El sistema energético del país está en vilo. Luego de tener 30 años de crecimiento y de estabilidad, ahora no solo el clima sino también las medidas que toma y las que no toma el gobierno de Gustavo Petro tienen a los operadores sumidos en la incertidumbre. Natalia Gutiérrez Jaramillo, presidenta de Acolgen (Asociación Colombiana de Generadores de Energía Eléctrica), alerta sobre el déficit que puede comenzar en diciembre, dependiendo de las lluvias, y cuestiona al gobierno por el manejo de la Creg y la falta de nuevos proyectos que encarecen las tarifas.
“Colombia sufrió un apagón hace 30 años muy parecido al que está viviendo Ecuador. En ese entonces, como ahora, estábamos pasando por un evento climático extremo, porque Ecuador y Colombia estamos en el mismo meridiano y nos toca enfrentar cada cuatro o cinco años el Fenómeno de El Niño, que al disminuir las lluvias nos pega fuerte porque ambos países tenemos una matriz eléctrica con abundancia de la generación hidráulica. Entonces, cuando entramos en estos períodos de sequía tenemos que estar muy bien preparados, se tiene que hacer un diseño de mercado para protegernos y pasar esta temporada sin que se vaya la luz. Hace 30 años, Colombia, no estaba preparada, pero a partir de entonces sí”.
“Nosotros tuvimos en 1993 apagones de hasta 16 horas en algunas ciudades, ellos tienen de 14 horas hoy. En ese momento, en Colombia, el gobierno de César Gaviria tuvo que reaccionar rápido y entendimos que teníamos que repensar el modelo eléctrico. Se evaluaron varios sistemas eléctricos del mundo y se hizo un nuevo diseño de mercado, pensando en que Colombia siempre iba a tener que estar preparado para los fenómenos de El Niño. Desde ese entonces hemos superado cinco fenómenos de El Niño”.
¿Y cuál es el punto fundamental del modelo que se creó hace 30 años?
“Todo cambió con la ley de servicios públicos y la ley eléctrica (142 y 143 de 1994), que permitieron, por ejemplo, que el sector privado pudiera entrar a hacer inversiones en el sector. Segundo, que se abriera la generación eléctrica a un mercado de libre competencia para que todos los jugadores pudieran competir en la ofrecer generación de energía eléctrica de manera más eficiente, compitiendo en precio, al que ofreciera precios más eficientes al usuario final.
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“Exactamente. La mayoría de las térmicas estaban mal administradas, muy politizadas, no se les hizo el mantenimiento adecuado, por eso en ese momento, cuando la sequía acabó el agua, no pudimos prender las térmicas y por eso se produjo el racionamiento. Dicho esto, quiero resaltar que a nosotros no nos parece malo lo público, de hecho, tenemos grandes compañías como EPM o el Grupo Energía Bogotá, que están a la vanguardia de la prestación de servicios.
Pero volviendo al modelo, también se diseñó un mecanismo de confiabilidad, que hoy lo están mirando países como Brasil y Chile, están diciendo por qué Colombia no se ha apagado. Definitivamente hoy tenemos un diseño que nos ha asegurado energía limpia, confiable y eficiente. Que en gracia de discusión se pueden hacer mejoras, pero tenemos un gran diseño de mercado y un caso de éxito”.
“Realmente sí. Inclusive desde Ecuador nos han buscado mucho y en su momento nos reunimos con la ministra de Minas. Les explicamos cómo una situación que fue muy compleja para Colombia que fue ese apagón nos enseñó un montón de cosas, entre otras cambiar todo el marco normativo. Le hablamos sobre la fortaleza de las instituciones, la importancia de tener un ente de Planeación como tenemos nosotros que es la UPME, la importancia de tener un regulador independiente como la Creg, y la relevancia de crear una Superintendencia de Servicios Públicos que pueda garantizar una buena prestación del servicio”.
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“Así es y es muy importante saber que este sector ha crecido en los últimos 30 años gracias a una palabra que a veces suena cliché, pero es la confianza. La confianza que se le tiene a las instituciones en este sector y a las señales de política pública, porque finalmente como generadores de energía no tenemos ningún contrato puntual con el Estado, sino unas señales del regulador, del Ministerio de Minas y de la UPME, y con ellas decidimos hacer inversiones que en los últimos 30 años han sido de $140 billones aproximadamente.
