Brigitte Baptiste, rectora de la Universidad EAN y exdirectora del Instituto Humboldt habló con EL TIEMPO sobre lo que puede esperar Colombia de la COP16 y los desafíos en biodiversidad.
¿Por qué es importante ser sede de la COP16?
Porque Colombia es un país absolutamente biodiverso y que a la biodiversidad se le dé esta ventana de visibilidad hace que el mundo entero reconozca que tenemos una potencia muy interesante para el cumplimiento de las metas globales. Siendo un país pequeño, con recursos limitados, pero con muchas oportunidades, Colombia puede apoyar su cumplimiento.
¿Qué decisiones concretas podemos esperar?
Lo más importante es que Colombia conozca su propio plan de biodiversidad. Los países van a entregar lo que llaman las estrategias nacionales de biodiversidad y servicios ecosistémicos. En cada país se ponen los propios derroteros, sus propias metas y en ese sentido queda visible ante el mundo. Colombia, siendo anfitrión, proponiendo una nueva estrategia de biodiversidad desde adentro del país, está obligada a ser muy seria con los compromisos que se plantea por lo menos hasta el 2030.
¿El mundo sí ha logrado avances con estas cumbres?
Pues, la verdad, hemos avanzado poquito. Diría yo que el balance histórico es bastante escuálido, muchos avances retóricos, muchos compromisos no cumplidos, pero hay que seguir trabajando, la biodiversidad es realmente el único seguro que tenemos para adaptarnos a la crisis climática.
Con las decisiones de estas cumbres, ¿se ha logrado detener la pérdida de biodiversidad?
No solo no han logrado detenerla, sino que ha empeorado. Las cifras del informe Planeta Vivo de WWF que muestra las tendencias de transformación y pérdida de biodiversidad en el planeta son absolutamente deprimentes, muy amenazadoras. Los países tienen todas las excusas del mundo para justificar su lentitud en adoptar medidas de conservación y protección de la biodiversidad efectivas. Yo diría que pocos triunfos, algunos en las tercerías internacionales, los acuerdos de acceso a peces de interés comercial han funcionado en unos casos, algunos atunes por ejemplo están mejor que hace unos años, pero lo que vemos es una continuidad en la contaminación de aguas y tierras, una continuidad en los fenómenos de deforestación y destrucción de humedales y costas, una continuidad en la introducción de especies invasoras, como en el caso de los hipopótamos y en Colombia el pez basa, por ejemplo.
¿Cómo está Colombia en el panorama global?
Compartimos la situación mundial. Hay pocos países en el mundo que realmente están logrando avances significativos en la implementación de medidas de protección y recuperación de la biodiversidad. Algunos en estados de emergencia, como la Unión Europea, que tiene unas condiciones ya de deterioro ambiental muy grandes y que desde el año 2000 tienen una iniciativa que se llama Natura 2000, con la cual está siendo capaz de recuperar bosques y especies amenazadas. Pero esto ya es como el último recurso al que puede acudir un país que ha transformado totalmente su territorio.
¿En qué estamos mal?
Estamos mal en deforestación, en contaminación, en todos los indicadores, en términos efectivos, no solamente retóricos, porque Colombia ha ampliado sus áreas protegidas, es muy importante reconocer que tenemos parques como Chiribiquete, como la cordillera submarina del Pacífico, pero no invertimos un peso en su conservación efectiva. Creo que, a menos que todos los actores sociales en Colombia asuman una responsabilidad clara y contundente en relación con la biodiversidad, no vamos a lograr ni salvarla ni aprovecharla para las necesidades del futuro.
¿En usos autosostenibles estamos en pañales, en buenas intenciones?
Yo creo que en buenas intenciones. Desde que yo era investigadora del Instituto Humboldt, en 1995, a cargo del programa de Uso de Biodiversidad, es muy poco lo que se ha avanzado. A pesar de tener un Conpes de bioeconomía del año 2018, a pesar de tener una misión de sabios que lo ha requerido, a pesar de las comisiones académicas y de muchos actores de que en la biodiversidad está la clave, hay muy pocos ejemplos de que estemos construyendo una bioeconomía robusta. Ese es uno de los retos que tenemos.
¿Cuáles son las acciones que se deben poner en marcha?
