Por tres días, la energía del rock resonó en el parque Simón Bolívar, donde más de 260.000 personas se dieron cita para disfrutar de la edición número 28 de Rock al Parque, el festival gratuito más emblemático de Bogotá. Sin embargo, más allá de la música, este evento estuvo marcado por dificultades logísticas, críticas en redes sociales y tensiones políticas que revelaron un panorama complejo en torno a su organización y desarrollo.
El festival, que inició el sábado 9 de noviembre, contó con la participación de 58 bandas, de las cuales 38 provenían de países como México, Argentina, Alemania, Dinamarca y Suecia. María Claudia Parias, directora del Instituto Distrital de las Artes (Idartes), destacó el impacto del encuentro: “Hemos contado con más de 757 artistas en escena que hacen parte de 58 agrupaciones”, subrayando la relevancia cultural de Rock al Parque tanto para Bogotá como para la región.
Y es que bandas icónicas como La Pestilencia y Doctor Krápula se presentaron junto a artistas internacionales, llevando un repertorio que abarcó desde el thrash metal hasta el folk metal, en un evento que, pese a las lluvias, fue recibido con entusiasmo por el público.
No obstante, su cierre, que tuvo lugar el 11 de noviembre, también dejó en evidencia los retos logísticos y las críticas ciudadanas hacia la movilidad en la ciudad, pues la masiva asistencia requirió una extensión del horario de TransMilenio, servicio que opera en las inmediaciones del parque y que, por primera vez, amplió su operación hasta la madrugada.
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Según informó la gerente de TransMilenio, María Fernanda Ortiz, se habilitaron 31 buses troncales y 50 zonales para movilizar a los asistentes; de las cuales solo se registraron 3.260 validaciones de pasajes, en contraste con los más de 21.000 usuarios que se trasladaron esa noche.
Las dificultades de transporte se agravaron cuando varios usuarios comenzaron a bloquear la avenida NQS en protesta por los retrasos y la falta de buses, mientras que en las redes sociales, cientos de personas expresaron su descontento ante la gestión del sistema de transporte público.
Ortiz reconoció los inconvenientes y pidió disculpas a quienes, a pesar de haber pagado sus pasajes, debieron esperar en estaciones saturadas: “Les pedimos disculpas a los usuarios que pagaron sus tiquetes y tuvieron que esperar más para llegar a su casa”, afirmó.
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Esta situación no solo reveló la presión en la infraestructura de transporte, sino también tensiones entre la administración distrital y el Gobierno Nacional, ya que el presidente Gustavo Petro aprovechó el contexto para resaltar la presentación de la banda española Mago de Oz, mencionando que esperaba que “pongan TransMilenio hasta tarde”, en un tuit que fue respondido por el secretario general del Distrito, Miguel Silva, quien recordó que la financiación de Rock al Parque es responsabilidad del Distrito y expresó que la ciudad estaría abierta a recibir apoyo nacional en el futuro. “Aunque no contamos con apoyo de la Nación, estamos listos para recibirlo el próximo año que estaremos celebrando los 30 años de Rock al Parque”, puntualizó.
Las presentaciones en Rock al Parque también sirvieron de escenario para la crítica social.
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La banda Doctor Krápula, una de las favoritas del público, aprovechó su actuación para manifestar su rechazo a la reciente canción +57 de varios artistas colombianos del género urbano, incluyendo a Karol G y Maluma, pues Mario Muñoz (vocalista) proyectó un mensaje en la pantalla gigante con la frase “+ amor, -57” y afirmó”: “Si nosotros queremos dejar de ser vistos como el país del narcotráfico y el putero del mundo, pues no podemos estar haciendo canciones que hagan apología al narcotráfico y mucho menos a la pedofilia”.
El comentario de Muñoz resonó en un público que no dudó en expresar su apoyo, reflejando el espíritu de una comunidad rockera comprometida con la transformación social y cultural del país. Para Muñoz, este tipo de manifestaciones artísticas son necesarias para modificar la percepción internacional sobre Colombia, enfocándola en un país de “vida, construcción y arte”.
Así, el Rock al Parque de este año no solo representó una oportunidad para disfrutar de la música en vivo, sino que también puso en evidencia la complejidad de realizar eventos masivos en una ciudad que aún enfrenta desafíos en su infraestructura y en su coordinación interinstitucional.
Con la promesa de una celebración aún mayor en su trigésimo aniversario en 2025, el festival seguirá siendo un espacio donde la música, la crítica social y la política convergen en la escena pública bogotana.
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