El 24 de diciembre, el presidente Gustavo Petro anunció un incremento del 9,54% en el salario mínimo para 2025. Esto fija el ingreso mensual en $1.423.500, más un auxilio de transporte de $200.000, sumando $1.623.500 en total.
Pero este cambio no solo afecta al salario mínimo base; también repercute significativamente en el salario integral, una modalidad dirigida a cargos especializados o directivos.
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El salario integral combina el sueldo base con prestaciones y beneficios sociales, incluyendo primas, cesantías e incluso recargos nocturnos, dominicales y festivos. Según el artículo 132 del Código Sustantivo del Trabajo, esta modalidad aplica únicamente a quienes perciben más de 10 salarios mínimos legales mensuales vigentes (SMMLV).
Para 2025, esto significa que un salario integral no puede ser menor a $18.505.500. Este monto incluye 10 salarios mínimos como base ($14.235.000) más un factor prestacional del 30% ($4.270.500), que anticipa las prestaciones sociales del trabajador.
El salario integral para 2025 se determina así: 10 salarios mínimos: $14.235.000. 30% de factor prestacional: $4.270.500. Total mensual: $18.505.500.
El factor prestacional cubre prestaciones básicas como primas, cesantías e intereses, además de otros beneficios extralegales, según lo acuerden empleador y empleado.
Sin embargo, debe haber un pacto expreso y por escrito para incluir estos conceptos adicionales.
El ajuste del salario mínimo integral afecta principalmente a las empresas, que ahora deben pagar este monto como mínimo a los trabajadores bajo esta modalidad. Según Camilo Cuervo, socio de Holland & Knight, para La República, las empresas están enfrentando dificultades para cumplir con estos incrementos, que superan ampliamente el índice de precios al consumidor (IPC), esperado en un 5% para este año.
“Muchas compañías están optando por desmontar el salario integral debido al alto costo que implica. Sin embargo, para hacerlo requieren un acuerdo escrito con el trabajador, lo cual no siempre es fácil de conseguir”, comenta Cuervo.
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Además, los trabajadores con salario integral no reciben subsidios y están sujetos a pagos obligatorios como: Salud: 4% (trabajador) y 8,5% (empleador). Pensiones: 4% (trabajador) y 12% (empleador). Caja de compensación: 4% (cubierto por el empleador).
Entre los beneficios de esta modalidad, destaca que el empleado recibe todos los pagos en un solo monto, simplificando el cálculo mensual. No obstante, también está atado a impuestos como la retención en la fuente y la declaración de renta.
Por otro lado, los empleadores ven con preocupación el impacto económico de estos ajustes. “El salario integral se está convirtiendo en un salario impagable para muchas empresas, especialmente en sectores donde los márgenes de ganancia son limitados”, advierte Cuervo.
Esta modalidad está destinada a trabajadores en cargos directivos o especializados cuyos ingresos per cápita familiares superen los $4.206.033, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane). Un empleado bajo este esquema acumularía $222.066.000 al año, lo que lo sitúa en un rango salarial alto.
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