La final de vuelta de la Copa BetPlay, que se disputó entre América de Cali y Atlético Nacional en el Estadio Pascual Guerrero, dejó un sabor agridulce para el fútbol colombiano. Aunque el empate sin goles coronó al equipo verdolaga como campeón del torneo, los lamentables actos de violencia empañaron lo que debía ser una noche de fiesta deportiva.
La tensión en el estadio fue evidente desde el inicio, pero la situación alcanzó un punto crítico tras el pitazo final. La violencia protagonizada por algunos sectores de la hinchada local obligó a la Policía Nacional y a las autoridades del recinto a suspender la ceremonia de premiación en el campo. El Coronel encargado del operativo de seguridad recomendó trasladar la entrega del trofeo a un lugar seguro para evitar riesgos mayores.
Aunque el estadio fue evacuado, los disturbios se trasladaron a las afueras, donde se reportaron enfrentamientos entre hinchas y miembros de la fuerza pública, dejando un saldo preocupante de heridos.
La Dimayor, en un comunicado oficial, rechazó enérgicamente los hechos violentos que marcaron el desenlace de la final. La organización destacó que, por motivos de seguridad, la premiación no pudo realizarse de manera habitual. Asimismo, felicitó a Atlético Nacional por su título, reconociendo el esfuerzo de jugadores, cuerpo técnico, dirigentes e hinchada, quienes quedaron privados de una celebración digna en el terreno de juego.
“La decisión que toma la administración busca en todo momento preservar la seguridad de todos, en especial la del equipo visitante”, resaltó la Dimayor en su mensaje.
La violencia en los estadios sigue siendo un problema estructural en el fútbol colombiano, y lo sucedido en el Pascual Guerrero deja en evidencia la urgente necesidad de medidas más efectivas para garantizar la seguridad en los eventos deportivos. El deporte, que debería ser un espacio de unión y alegría, se ve constantemente opacado por estos actos que afectan a equipos, hinchas y la imagen del fútbol nacional.
Atlético Nacional, que sumó su séptima Copa Betplay, merecía un festejo pleno tras un torneo en el que mostró su jerarquía. Sin embargo, el contexto no permitió disfrutar de la celebración con su público. Este episodio no solo debe llamar a la reflexión de las autoridades del fútbol, sino también de la sociedad en general, para recuperar el espíritu del juego limpio y el respeto dentro y fuera de los estadios.
El título obtenido por Nacional quedará en la historia, pero también lo harán las imágenes de un estadio vacío y un trofeo entregado en el camerino en medio de la sombra de la violencia.