Ha sido un dinero invertido para el progreso del país que no ha tenido que poner el gobierno en el Presupuesto General de la Nación y por eso somos insistentes en que hay que cuidar la institucionalidad y la independencia de la Creg. La Creg no es un diseño colombiano, es un diseño de las mejores prácticas del mundo en reguladores. Que los comisionados sean independientes no es un capricho nuestro, se ha demostrado que sus miembros no solo deben tener un perfil técnico fuerte, sino que deben entender el mercado”.
“Realmente estamos bastante preocupados. Al principio del actual gobierno, con todo respeto por la entonces ministra Irene Vélez, era una mujer muy bien intencionada, pero es una filósofa y este sector es supremamente técnico y bastante complejo. No tener un mínimo conocimiento del sector nos costo muchísimo.
Nosotros desde el principio, cuando llegó la exministra, le dijimos que estábamos preocupados porque no estaban entrando los proyectos de energía a la velocidad que se requería, mientras que la demanda estaba aumentando. Le comentamos que había atrasos que venían de períodos anteriores, pero que tocaba reaccionar rápido. Le presentamos las cifras en las que le demostramos que había entrado menos del 30% de la energía esperada para cada año desde el 2021 hasta el 2023 y que si no se tomaban medidas inmediatas, incluyendo los proyectos eólicos en La Guajira, íbamos a tener un déficit muy rápidamente.
Eso fue hace tres años. Y lo mismo hicimos con el actual ministro, Andrés Camacho, le dijimos tenemos una gran preocupación, necesitamos que ustedes den las señales de política pública, necesitamos las subastas de energía rápidamente porque estábamos viendo, de acuerdo con los informes de la Universidad Nacional, de la UPME y de XM, unos períodos de desabastecimiento a partir del 2026 en adelante.
Ahora, en el corto plazo, es muy importante entender, que nosotros en Colombia todos los años tenemos un verano eléctrico entre diciembre y marzo. Y ese verano eléctrico es más largo e intenso cuando hay Fenómeno de El Niño. Pero lo que está pasando particularmente este año y nos preocupa, es que esperábamos un Fenómeno de La Niña (lluvias en exceso) que no se ha materializado; además, los embalses están por debajo de los promedios históricos, estamos casi 5 puntos por debajo de la senda, mientras hace un año estábamos 7 puntos por encima de la senda. La senda es el tope mínimo que nos pone el gobierno en el que tenemos que estar guardando agua”.
“Los años anteriores, cuando teníamos un colchón entre oferta y demanda de casi un 10% de energía, Colombia podía pasar un verano tranquilo. Lo que pasa es que se nos sigue juntando la coyuntura de que los proyectos no están entrando, no nos hemos desatrasado, de hecho, en La Guajira hay 2.200 megas atrapadas, que no se han podido resolver, entre otras cosas, porque la línea que los va a conectar, la línea Colectora, está atrasada.
Además, ha sido un reto construir los proyectos y algunas empresas han considerado salir de ellos porque el caso de La Guajira es muy retador en el tema social, indígena, de seguridad y orden público. Si no hay un acompañamiento diario del Gobierno Nacional en esas zonas se vuelve muy complejo construir esos proyectos”.
“Enel dijo públicamente que se retiraba, mientras entiendo que Celsia sigue comprometido con la construcción de su proyecto, aunque sé que han tenido dificultades. Tenemos energía de Portugal o Isagén que han hecho grandes apuestas por La Guajira, pero hoy están en un interrogante porque si no es viable construir los proyectos por bloqueos o por temas sociales la verdad es que nos saldrá muy costoso a todos en el país. Estamos perdiendo seguridad energética”.
“Varias cosas. Se dieron unas señales de política pública hace ya varios años centradas solo en crecer en energía eólica y solar, que son maravillosas, pero no tienen la misma firmeza que puede tener una térmica o la generación hidráulica. Entonces, estas apuestas, que además se centraron en La Guajira, hoy, que no han salido adelante, nos están pasando la cuenta de cobro.
