¡Un giro económico inesperado! Hasta octubre de 2024, las remesas que llegan al país han superado a la Inversión Extranjera Directa (IED), marcando un hito importante en la economía.
Mientras las remesas acumuladas, entre enero y octubre de 2024, sumaron 9.717 millones de dólares; la IED acumulada llegó en ese mismo período a 9.319 millones de dólares.
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Es decir, según cifras del Banco de la República, los recursos enviados por los trabajadores colombianos desde el exterior ya superan el dinero que las empresas extranjeras invierten en actividades productivas dentro del país.
Con estos datos de fondo, los analistas ven esta tendencia creciente como una fuente de ingresos crucial para la economía colombiana.
Entonces, con un crecimiento anual del 17% en octubre, las remesas llevan cinco meses consecutivos por encima de los 1.000 millones. Un récord que confirma su peso creciente en la economía del país.
Con estos techos, solo faltarán, en los dos últimos meses del año, 375 millones de dólares para igualar la cifra total del año pasado. Entonces, en 2024, las remesas podrían alcanzar cerca de 12.000 millones de dólares, una cifra que marcaría un hito importante.
Para tener contexto, en 2023 las remesas totalizaron 10.091 millones de dólares lo que representó el 2,8% del Producto Interno Bruto (PIB) de Colombia. Estas transferencias significaron el 3,6% de los ingresos disponibles de las familias y el 3,9% del consumo de los hogares.
En departamentos como el Valle del Cauca, principal receptor de remesas, así como en regiones del Eje Cafetero, Antioquia y Cundinamarca, los giros enviados por los trabajadores colombianos en el exterior han jugado un papel clave en la economía local, dinamizando el consumo y fomentando algunas actividades productivas.
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Para 2024, Corficolombiana prevé un ingreso récord de remesas de 11.800 millones de dólares, un incremento del 17,1% frente al año pasado. Este volumen será 1,8 veces superior al registrado en 2019. En términos de moneda nacional, se estima que las remesas alcanzarán $48,5 billones, lo que representará 2,4 veces lo reportado en 2019 y equivaldrá al 2,8% del PIB.
El número de receptores de remesas también ha crecido significativamente, pasando de 1,3 millones en 2019 a 2,1 millones en junio de 2024. Este aumento responde, principalmente, a la aceleración de la migración de colombianos al exterior tras la pandemia.
Además, el informe resalta el impacto positivo de las remesas en el consumo interno, especialmente en un contexto de desaceleración económica. Para los quintiles más bajos de ingresos, estas transferencias representaron en 2023 el 9% y el 5% del total de sus ingresos, consolidándose como la tercera mayor fuente de recursos para estos hogares.
Este cruce entre remesas e inversión extranjera refleja un panorama mixto para Colombia. Así lo ve Diego Montañez, magíster en Economía e investigador de la Eafit, quien considera que, por un lado, las remesas crecen con fuerza, impulsadas por el aumento en los ingresos de los colombianos en el exterior, principalmente en Estados Unidos. Esto es por el buen momento de esa economía, y un flujo constante superior a 1.000 millones de dólares mensuales.
Por otro lado, comenta Montañez, la caída de la inversión extranjera directa, con un acumulado de -17%, según balanza cambiaria del Banco de la República) es preocupante, “ya que refleja cierta desconfianza inversionista en el país, lo que afecta la creación de empleo y la diversificación económica”.
El economista sostiene que, aunque las remesas son un alivio para los hogares, este auge también evidencia que “exportamos más mano de obra que bienes o servicios, lo que plantea desafíos estructurales importantes”.
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El equipo de investigaciones económicas de Corficolombiana proyecta que en 2025 los ingresos por remesas alcanzarán un récord histórico de 13.000 millones de dólares, equivalente a $56 billones, lo que representará el 3,1% del PIB de Colombia.
Según el reporte, “la recepción de remesas se convertirá en la principal fuente de divisas para la economía colombiana, superando incluso a las exportaciones petroleras si estas continúan con su tendencia decreciente”.
Sin embargo, se destaca como principal reto a corto plazo la incertidumbre generada por una eventual segunda presidencia de Donald Trump y sus propuestas antimigratorias. “Aunque anticipamos que el impacto será gradual y no alterará significativamente los flujos de remesas, a largo plazo es clave orientar esta bonanza hacia la inversión productiva y el desarrollo del país”, enfatizó el informe.
En el caso de la inversión extranjera, de acuerdo con la balanza cambiaria del Banco de la República, esta lleva siete meses consecutivos con caídas en su comparación anual.
Los datos del Emisor muestran que la IED llegó a 726 millones de dólares en octubre, se redujo en 17,5% frente a los 880 millones de dólares del mismo mes del año pasado.
De los 726 millones de dólares de inversión que recibió Colombia en octubre, 560 millones de dólares provinieron de petróleo y minería, y los otros 166 millones de dólares son de otros sectores.
En este indicador, el sector de petróleo y minería destacó al representar el 70% del total de la inversión extranjera directa (IED) durante los primeros 10 meses del año, con un monto de 6.689 millones de dólares.
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Sin embargo, es importante aclarar que esta cifra no implica necesariamente la entrada de esos recursos al país, ya que puede incluir ganancias o utilidades generadas por empresas extranjeras que operan en Colombia y que deciden reinvertir parte de esos fondos o destinarlos al pago de impuestos relacionados con su actividad.
Cabe señalar que, hace un año, este sector representaba el 80% de la IED, lo que refleja una disminución en su peso relativo dentro de la inversión extranjera directa en el país.
De acuerdo con Campetrol, en el acumulado del primer semestre del año 2024, la IED petrolera sumó un valor de 1.238 millones de dólares, valor que fue inferior en 539 millones de dólares (-30,3%) comparado con el 2023.
Esto se ve materializado en la actividad de taladros que experimentó una contracción del 34%, lo que implica que 52 taladros, tanto de perforación como de reacondicionamiento, dejaron de operar. Esto se asocia con una estimación de 28.600 empleos perdidos, considerando tanto empleos directos como indirectos.
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