Eduardo Pizarro, una de las voces más respetadas de la academia colombiana, habló con EL TIEMPO sobre su nuevo libro 'Ni golpes militares ni golpes civiles', en el cual resalta la tradición democrática de Colombia. Asegura que las investigaciones contra el presidente Gustavo Petro son normales, pero insiste en que no se pueden politizar la justicia.
(Además. ¿El gobierno del presidente Gustavo Petro busca interferir en la convención del Partido Liberal?)
Dice que es necesario llegar a un acuerdo sobre lo fundamental, como decía Álvaro Gómez Hurtado, tal y como lo propone hoy el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo.
¿Cómo así que ni golpe civil ni golpe militar?
Este libro nació un mes antes de la posesión de Gustavo Petro cuando en una comida en una embajada latinoamericana el embajador nos preguntó si había riesgo de golpe militar. Le respondí, de inmediato, que Colombia era el único país de América Latina, incluso por encima de Costa Rica, sin ninguna tradición de golpes militares y que esta tradición era el mayor orgullo institucional de nuestras Fuerzas Militares porque solamente habíamos tenido un gobierno militar en el siglo XIX -José María Melo en 1854- y dos gobiernos civil-militares en el siglo XX -Gustavo Rojas Pinilla y la Junta Militar de Gobierno entre 1953 y 1958-. En 200 años, solamente hemos tenido siete años de gobiernos militares, mientras que Augusto Pinochet gobernó en Chile él solo 17 años y Alfredo Stroessner 34 años en Paraguay. La tradición colombiana de ausencia de golpes militares es sorprendente. Dije: hay mil libros intentando explicar por qué América Latina era el continente de los golpes militares -hoy en día es África- pero por qué no hay uno solo explicando por qué Colombia es la excepción.
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'Ni golpes militares ni golpes civiles', Debate. 57.000 pesos CortesíaEstá la discusión sobre los años en los que Gustavo Rojas Pinilla gobernó y llegó al poder. Para algunos, ahí hubo un golpe militar. ¿Usted qué opina?
Fue un golpe en el conflicto que había en entre Laureano Gómez y Mariano Ospina Pérez en medio de la violencia liberal conservadora se produjo la salida de Roberto Urdaneta, quien ocupaba la Presidencia por los problemas de salud de Laureano Gómez. Y luego Laureano intentó volver al poder pero ese 13 de junio de 1953 tuvimos tres presidentes sucesivos. Laureano, que reasume el poder, Ospina, a quien le ofrecen ejercer el Gobierno y, finalmente, este convence a Rojas Pinilla, quien a su pesar asumió el Estado. Pero fue un gobierno civil-militar porque casi la totalidad de los miembros del gabinete eran miembros de los partidos Liberal y Conservador. Entonces, se trató de un gobierno cívico-militar y no de un gobierno específicamente militar.
¿Cómo ha visto la evolución de la narrativa del presidente Petro, quien habla de un presunto golpe blando, de corbatas, para sacarlo del poder?
El último golpe civil que hubo en Colombia fue hace 124 años, en 1900 el presidente Manuel Antonio Sanclemente, ya muy anciano, no podía gobernar desde Bogotá, gobernaba desde Villeta en medio de la guerra de los Mil Días, sin internet. Era una presidencia imposible. Entonces, el vicepresidente asumió el poder ilegalmente. Hace 124 años tuvimos el golpe civil y en 1854 el último golpe militar. Primero, Petro habló de un golpe militar. Los militares se sintieron muy molestos porque, como decía, el mayor orgullo de las Fuerzas Militares es su tradición civilista única e incomparable en América Latina. Pero, al mismo tiempo, Petro comenzó a hablar de la posibilidad de un golpe suave o blando o no convencional. Es decir, lo que hoy en día de llama el lawfer, el uso del aparato judicial para sacarlo de la Presidencia y, obviamente, eso me llevó a reflexionar sobre la ausencia de la tradición militar de golpes pero también la ausencia de la tradición civil de golpes. Ninguna de las dos cosas han sido características en la historia colombiana.
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Eduardo Pizarro asegura que hay muchos jóvenes descontentos. Héctor Fabio Zamora. EL TIEMPO¿Usted cree que somos la democracia más sólida de América Latina?
Tenemos una tradición civilista excepcional. Malcolm Deas, el profesor de Oxford experto en Colombia, decía que a los colombianos nos encanta mirar el lado oscuro de la luna. Es decir, los factores negativos de la construcción nacional, por ejemplo, la violencia que afectó tanto al país en el siglo XIX y que volvió a azotar a Colombia después de 1948. Decía que como miramos siempre el lado oscuro de la luna, los vuelve pesimistas y genera una idea de que los colombianos estamos condenados y tenemos enormes insuficiencias nacionales. Malcolm Deas se propuso mirar el lado luminoso de la luna y se encontró con dos tradiciones excepcionales: la tradición civilista -dijo que después de Estados Unidos, Colombia es el segundo país del mundo con el número de elecciones celebradas- y la aparición, muy temprano, de la Corte Suprema de Justicia, que sirvió de modelo para otras cortes en el mundo y que generó, muy temprano, una división de los poderes públicos y un control judicial de los excesos de los gobiernos. Entonces él nos dice, ¿por qué no miran ustedes los colombianos el lado luminoso de la luna, la construcción institucional que les va a dar un mayor optimismo sobre el futuro.
Y mirando el lado luminoso de la luna de Colombia, ¿cómo ve usted a nuestra tres ramas del poder? ¿Cómo han sido manejadas por quienes nos han gobernado históricamente?
