En la cumbre climática COP29, el secretario general de la ONU, António Guterres, ha pedido una medida histórica y contundente para enfrentar la crisis climática: que los países más contaminantes del planeta paguen sanciones económicas.
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Durante su intervención en Bakú, Azerbaiyán, este 12 de noviembre de 2024, Guterres destacó que los grandes emisores, quienes en su mayoría son países desarrollados, deberían cubrir los costos de su impacto ambiental, al tiempo que insistió en que estos recursos se destinen a financiar la transición de los países menos responsables del cambio climático, pero que, a menudo, sufren sus peores consecuencias.
En un discurso enfocado en la financiación climática, Guterres señaló que el mundo ya no puede permitirse ignorar los efectos devastadores de la crisis climática. “Escuchemos el tictac del reloj: estamos en la cuenta regresiva para limitar el aumento de temperaturas a 1,5 ºC”, subrayó.
Para el secretario, la implementación de impuestos sobre la extracción de combustibles fósiles, el transporte marítimo y la aviación es fundamental para cubrir el creciente costo de la adaptación al cambio climático, especialmente en países en desarrollo que carecen de los recursos necesarios para enfrentar estos retos.
Guterres expresó la urgencia de un cambio en la estructura de financiamiento climático global: “La financiación climática no es caridad, es una inversión. La acción climática no es opcional, es imperativa. Ambas son indispensables para un mundo habitable,” remarcó el secretario general de la ONU. Además, enfatizó que el problema de la contaminación global tiene una raíz de desigualdad, argumentando que “los ricos causan el problema, los pobres pagan el precio más alto”.
La propuesta de Guterres para imponer multas a los países contaminantes se suma a su exigencia de mayores regulaciones en los mercados de carbono.
En esta COP29, el secretario también pidió que estos mercados “respeten los derechos de las comunidades locales” y eviten el greenwashing o acaparamiento de tierras.
En cuanto a la financiación, solicitó que los países desarrollados dupliquen su contribución a la adaptación climática a un mínimo de 40.000 millones de dólares anuales para 2025, destacando que “ningún país se salva de los desastres climáticos”, y que los efectos del cambio climático como huracanes, incendios y sequías no distinguen fronteras.
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Además de las sanciones económicas, Guterres propuso una recapitalización de los bancos multilaterales de desarrollo, de forma que estos puedan otorgar créditos más accesibles a los países en desarrollo. Con ello, se busca que estos países puedan financiar proyectos de infraestructura y adaptación sin depender únicamente de la ayuda internacional, lo que generaría una estructura de financiamiento más equitativa y menos dependiente de la caridad.
La retórica de António Guterres fue clara y directa en cuanto a la responsabilidad de las naciones ricas en la crisis climática.
En su discurso, recordó un estudio de Oxfam que destaca que “los multimillonarios más ricos emiten en una hora y media más carbono que una persona promedio en toda su vida”. Esta cifra fue utilizada para ilustrar la disparidad de emisiones entre sectores y regiones del mundo, enfatizando la necesidad de que los principales emisores asuman la carga económica y contribuyan de manera significativa a la solución.
Con un tono alarmante, Guterres declaró: “Este año será el más caliente registrado en la historia”, subrayando que las temperaturas récord registradas en el último año han desencadenado eventos climáticos extremos sin precedentes. Esta “clase magistral de destrucción climática”, como la definió, exige que los países ricos adopten acciones inmediatas y contundentes, ya que estos tienen “mayores capacidades y responsabilidades” en la reducción de las emisiones globales.
Para lograr un financiamiento climático justo y eficiente, Guterres pidió que las decisiones tomadas en esta COP29 establezcan un marco claro y accesible para que los países en desarrollo tengan la confianza de que los recursos prometidos llegarán.
También hizo un llamado a desarrollar un Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado para fijar una meta financiera que apoye las acciones climáticas a partir de 2025, superando la meta actual de 100.000 millones de dólares anuales, que considera insuficiente para la escala de la crisis actual.
La propuesta de António Guterres marca un punto de inflexión en la política climática global y resalta el compromiso de la ONU para construir una transición hacia energías limpias que sea equitativa para todas las naciones.
Para el secretario general, la “revolución de las energías limpias” ya está en marcha y, con o sin la cooperación de todos los países, es una realidad que “ningún grupo, ninguna empresa y ningún gobierno pueden detener”.Siga leyendo: “La cooperación internacional es esencial para enfrentar la crisis climática”, asegura el embajador de Finlandia