al Distrito. Este trabajo incluirá cerca de 2.100 familias campesinas para que puedan lograr que sus procesos agropecuarios sean más sostenibles, reducir la degradación de las coberturas naturales de las cuencas y la contaminación del agua.
“Hemos apoyado con ciencia e investigación para demostrar que el valor de la infraestructura verde es tan importante como la gris”, destacó Fabio Arjona, director de Conservación Internacional.
Arjona añadió que Bogotá está tomando un camino muy interesante, “cada vez la ciudad aprende más. En la crisis de los 90 con el agua aprendió mucho, lo que permite que hoy responda y, con esta segunda crisis, acelera unas decisiones que de pronto no se hubieran tomado tan rápido”, resaltó Arjona.
Otro objetivo es el avance del proyecto de construcción de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) de Canoas, y sobre el que se espera, según Galán, la luz verde del Gobierno Nacional para poder tener garantías de asumir los créditos para el mismo. Esta planta permitiría terminar de tratar el 70 por ciento de las aguas residuales generadas en Bogotá (unos 41,5 millones de metros cúbicos de aguas residuales). Por ahora, el otro 30 por ciento ya están siendo tratadas por la PTAR del Salitre.
De llevarse a cabo este proyecto, solo con las dos PTAR, se contribuiría al saneamiento del río Bogotá, cuya cuenca alberga el 21 por ciento de la población del país y en la que se genera cerca de un 28 por ciento de la actividad económica nacional.
“Se mejoraría no solo la calidad del agua del río, sino que se impactaría positivamente el río Magdalena, beneficiando a las comunidades asentadas a lo largo de su cuenca”, subrayó la Alcaldía de Bogotá.
Plan para el suelo incluye los cerros y las reservas
En el plan para proteger los cerros de los capitalinos se plantea la restauración de 1.300 hectáreas con especies nativas. Archivo ParticularPara la administración distrital, los cerros orientales son una joya ambiental en Bogotá. Cuentan con 13.140 hectáreas y, en buena parte hay plantaciones forestales exóticas, así como especies invasoras. Este corredor verde hace parte del eje de renovación urbana que plantea la Alcaldía y que está enfocado en el suelo.
Así mismo, en el plan para proteger los cerros de los capitalinos se plantea la restauración de 1.300 hectáreas con especies nativas. Esto implica intervenir cerca del 10 por ciento de la reserva forestal, que representa más de ocho veces el terreno que se intervino en la administración pasada.
En esta oportunidad, además, se incluyen las 42 hectáreas que se afectaron con los incendios de principios del 2024. Se trata de una de las zonas a intervenir más vulnerables ante los incendios, ya que está sembrada principalmente con especies exóticas propensas al fuego.
Esta renovación implica un trabajo articulado interinstitucional entre entidades distritales e instituciones como la CAR, la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB), el sector privado y a la misma comunidad.
Por ello, desde la administración actual señalan que el gran reto será encontrar los recursos necesarios para terminar de ejecutar el proyecto, mantenerlo y sostenerlo en el tiempo.
En total se requieren unos US$23 millones para restaurar las 1.300 hectáreas mencionadas, según datos de la Universidad Distrital planteados en su documento ‘Formulación de un plan de rehabilitación y revegetalización con fines de restauración para adaptación al cambio climático en la Reserva Cerros Orientales’.
Además, se requerirán US$44 millones para los costos de mantenimiento de las plantaciones a cuatro años y US$1,4 millones para los costos de monitoreo.
En resumen, el proyecto le cuesta a este cuatrienio US$68,4 millones. “La Alcaldía de Bogotá cuenta con US$21,3 millones de inversión para esta importante meta”, pero se requieren US$40,1 millones para completar los recursos”, apuntó la Alcaldía de Bogotá.
Otros frentes de trabajo
El gobierno distrital dentro de su eje del suelo también tiene planes para renaturalizar la ciudad con jardines verdes, contar con un programa de monitoreo de fauna y flora y reverdecer los espacios públicos, entre otros. Para empezar, se tiene el “Plan de renaturalización y estrategia de renovación urbana verde”, estrategia que se diseñó junto al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y que será lanzada en 2025.
Comprende de soluciones basadas en la naturaleza, infraestructuras vegetales, bosques urbanos, renovación urbana verde, techos y jardines verticales, para lo cual se cuentan ya con $2.000 millones, si se genera un convenio para ejecutar el proyecto.
El siguiente plan implica una red de monitoreo de biodiversidad (fauna y flora) en las áreas protegidas para obtener información sobre su conservación, que se implementaría en zonas como humedales, parques de montaña, páramos y áreas de interés ambiental.
Diego Cárdenas, secretario de ambiente de la Gobernación de Cundinamarca, aseguró que es clave el trabajo con la comunidad en las acciones de restauración y conservación: “Un acuerdo de conservación permite mejorar las condiciones de calidad de vida y productividad de sus territorios y eso minimiza el crecimiento de la frontera agrícola en las áreas protegidas”.
Finalmente, desde el POT se busca transformar las superficies y coberturas vegetales de las calles, parques, plazas y plazoletas; para lograr contar con 171,88 hectáreas de espacios públicos peatonales y para el encuentro de renaturalizados y reverdecidos.
Se trata de estrategias que podrían llevar a la ciudad a tener mayores índices de biodiversidad, menor contaminación y mayor resiliencia al cambio climático.
De otra parte, en la actualidad, el 93 por ciento de la Reserva Forestal Van Der Hammen está en manos de privados, lo que equivale a 376 predios para el 2024.
Aun así, Bogotá es la primera ciudad del país en usar la transferencia de derechos de construcción y desarrollo para proteger predios de valor ambiental que consiste en que los propietarios de predios privados, en zonas de alto valor ambiental —con restricciones de uso—, pueden voluntariamente transferirlos a la Secretaría de Ambiente para que la entidad los restaure y conserve.
A cambio, el propietario de los predios obtiene de parte del Distrito un certificado, con vigencia de seis años, que representa los metros cuadrados de construcción en áreas edificables de la ciudad, establecidas por el POT. En total se espera que se transfieran voluntariamente 2.637 hectáreas.
MÁS CONTENIDO*. Un proyecto de Contenidos Editoriales Especiales de EL TIEMPO con el auspicio de la Secretaría Distrital de Ambiente.
lucía jiménez - periodista externa ace