El día empezó fresco en Barranquilla. Unas nubes espesas cubrieron el firmamento durante las primeras horas de la mañana. Se podía caminar sin protección para el sol. Pero el clima en la casa de la Selección es traicionero: parece que toda la jornada no se le verá la cara al sol y este aparece de un momento a otro, sin dar aviso.
Eran las 9:30 de la mañana del martes y se notaba que jugaba la Selección Colombia. Miles de camisetas de La Tricolor se empezaron a ver por las calles. Desde el local que sacó los perros a pasear, hasta el visitante del interior, del oriente, del occidente, del sur del país, andaban uniformados.
Salió el sol. El firmamento quedó azul por completo. La temperatura empezó a subir. El vaho que salía del suelo era tan caliente que los cuerpos no aguantaban sin tomar algo para hidratarse. Pero no importaba. Por lo menos así lo demostraron los hinchas que, desde esa hora, hasta después del mediodía, se pararon en la puerta del hotel de concentración del cuadro criollo, al norte de la ciudad.
Desde el icónico imitador del Pibe Valderrama, que vive en Barranquilla, hasta el Chilapo, un hombre que se viste por completo de amarillo, azul y rojo, como si fuera una piñata, que vino desde Cali, esperaban con ansias para ver si podían ver algún jugador. Solo lograron divisar a Mané Díaz, el papá de Lucho, que en el último tiempo se convirtió en una figura pública.
Le pidieron fotos, saludos a familiares en lugares lejanos. Los dio. El calor era sofocante y con las personas agrupadas se sentía más. Sin embargo, empezaron a aparecer nubes. En Barranquilla las cosas pueden cambiar de un momento a otro.
Una lluvia de emociones
Eran las tres de la tarde y el calor de la mañana en Barranquilla se esfumó. Empezó a caer una lluvia fuerte en el sur de la capital del Atlántico. Sin embargo, los aficionados de la Selección Colombia no se dejaron apabullar. Llegaron, de todas partes del país, al estadio Metropolitano.
Los ingresos a las tribunas estaban llenos. Había un poco de impaciencia. Cómo no, si con el paso del tiempo la lluvia aumentaba su intensidad. Todos querían ingresar. Pero la logística no daba abasto.
Se escuchó un grito. Todo el mundo corrió a ver qué pasaba. Empezaron a verse celulares. La locura tenía sentido: el bus de la Selección acababa de llegar. Los jugadores se bajaron y fueron vitoreados. Después volvió la calma.
La entró al estadio. La intensidad de la lluvia bajó. Las graderías se llenaron. Pasaron dos horas. Ya los futbolistas de ambos seleccionados en los camerinos. Mientras salían a calentar, desfiló la reina del carnaval del 2025 por la pista atlética. Dejó de llover, pero la cancha se veía húmeda. Se escuchó un grito de emoción. La gente sacó celulares. En las pantallas del Metropolitano mostraron que el cuerpo técnico ya iba a salir a calentar. Lo hicieron en medio de la alegría de la gente.
El estadio volvió a moverse de emoción cuando la voz oficial dio a conocer los titulares. Cuando nombraron a Richard Ríos, James y Luis Díaz se escucharon gritos de felicidad. Los futbolistas ingresaron al camerino. La gente, aprovechando que el duelo se jugaba de noche, encendió las linternas de sus teléfonos.
Vieron a Néstor Lorenzo en la pantalla, con su camiseta vinotinto, y se enloquecieron. Salieron los suplentes en medio de sonidos de vuvuzelas y cánticos en la tribuna sur. Los aficionados empezaron a cantar vamos, vamos Colombia. Los jugadores salieron. El himno, cuyas notas fueron tocadas por una banda militar, se escuchó con mucha fuerza.
La piel de muchos se erizó cuando aplaudieron a los criollos después de que terminó el himno. Empezó el partido. La gente no se había terminado de acomodar, cuando un descuido por la banda izquierda permitió que Éner Valencia se metiera en una diagonal perfecta hacia el área, rematara de zurda y celebrara: fue la décima vez que le marcaron en eliminatorias.
Luego los criollos se fueron al frente. Le hicieron sentir la localía a Ecuador. Generaron varias jugadas claras de gol, pero a los delanteros les faltó eficacia. Jhon Córdoba tuvo la más clara de la pierna parte. La erró. También fallaron James y Díaz.
La dinámica se repitió en el segundo tiempo. En el Metropolitano se sentía mucha tensión. El ingreso de Jhon Durán dio algo de esperanza. La Selección lo intentó: llegó X veces, pero no marcó. Con la derrota ante Ecuador, los de Lorenzo perdieron el invicto que tenían de locales. Además, sumó su tercera derrota en eliminatorias (también cayó ante Uruguay y Bolivia). Fue la segunda en línea. La lluvia volvió al Metro. Esta vez no fue de goles.
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