El 4 de noviembre, durante casi de dos horas, el escritor italiano Alessandro Baricco mantuvo en vilo al público que llenó el teatro Pablo Tobón Uribe, de Medellín, en la función más promocionada de la séptima edición del Festival del Teatro Comfama San Ignacio. Conocido fuera de su país principalmente por ser el autor de la novela Seda -uno de esos libros que alcanzan la rara condición de longsellers-, Baricco salió al escenario con una boina, unos mitones negros, una camisa blanca con las mangas remangadas hasta más arriba de los codos y un chaleco. Le esperaba una mesa enorme con unos libros y una pequeña computadora. Detrás suyo apareció Verónica Pachetti, la encargada de llevar al castellano las palabras de Baricco. Y así, entre ambos, tejieron una historia que una vez concluida arrancó los aplausos y los vivas de los asistentes.
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Sobre el tiempo y el amor es una obra sencilla, que combina anécdotas de la historia y de la literatura para sostener dos ideas. La primera nos recuerda que el tiempo no tiene la consistencia de la roca sino la fluidez del agua. Esta noción es tan antigua como la filosofía misma: en el siglo V antes de Cristo Heráclito pasó a la memoria colectiva de la humanidad por decir que nadie se baña dos veces en el mismo río. En el primer tramo de la obra Baricco habló del impacto que tuvo en ese mundo -tan distinto al nuestro- la noticia de la huida del rey Luis XVI y las consecuencias que le trajo a la familia real tamaña osadía -la guillotina, para llamar las cosas por su nombre-.
Luego, en la misma línea de historias sobre la muerte, el italiano aludió a la agonía de León Tolstói en una estación de tren. Ambos hechos le sirvieron para apuntalar la idea de la fisura que hay entre el tiempo de las cosas, de los hechos, y el que transcurre en la mente y el corazón de los humanos. La teología tiene nombres curiosos para dichos tiempos: al uno lo llama el cronos y al otro el kairos. Esa fisura ya la había sintetizado John Lennon cuando dijo -o dicen que dijo- que la vida es aquello que pasa mientas hacemos otras cosas.
En el segundo tramo de la obra, el escritor italiano -que se permitió bromear con el público y con la traductora- afirmó que solo el amor sutura la herida del tiempo. Para sostener esa tesis acudió a tres parejas de la literatura universal. Comenzó con el viaje de Florentino Ariza y Fermina Daza en el barco con la bandera amarilla del cólera. En ese barco el tiempo del mundo se suspende para que el de los amantes fluya sin tropiezos. Sin embargo, la tragedia del amor ocurre cuando los tiempos de los amados no se alínean por completo. En este punto Baricco habló de Romeo y Julieta, el romance triste más famosos de las literaturas de occidente. Por segundos, el amor entre los jóvenes quedó en el plano de lo imposible. No obstante, la obra no terminó ahí. Baricco sabe que los públicos aplauden con mayor énfasis las obras que dejan un sabor de esperanza. De ahí que cerró su lectura con el encuentro entre Ulises y Penélope, luego de más de diez años de ausencia.
Al final del show, la gente fue un aplauso que se prolongó por minutos. Baricco invitó a su lado a Verónica y ambos los recibieron con venias.
Nacido en 1958, en Turín, Alessandro Baricco es uno de los autores italianos de mayor proyección internacional, junto a Roberto Saviano y a Elena Ferrante. Su prestigio internacional se debe principalmente a las novelas Seda y Océano Mar. Es el fundador de la Escuela Holden, un espacio formativo para escritores que toma su nombre del protagonista de la legendaria novela El guardián entre el centeno, de J.D. Salinger.