Hace pocos días estuve en el congreso de la Andi y los presidentes del Consejo de Estado, la Corte Suprema de Justicia y la Corte Constitucional, intervinieron todos durante 15 minutos planteando la división de los poderes públicos, el control que ejercen desde la Constitución y las leyes las distintas Cortes por el poder político y su negativa absoluta a depender de un partido o de un gobierno. Cuando terminaron de hablar los tres presidentes de las cortes, las 600 personas que había en la sala se pararon durante cinco minutos a aplaudir. Quedé sorprendido de la firmeza con la cual los tres presidentes hablaron de la división de los poderes públicos y su función de controlar los excesos de uno u otro gobierno. Eso fue evidencia de una tradición colombiana muy sólida. Incluso, recordemos que cuando el presidente Álvaro Uribe Vélez intentó una segunda reelección, la Corte Constitucional lo impidió. Uno tendría la idea que bajo la administración Uribe él tenía un control muy fuerte de las Cortes, pero estas mostraron su autonomía e independencia. Estos son elementos interesantes de reflexión.
Presidente Gustavo Petro. PresidenciaTenemos un modelo muy presidencialista con una influencia muy notoria en el Congreso, por su carácter político, pero el Legislativo también ha mostrado independencia. Un ejemplo actual son las tensiones por las reformas sociales, tanto así que se hundió la reforma de la salud...
Es extraordinario porque el 7 de agosto del 2022 Gustavo Petro se pudo posesionar sin que hubiese habido ningún intento para impedírselo. Un año antes habíamos tenido el intento de tomarse el capitolio en Estados Unidos para impedir la posesión de Joe Biden y pocos meses antes habíamos tenido la movilización en Brasil, son Jair Bolsonaro intensó impedir la posesión de Lula da Silva. Mientras que en Estados Unidos, la cuna de la democracia liberal, y en Brasil hubo movimientos para impedir la posesión de presidentes, en Colombia Gustavo Petro se posesionó sin ningún problema. Esto, es un hecho que también hay que resaltar.
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¿Cómo cuidar esta democracia? ¿Qué hacer desde las diferentes instituciones, incluidos los medios de comunicación, para que siga siendo sana?
Lo fundamental hoy en Colombia es rescatar lo que Álvaro Gómez Hurtado llamaba los acuerdos sobre lo fundamenta. Es decir, que los colombianos tengamos acuerdos básicos, entre ellos la defensa de la democracia, las garantías plenas electorales para el 2026, la autonomía de la justicia, el respeto a la división de los poderes públicos y la independencia del Congreso para ejercer sus funciones, en el marco de partidos de gobierno y de oposición, donde en esa dinámica el Gobierno tiene que negociar con la oposición porque no tiene mayorías sólidas. En Colombia tenemos que evitar una polarización extrema y tenemos que reafirmar los consensos básicos que le permitan a la democracia funcionar. Lo interesante de Colombia es que en América Latina los momentos de crisis política en los siglos XX y XXI se resolvieron con intervención militar. En Colombia, todas las crisis políticas se resolvieron con grandes acuerdos nacionales, siendo el último gran acuerdo la Constitución de 1991 con un presidente de origen conservador -Álvaro Gómez Hurtado-, otro de origen liberal -Horacio Serpa- y otro proveniente del M19 -Navarro Wolf-. Colombia no tiene que sacar del sombrero este modelo porque los grandes acuerdos nacionales en momentos de crisis está en nuestro ADN.
Las investigaciones que está realizando el CNE son normales en una democracia. Es normal que las instituciones judiciales respectivas y el juez natural del Presidente investigue.
¿Hoy estamos en un momento de crisis institucional o estaos atravesando unas turbulencias habituales en la democracia a propósito de la llegada de Gustavo Petro al poder?
Estamos viviendo un momento difícil porque hay riesgos altos de polarización política. Es importante que tengamos en cuenta lo que viene insistiendo el ministro de gobierno Juan Fernando Cristo: la necesidad de un acuerdo nacional básico para pasar esta etapa difícil, que se acompaña además de una agudización dramática de la violencia con la emergencia de muchos grupos criminales de carácter multinacional, más los sobrevivientes de las guerrillas de los años 60. Esa combinación de polarización de dos extremos nos obliga a apoyar la propuesta del ministro Cristo y de otros sectores para definir los cuatro, cinco pilares, para que tengamos unas elecciones en paz en el 2026.
¿Cree que hay posibilidades de un golpe blando en Colombia?
Las investigaciones que está realizando el Consejo Nacional Electoral (CNE) y que deben pasar al Congreso son normales en una democracia. Es normal que las instituciones judiciales respectivas y el juez natural del Presidente investigue. Eso no es romper con la democracia, sino respetar las normas legales del país. Ahora bien, lo negativo es que insistencia de algunos sectores muy radicales que están politizando ese tratamiento judicial e insistiendo en que eso debe terminar con la salida del presidente Petro del poder sin que hayamos tenido los procesos legales necesarios. No debemos confundir los procesos judiciales normales, que deben investigar a cualquier gobierno, de Petro o no Petro, si se excedieron en los topes de las campañas electores. Así está previsto en nuestras normas jurídicas. Pero sí me parece condenable que haya voces llamando a las vías legales para politizarlas y buscar la salida del Presidente. Lo mejor para Colombia es que lleguemos al 2026 con plenas garantías para la oposición, de elecciones limpias y que se puede producir alternancia de gobierno. Sería lo mejor para la estabilidad del país y para la continuidad de nuestra tradición democrática.
MATEO GARCÍA
Subeditor de Política
Mateo García Agudelo