Pala o Carlos Palacio, su nombre de pila, es muy reconocido en Medellín por la música, pero también es un apasionado escritor y sus poemas lo han hecho acreedor a varios premios.
El año pasado, por ejemplo, registramos en EL COLOMBIANO que Pala ganó el premio de poesía en los Premios Literarios Jaén y ahora el reconocimiento que recibe su trabajo poético es El Premio Nacional de Literatura 2024, que le ha sido otorgado por Taxidermia del instante. Un poemario que el jurado destacó como “envolvente, propone una cadencia con varios ritmos que sostienen al lector en una experiencia casi cinematográfica de principio a fin en su lectura”.
Pala dedicó el reconocimiento a la memoria del recién fallecido neurólogo Francisco Lopera, su tío y un estandarte mundial en la lucha contra el alzhéimer.
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¿Cuál fue su reacción al darse cuenta de ser el ganador del Premio de Poesía de la Universidad de Antioquia?
“Para mí, lo primero fue un gran estupor que tiene que ver con eso de lo mucho que tarda uno en incorporarse a la realidad cuando ocurren estas cosas. Yo estaba fuera del país, estaba en España, cuando me avisaron que había sido el ganador del Premio Nacional de Literatura. Entonces fue el estupor, pero también una alegría muy grande, porque los años previos había tenido algunos reconocimientos en España, pero este es el primer premio grande que recibía en Colombia”.
¿Qué importancia tienen los premios literarios para la carrera de un autor?
“Yo creo que los premios, además de acicalar el ego y abonar el bolsillo, tienen la ventaja de que se convierten en una confirmación de la ruta o por lo menos lo son en mi caso. Yo había hecho una carrera extensa en la música y me acerqué a la poesía más de una manera marginal, porque quería perfeccionar la escritura de textos de las canciones. Y eso que inicialmente empezó siendo una búsqueda utilitaria terminó siendo una vocación por lo que me decidí a estudiar Filología Hispánica. Con el tercer libro empezaron a llegar los premios y eso me otorgó la seguridad y la tranquilidad que la vía abordada era válida”.
Cada año estamos registrando un premio suyo, ¿eso se traduce en lectores nuevos o hay todavía una brecha entre los galardones y los lectores?
“Ambas cosas son ciertas, hay una brecha entre la seguidilla de premios porque los últimos seis libros, cada uno ha recibido un premio, pero esa brecha está en Colombia. Como todos los premios han sido en España (excepto este último), mis editoriales son españolas (Ediciones Hiperión, por ejemplo) y mis libros se consiguen en España, allí percibo un aumento de lectores. No creo que haya una relación directa entre los premios y el aumento de lectores, pero sí siento que en los últimos años hay muchos más lectores, sobre todo en España”.
Hablemos del libro que fue premiado en este concurso de la Universidad de Antioquia, ¿cómo se conecta con sus anteriores búsquedas estéticas?
“Este libro se llama Taxidermia del instante, es mi octavo poemario. Hace algunos años me había planteado el deseo de escribir un poemario basado en mi ciudad. He tenido la fortuna de vivir mucho tiempo afuera de mi país, he escrito canciones, poemas, discos completos que tienen que ver con esas geografías que he visitado, pero siempre he vivido mi región, mi ciudad, mi tierra con respeto, con pudor, con distancia en algunos casos. Me había planteado el deseo de escribir el poemario que ocurriera, que mirara y que de alguna manera hiciera posible descifrar a Medellín.
Eso es lo que hace este poemario: una disección, una taxidermia de la ciudad desde cuadros, desde escenas que ocurren en horarios simultáneos. Son cuatro capítulos, cada capítulo tiene el nombre de una hora exacta. 7:34 de la mañana, por ejemplo, es el primero, y todos los poemas que en el capítulo ocurren simultáneamente, son acciones que ocurren en ese minuto, en ese segundo. El libro da cuenta, creo yo, de la multiplicidad de vidas, de sensaciones que ocurren en una ciudad como ésta, para bien y para mal. En resumen, es un poemario hecho para Medellín, desde Medellín y con esa duplicidad de sentimientos que esta ciudad me produce, los más bellos y los más dolorosos”.
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¿Qué es Medellín para usted?
“Esta ciudad para mí es mi lugar en el mundo, un lugar que en algún momento viví y abandoné. Regresé a él después de ir a Bogotá muchos años desde Argentina, y después tuve que tragarme mis palabras. Regresé al inicio del siglo XX, porque la ciudad cambió de una manera increíble. Elijo estar aquí con felicidad. Pero tengo muchas peleas con esta ciudad, muchos conflictos, porque es una ciudad que está muy lejos de ser siquiera un lugar fácil para vivir.
Entonces, siento amor y rabia por Medellín. Mi día a día pasa de un sentimiento al otro. Hay días en que nada puede ser más hermoso que esta ciudad, pero llegan las 7:00 de la noche y me doy cuenta de que estoy en la ciudad cerrada, y me resulta difícil sostener ese amor”.
¿Cómo ha influido su formación de médico en su escritura poética y musical?
“Hace 30 años no ejerzo la medicina, pero tengo que decir que a mí la medicina me define de muchas maneras. Primero, en la forma de relacionarme con la vida, es una relación desde una visión científica, casi cientificista. Me interesa mucho moverme en un mundo a partir de las evidencias. La poesía y la canción misma han recibido la influencia de ese paso por la Facultad de Medicina. Yo soy un tipo muy disciplinado y creo que eso, se lo debo al paso por la Facultad de Medicina, donde el estudio desde el punto de vista práctico es muy exigente. Entonces si uno se organiza, pues rinde. Así que yo me siento muy agradecido, miro con mucho cariño, con nostalgia, el quehacer médico, y tengo sobre todo mucho respeto por él”.
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Alíviame, paloma mensajera.
Despéiname, cascada de caricias.
Repréndeme si es cosa inaplazable, viento de la montaña,
pero nunca renuncies a deshojar mi tarde.
Álzame, primavera.
Has un barco de mí, melancolía.
Desanúdame, tiempo.
Dame un hilo de música, viernes con espejismos,
para tejer con él la fe y un argumento
con qué plantarle cara
a las desobedientes ilusiones.
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ANDREA DESATIENDE LAS EXPLICACIONES DEL PROFESOR DE SINTAXIS PORQUE SE DEMORA EN EL PERFIL DE LA BARBA DEL NUEVO COMPAÑERO
A la temeridad de la belleza
debemos la maravilla
del sobresalto convertido en llama.
Bendita la meticulosidad de la biología
que, convertida en reflejo, nos hace retirar el dedo de la brasa.
Bendito sea el temor alimentado
por generaciones de madres aterradas en las cuevas
que nos salvó del rayo y del curtido diente del mamífero.
Y bendito también el honrado recelo frente la inequidad de las corrientes.
Pero ante la belleza,
a cuya temeridad debemos la maravilla
del sobresalto convertido en llama,
todo reflejo habrá de mutilarse,
todo sano temor desestimarse
y todo celo honrado confinarse.