Las inundaciones que azotaron el Pacífico colombiano en noviembre de 2024 transformaron comunidades enteras en un escenario de destrucción y el departamento de Chocó, una de las regiones más pobres del país, fue el más afectado, con el 85% de su territorio bajo el agua y más de 188.000 personas desplazadas, sin embargo esto no es lo más preocupante hasta ahora: un estudio reciente, liderado por ClimaMeter, explica que el cambio climático exacerba la realidad, pues según sus conclusiones el calentamiento global ha intensificado las lluvias en esta región, aumentando el volumen de precipitación hasta un 40% en comparación con décadas pasadas, y situándola en una de las más vulnerables ante estos fenómenos.
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La investigación, que lleva por título November 2024 floods in Colombia mostly exacerbated by human-driven climate change, fue desarrollada por un equipo internacional de científicos —entre quienes se incluyen Greta Cazzaniga, Davide Farand y Flavio Pons, ambos del Instituto Pierre-Simon Laplace (IPSL-CNRS) en Francia, Sara M. Vallejo-Bernal del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (PIK) en Alemania y Alejandra Carmona de la Universidad EAFIT en Colombia—, fue financiada por la Unión Europea y el Centro Nacional de Investigación Científica de Francia, y utilizó métodos avanzados de análisis, comparando datos meteorológicos históricos para determinar cómo la actividad humana ha hecho que estos eventos sean más extremos y recurrentes.
Es decir, en términos de metodología, el equipo de ClimaMeter se centró en observar patrones meteorológicos similares en dos períodos: entre 1979 y 2001, cuando el cambio climático aún no se había intensificado, y entre 2002 y 2023, cuando sus efectos ya son evidentes. Al analizar estos dos períodos, los científicos encontraron que las condiciones climáticas actuales en la costa del Pacífico colombiano son hasta un 40% más húmedas y 1.5 °C más cálidas que en el pasado, diferencias críticas ya que, con un aumento de temperatura, la atmósfera puede retener mayor cantidad de humedad, y desencadenar lluvias más intensas y prolongadas cuando se libera. Además, se observó un aumento en la velocidad de los vientos en el océano Pacífico, lo cual contribuye a transportar aún más humedad hacia las zonas montañosas del país, como Chocó, favoreciendo lluvias torrenciales y desbordamientos.
Ahora, este evento de inundación, que alcanzó picos de hasta 200 mm por día, fue impulsado por una combinación de factores poco comunes y extremadamente intensos: por depresiones tropicales sobre el mar Caribe y la llamada Oscilación Madden-Julian, que afecta los patrones de lluvia en las regiones tropicales; por el desarrollo de una fase de La Niña y el aumento de la corriente de vientos alisios desde el Pacífico, que intensificaron el flujo de aire húmedo hacia Colombia, flujo que chocó con la cordillera de los Andes, generando lluvias aún más intensas en el Pacífico; y por la presencia de la Zona de Convergencia Intertropical, una franja de baja presión que migra con las estaciones, y que aumentó la intensidad de las lluvias, lo cual es común en esta época del año, pero rara vez con tanta fuerza.
Greta Cazzaniga, una de las autoras del estudio, señaló la gravedad del evento para una región con condiciones tan frágiles: “Un fenómeno extremo ha afectado gravemente al Chocó, la región más pobre de Colombia, poniendo de relieve cómo la pobreza empeora la recuperación de las cosechas perdidas, los hogares destruidos y el desplazamiento generalizado. Ahora es el momento de actuar para proteger a los pobres del cambio climático invirtiendo en sistemas de alerta temprana y medidas de protección, al tiempo que se acelera la reducción de emisiones”.
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Y es que este nuevo análisis arroja una conclusión contundente: la variabilidad natural del clima, que depende de ciclos oceánicos como la Oscilación Decadal del Pacífico y la Oscilación Multidecenal del Atlántico, no puede explicar por sí sola el aumento en la cantidad y la intensidad de las lluvias que devastaron el Pacífico colombiano, por lo que los científicos consideran que el cambio climático es el principal responsable de este incremento en la fuerza de las lluvias, una situación que, si no se toman medidas, puede volverse cada vez más frecuente en el futuro cercano.
Alejandra Carmona, de la Universidad Eafit, destacó la urgencia de adaptarse a estos cambios: “Vemos la creciente frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos, como las recientes inundaciones en Colombia, como una clara señal de la urgente necesidad de abordar la resiliencia climática. Nuestra atención debe centrarse en comprender estos fenómenos para orientar soluciones sostenibles y proteger a las comunidades vulnerables”.
Para ilustrar el impacto del cambio climático en eventos como este, el estudio explica que el aumento en la temperatura y humedad ha provocado condiciones en las que lluvias extremadamente fuertes son cada vez más probables. En términos concretos, se espera que fenómenos que anteriormente ocurrían cada 100 años puedan comenzar a suceder con mayor frecuencia, lo que representa un riesgo significativo para comunidades ya en condiciones de vulnerabilidad, en especial si se tiene en cuenta que el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) ha proyectado que con un aumento de la temperatura global de 1.5 °C, la población expuesta a inundaciones en Colombia podría duplicarse, y el riesgo aumenta aún más si el calentamiento alcanza los 2 °C.
A nivel económico, los daños que dejan las inundaciones en Colombia ya representan pérdidas de aproximadamente 500 millones de dólares anuales, una cifra que podría duplicarse para mediados de siglo si las emisiones globales no se reducen. En Chocó, donde las lluvias anuales alcanzan hasta 13.000 mm, esta situación plantea un desafío adicional, pues su infraestructura es inadecuada para soportar eventos climáticos extremos de esta magnitud. Davide Faranda, otro de los investigadores, enfatizó: “Las inundaciones de Colombia son una dura demostración de cómo el cambio climático está remodelando nuestro mundo. Nos recuerdan que ignorar los riesgos de los fenómenos meteorológicos extremos ya no es una opción: necesitamos medidas decisivas para proteger vidas y adaptarnos al futuro”.
Los científicos de ClimaMeter concluyen que es necesario adoptar medidas de protección para mitigar estos riesgos. Entre las recomendaciones se incluye la implementación de sistemas de alerta temprana, la mejora en el manejo de las zonas de inundación y la construcción de infraestructura resiliente, tres medidas claves para reducir los efectos de las inundaciones en las comunidades vulnerables y prepararse para un escenario en el que estos eventos pueden ser más frecuentes.