Esto se suma a que hace tiempo estamos insistiendo en que hay que hacer una subasta de energía para que el parque de generación en todas las tecnologías crezca. Aquí quiero resaltar que no deberíamos olvidarnos de hacer más hidroeléctricas y crecer en térmicas a gas, que es el combustible de transición en el mundo entero.
Definitivamente, las térmicas nos van a acompañar durante muchos años. Siempre que tenemos un fenómeno climático extremo son las que nos ayudan a pasarlos, como el último fenómeno de El Niño. Pero estas son dos tecnologías que en los últimos años no han tenido señales de política pública para que los inversionistas inyecten recursos en ellas. Hay que replantear estas señales para no olvidarlas”.
“Hoy, casi el 75% de la capacidad instalada es energía hidráulica. Luego hay un 20% de térmica y finalmente un 5% de energía solar. Pero en épocas normales, las hidroeléctricas atienden casi el 85% de la demanda y hoy no hay ningún proyecto hidroeléctrico diferente a Hidroituango que lo necesitamos y ojalá esta segunda fase salga lo más rápido posible”.
“Que haya entrado fue fundamental y por eso insistimos que necesitamos que todas las unidades de Hidroituango estén funcionando lo máximo posible. Una cosa muy especial el año pasado arrancamos con los embalses en el histórico más alto posible, llegando a diciembre con embalses por encima de 70%, pensando en que tendríamos un fenómeno de El Niño fuerte y largo.
Nos criticaron porque nos decían que estábamos guardando agua, los embalses llenos y los precios altos, y la verdad es que cuando guardamos agua y prendemos las térmicas el precio sube porque la generación en térmicas es más costosa. Pero guardar esa agua fue lo que nos ayudó a superar el fenómeno de El Niño.
Pero con la coyuntura de este momento, llegando a diciembre bastante estresados y pensando en si tendremos un nivel de embalses que nos permita superar este próximo verano, le hemos insistido al Gobierno Nacional en que deberíamos haber empezado hace varios meses una campaña de ahorro de energía”.
“Estamos en 55%, porque estamos prendiendo 100 gigas hora/día de térmicas. Además, está lloviendo la mitad de lo que debería llover”.
“Desde los gremios le hemos pedido al gobierno que hay que enfocarse en ahorro de energía porque ya la energía que hay es la que hay. Entrarán un par de proyectos solares, pero no nos dan la confiabilidad que da la térmica a gas y la hidráulica de embalse y es tener tranquilidad en horas pico como las 7:00 p. m. cuando la generación solar no funciona. En este momento no tenemos sistemas de almacenamiento en el país, no solo porque está en desarrollo, sino porque son supremamente costosos. Por eso le pedimos al gobierno una campaña fuerte de ahorro de energía porque este verano que se viene puede ser bastante apretado”.
“No sé si el ministro (Camacho) tenga la información completa o no, pero nosotros trabajamos con información pública que da XM, el operador del mercado, y la UPME. Cuando se cruzan esos números, la situación está apretada. Por eso decimos que hay que ser precavidos”.
“Lo que nos muestra la última información de la UPME y XM es que si la demanda crece de manera acelerada, el déficit de energía en firme arranca a finales de este año. Ahora, en un escenario de demanda media todavía tendríamos un colchón del 2% que implica que no pudiera salir ninguna planta a mantenimiento.
Además, no sabemos si de aquí a diciembre lloverá a cántaros, ya acabó octubre y los embalses no se recuperaron de la manera que esperábamos. El mensaje es que hay que ser muy cuidadosos y arrancar con una campaña de ahorro de energía en el país. La última vez que se hizo una fue cuando Guatapé salió del sistema por un inconveniente técnico, gracias a esa campaña de ahorro de energía Colombia no se apagó y tuvimos un ahorro de casi 5% de la demanda, esa es muchísima energía”.