La estrategia nacional de biodiversidad los identifica bastante bien. El primer elemento es detener la deforestación que está siendo el cáncer más grave. Cada hectárea que perdemos de selva en cualquier parte del país, en el Pacífico, en el Magdalena Medio, en el Amazonas, es un tesoro irrecuperable cuando se va. Tenemos que detener la contaminación derivada de la extracción ilegal de oro en gran parte del territorio y la desecación y destrucción de humedales. Y tenemos que vincular todas las formas de producción que no necesariamente están basadas en la biodiversidad, con la recuperación de los servicios ecosistémicos de los cuales depende, y no necesariamente son conscientes. La regulación hídrica, la protección de los páramos y de los servicios que prestan las especies silvestres y que no son adecuadamente considerados por la economía.
¿De qué dependen todas estas acciones?
Brigitte Baptiste, rectora de la Universidad EAN, Ph. D Honoris Causa en Gestión Ambiental de la Unipaz. Cortesía Universidad EANUn primer elemento tiene que ver con la implementación de la política nacional de biodiversidad, de la cual fui colaboradora., En ella se reconoce que todos tenemos que aportar, pero todos tenemos que aportar de manera sinérgica. Esto es, colaborando unos con otros, no peleando unos con otros. Se necesita coordinación interministerial y se necesita coordinación entre el sector público y el empresariado. Y ahí hay un elemento de confianza y de cooperación fundamental. En Colombia no vamos a poder cumplir ninguno de los acuerdos internacionales si no trabajamos de manera concertada entre públicos y privados, con gran participación de las comunidades, por supuesto.
¿Y qué tan viables pueden ser con el accionar de los grupos armados?
Es un tema complejo porque realmente la presencia de estos actores armados corresponde a ambiciones de apropiación del territorio financiadas, bien sea con dineros del narcotráfico, o con otros recursos de inversión internacional, medio fantasmagóricos, que buscan el agua y la tierra del futuro. Colombia, ante esas realidades y esas amenazas, debe trabajar muy de cerca con las comunidades locales, fortaleciendo sus capacidades de gestión del territorio, descentralizando mucho la operación de sus intenciones, porque en un país tan diverso como el nuestro no se puede hacer una política ambiental idéntica en la costa Caribe o en el Amazonas. Y creo que hay un elemento central que a todos se nos olvida y es que para poder aprovechar la biodiversidad de una manera sostenible necesitamos invertir en ciencia y tecnología y eso no está pasando. La gente cree que hacer gestión de biodiversidad es recuperar los ecosistemas sembrando arbolitos o poniéndoles policías al bosque y resulta que la única manera de proteger la biodiversidad es utilizándola con sabiduría, como lo hacen de manera análoga los pueblos indígenas, pero con la tecnología contemporánea. Necesitamos urgentemente que el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación tenga un presupuesto superior, exponencialmente más alto, porque necesitamos innovar y la innovación que tiene que hacer Colombia no la va a hacer Europa, no la va a hacer Asia. La tenemos que hacer nosotros.
¿Cómo ve a Colombia en el escenario pos COP16, cómo la visualiza?
Esa pregunta reta mi fe. Estoy acostumbrada a que no pase nada. Eso con el tiempo juega muy en contra de la esperanza. Pero en este caso, creo que la atención que le estamos dando a la biodiversidad va a hacer que sea difícil que olvidemos nuestros compromisos y nuestras conversaciones. De hecho, hemos visto un incremento gigantesco en la preocupación por la biodiversidad por parte del sector privado, cosa que no se había presentado hace 10 años o 20 años, y de una manera muy estructurada, ya no solamente como parte secundaria de sus actividades.
Hemos visto a la academia paulatinamente retomar conversaciones estratégicas sobre la biodiversidad, necesitamos menos teoría y más práctica, algo que, por supuesto, yo trato de liderar aquí en la EAN. En el 2025 nos tenemos que levantar con un plan de biodiversidad bien estructurado y unos actores llenos de esperanzas y capacidades para sacarlo adelante.
¿Qué mensaje deberían tener claro los colombianos frente a la cumbre que empieza en Cali y su importancia?
Yo invitaría a todos los colombianos y colombianas a dedicarle un ratico a la COP de Biodiversidad, porque lo que se hable ahí, lo que se discuta, va a ser fundamental para la Colombia del futuro.
El rol privado en la biodiversidad
Es el sector privado, y especialmente el que tiene capacidad de intervenir en áreas rurales, el que puede incorporar en sus planes de negocios las inversiones en buenas prácticas asociadas con la biodiversidad. Lo están haciendo los sectores petrolero, minero y de infraestructura. Todos estamos hablando de implantar una economía regenerativa, es decir, donde la biodiversidad no solo se conserva, sino que se recupera. Esto complementa las posibilidades que tienen las ciudades de ordenamiento territorial amigable con la biodiversidad y con las comunidades rurales y la producción agrícola.
periodista externo ace