En medio de la guerra comercial entre China y Estados Unidos, comerciantes chinos han recurrido a TikTok para promocionar productos que aseguran ser iguales a los de marcas de lujo como Louis Vuitton, Hermés o Prada, pero a precios mucho más bajos.
Esta estrategia ataca directamente al consumo conspicuo, es decir, a quienes compran bienes de lujo para mostrar estatus. Videos virales revelan que estos productos pueden tener sobrecostos de hasta 3.000 %, señalando que el precio se infla principalmente por el valor del logo.
(Vea también: Prohíben a los diplomáticos estadounidenses mantener relaciones íntimas con ciudadanos chinos).
La consultora en moda Diana Lucía Gómez explicó a La República que esta estrategia no afecta tanto al consumidor élite, que busca experiencia y calidad, sino a quienes aspiran a ese estatus y podrían sentirse atraídos por alternativas más accesibles.
Según Gómez, el logo se convierte en el punto más vulnerable, ya que para muchos consumidores representa lujo, sin importar su origen.
Aunque no se ha comprobado que los productos mostrados en TikTok sean auténticos, la credibilidad que generan estos contenidos en redes sociales influye fuertemente en el consumidor promedio.
Este fenómeno podría dificultar la publicidad de marcas de lujo, especialmente en mercados como el estadounidense, al cuestionarse el verdadero valor detrás de los precios.
Por qué aranceles de Donald Trump llevaron a guerra comercial con China
En 2025, los nuevos aranceles impuestos por Donald Trump marcaron el reinicio de una intensa guerra comercial entre Estados Unidos y China. Esta medida consistió en imponer tarifas que alcanzaban hasta un 245% sobre productos chinos, con el objetivo de proteger la industria estadounidense, frenar lo que el gobierno norteamericano consideraba prácticas comerciales desleales y reducir el déficit comercial con China.
Sin embargo, esta acción provocó una inmediata respuesta por parte del gigante asiático y reactivó tensiones económicas que ya habían sido protagonistas durante su anterior mandato. Los aranceles no solo afectaron sectores estratégicos como la tecnología, los bienes de consumo y la manufactura, sino que también avivaron la confrontación en un contexto global ya marcado por la incertidumbre y la competencia geopolítica.
El anuncio de los aranceles generó un ambiente de confrontación no solo en los canales diplomáticos y comerciales tradicionales, sino también en espacios digitales y redes sociales, lo que evidencia cómo las disputas económicas ahora se trasladan también al terreno de la influencia mediática y cultural. China respondió no solo con la amenaza de contramedidas comerciales, sino también promoviendo alternativas económicas que cuestionan la hegemonía de marcas occidentales, como se ha visto con el auge de creadores chinos en plataformas como TikTok, quienes desmitifican el valor de productos de lujo fabricados en Asia, pero vendidos en Occidente a precios excesivos.
La esencia de esta guerra comercial radica en una lucha de poder por el dominio económico global. Estados Unidos busca frenar el ascenso tecnológico y manufacturero de China, al tiempo que intenta repatriar empleos y fomentar el consumo de productos nacionales. Por su parte, China, en lugar de ceder, ha utilizado la confrontación como un catalizador para fortalecer su autosuficiencia, diversificar mercados y construir narrativas que cuestionan la legitimidad del liderazgo económico estadounidense. Las tarifas, lejos de lograr una resolución, intensificaron la competencia y obligaron a ambos países a redefinir sus estrategias de comercio e inversión.
Por qué los aranceles son arma política entre países
En este nuevo escenario, los aranceles no son simplemente medidas económicas, sino herramientas de presión política, ideológica y cultural. Representan una forma moderna de confrontación, donde el comercio se convierte en campo de batalla.
La guerra comercial iniciada en 2025 no solo tiene implicaciones para China y Estados Unidos, sino también para el resto del mundo, que observa con atención cómo las dos mayores economías globales chocan por el liderazgo del siglo XXI.