“El tema de tarifas de energía es, desafortunadamente, de desinformación. Lo que se estaba cobrando en la Costa y subió muchísimo no era el componente de generación, el problema fue la Opción Tarifaria (lo que se dejó de cobrar en la pandemia) que para el caso de los departamentos que atendía Air-e (Atlántico, Guajira y Magdalena) ha significado un cobro adicional de casi $260 por kilovatio/hora en la factura de energía. En los que atendía Afinia (Bolivar, Sucre, Córdoba y César) el adicional fue más moderado de entre $50 y $60 el kilovatio/hora porque difirieron la Opción Tarifaria varios años”.
“Así es. La Costa es particular porque en la factura de energía, casi el 35% no es energía, eso no pasa en Medellín, Bogotá o Cali. En cambio, en la Costa hay sobretasas para seguridad o alumbrado público, uno muchas veces invita a alcaldes y gobernadores a revisar cómo las están cobrando. No porque no se necesiten, sino porque se cobran de forma variable de acuerdo con el consumo y uno se pregunta por qué”.
“Exactamente, para seguridad, para alumbrado público. La factura de energía está llevando una sobrecarga. En Soledad, Atlántico, casi el 40% de la factura no es energía sino sobretasas. La ley permite hacer esos cobros, pero nosotros llamamos la atención de que en la Costa son supremamente altos”.
“El reto está en que la Costa tiene un problema estructural y viene de hace muchos años. Air-e y Afinia llegaron a la Costa con retos grandes de desatrasarse en inversiones y desatrasar el sistema y esto se lo están cobrando a esa región en la tarifa. Ahora, por parte de la generación hemos hecho un llamado de que para poder tener tarifas más estables a largo plazo en todo el país necesitamos más energía. En la medida que no entren más proyectos vamos a tener un problema de precios y de disponibilidad”.
“Hemos tenido reuniones con él y le hemos explicado la situación del sector. Inclusive a través de un comunicado integremial todos los gremios llamamos al gobierno, porque el problema no es solo energético sino económico. Por ejemplo, a las distribuidoras no se les están pagando los subsidios y esto es un hueco gigantesco, son casi $2,5 billones que no les han entrado”.
“Los subsidios del estrato 1, 2 y 3 los pagan los estratos altos, pero eso es un pedazo y no alcanza. El diferencial lo pone el Gobierno Nacional y ha sido este mismo el que está demorado en los pagos de esos subsidios. Esto pone a las distribuidoras en un problema financiero supremamente riesgoso y vemos que puede volverse un problema de riesgo sistémico en toda la cadena”.
“Sí. Este modelo está bien diseñado, pero, reitero, el carro puede ser el último modelo, pero si no se maneja bien no se mueve. Y aquí es lo mismo, si no se dan las señales de política pública para que el sistema se mueva, pues se daña. Hicimos un llamado porque lo de los subsidios no da mucha espera, pero siguen sin pagar. Es una obligación del Gobierno Nacional pagarles los subsidios a estratos 1,2 y 3 y vemos que a esta población podría empezar a subirles la factura de energía porque los distribuidores no tienen por qué estar financiando una obligación del gobierno”.
“Aquí hubo una campaña de desprestigio muy desafortunada liderada por algunos actores del sector y en el profundo desconocimiento del sistema del Gobierno Nacional se juntaron unos discursos con mucha falta de rigurosidad y entendimiento del sector.
Dicho esto, quiero aclarar que las inversiones que se hacen en el país son billonarias. Le recuerdo: en los últimos 30 años hemos invertido $140 billones. Hay que pensar lo que han costado Hidroituango y todas las plantas de generación del país, sumado a los mantenimientos que deben hacerse y cuestan billones para poder tenerlas encendidas.
Entonces, la idea de que se ganan billones de pesos es porque hacemos inversiones de billones de pesos. Nosotros calculamos que de aquí a 2027 debemos hacer inversiones entre $9 y $14 billones para poder atender la demanda de energía.
La gente se escandaliza cuando escucha billones, pero los proyectos dan unas rentabilidades muy normales. Inclusive con la reforma tributaria y con los problemas de licenciamiento ambiental y consulta previa hemos perdido la posibilidad de tener inversiones billonarias en este sector que se van para otros países, porque justamente la rentabilidad ha sido supremamente afectada. La palabra ‘billones’ sacada de contexto es peligrosa”.