Los cerros orientales tienen cerca de 13.140 hectáreas, cubiertas en su gran mayoría por especies exóticas propensas al fuego. Esto hace que sea la zona más vulnerable a incendios forestales de la ciudad, situación que se está exacerbando con el aumento en la temperatura por cuenta del cambio climático. Por esta razón y como medida de mitigación del riesgo y resiliencia climática, el Distrito, a través de la Secretaría Distrital de Ambiente (SDA), se dio en la titánica tarea de poner en proceso de restauración 1.300 hectáreas de los cerros.
“Los cerros orientales son el punto más vulnerable de Bogotá frente a los efectos del cambio climático, prueba de ello es todo lo que hemos vivido este año. Por eso, con la restauración ecológica vamos a proteger a las poblaciones cercanas frente a deslizamientos y derrumbes, pero también vamos a beneficiar la calidad del aire en el suroccidente de la ciudad, donde migra todo el material particulado de los incendios forestales”, destacó Adriana Soto, secretaria de Ambiente de Bogotá.
La restauración ecológica es el proceso que busca devolverle a un ecosistema dañado, alterado o degradado, sus condiciones originales o, por lo menos, volverlo a un estado cercano a como era antes de haber sufrido el daño.
En ese sentido, durante esta administración la meta es lograr poner en proceso de restauración 1.300 hectáreas en predios públicos que pertenecen a la Empresa de Acueducto de Bogotá.
“Eso quiere decir que vamos a intervenir cerca del 10 por ciento de la reserva de cerros orientales (más de 8 veces las hectáreas que iniciaron restauración allí en el cuatrienio pasado). Estas nuevas 1.300 hectáreas incluyen las 42 que se afectaron con los incendios de inicio de año”, dijeron en la SDA.
Pero no es tarea fácil. De acuerdo con Alfred Ballesteros, director de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), la restauración de suelos puede tomar décadas. Según señaló en diferentes medios de comunicación, alrededor de un 90 por ciento o más de los cerros orientales están cubiertos con especies de plantas invasoras y exóticas, que además de facilitar la propagación de las llamas, requieren altas demandas de agua, acaparan y compiten con otras especies por nutrientes y luz, lo que reduce las posibilidades de supervivencia de las especies nativas.
“Ante la vulnerabilidad climática hay que actuar de fondo. Hay quebradas de fuentes de agua que están naciendo en cerros, y los caudales de esas fuentes de agua históricamente han estado disminuidos porque hay unos suelos que no retienen el agua a causa de una vegetación que no es la natural. Además, hay un potencial de afectación muy alto, no solo en los cerros, sino en toda la ciudadanía, por los incendios forestales, los cuales tienen implicaciones en la salud de la gente, pues generan gran cantidad de material particulado en el aire”, detalló la secretaria de Ambiente.
Múltiples esfuerzos para recuperar los cerros
Riqueza de Los Cerros Orien... by Tatiana Ortiz
Con la llegada de la colonización española y el establecimiento de Santafé de Bogotá en 1538, la necesidad de consumo de madera como fuente de energía para sus pobladores causó la deforestación paulatina de los bosques nativos de los Cerros Orientales.
“En el siglo XIX los Cerros Orientales de Bogotá alcanzaron su punto máximo de degradación, causado por las canteras de extracción de arcilla para los chircales, la deforestación y la degradación del suelo por falta de cobertura vegetal. A causa de su estado, los cerros en el siglo XX necesitaron recuperación ecológica con la plantación de especies de alta producción de madera (eucalipto, pino, acacia, ciprés), primer hito de la recuperación ambiental de esta área”, relató Bryam Espinosa, ingeniero forestal experto en restauración ecológica.
En 1976, los cerros orientales fueron declarados como reserva forestal, desde entonces han sido objeto de múltiples iniciativas de restauración ecológica para mejorar y recuperar el ecosistema, sin embargo, algunas de estas labores trajeron consigo la introducción de especies exóticas, provenientes de Australia y Norte América, entre otros lugares, como eucaliptos, acacias, pinos y hasta retamo espinoso, que se caracterizan por proliferar de manera rápida y satisfactoria.
Por esta razón, la restauración y recuperación de zonas degradadas ya es, en sí, una labor compleja que va más allá de la plantación de árboles y la sustitución de especies; requiere un entendimiento de la ecología del área afectada, es decir, comprender las dinámicas de funcionamiento del ecosistema en el que ya habita cualquier cantidad de fauna; además de hacer una selección de especies nativas y un monitoreo constante de las condiciones climáticas que comprometen la supervivencia de los individuos arbóreos.
“La restauración es como un rompecabezas. Uno tiene que unir todas las piezas de composición, estructura y función. Para la composición tengo que ir a retirar paulatinamente la vegetación del arbolado que hoy en día está ahí; en la estructura, tengo que identificar las diferentes especies que componían originalmente ese ecosistema; y la función es lograr que con ese nuevo ensamble se vuelvan a cumplir las funciones que originalmente cumplía”, explicó Soto.
El plan de acción
En 1976 los cerros orientales fueron declarados como reserva. Secretaría de AmbientePara poner en proceso de restauración 1.300 hectáreas en los cerros, la Secretaría de Ambiente trabajará de la mano de la Corporación Autónoma Regional (CAR), la Empresa de Acueducto de Bogotá y la Universidad Distrital, estas dos últimas entidades firmaron un convenio donde hicieron un ejercicio de evaluación de los predios de la EAAB donde se llevarán a cabo las labores de recuperación.
“El plan para restaurar las 1.300 hectáreas ya está definido, porque es a partir de un ejercicio técnico hecho por la CAR, la Universidad Distrital y la EAAB, que es propietaria de gran parte de los predios. Dentro del estudio hay alrededor de 4.600 hectáreas priorizadas que deben ser restauradas”, sostuvo la funcionaria.
A la fecha ya se han evaluado e identificado más de 900 hectáreas de las 1.300 que tiene como meta, lo que significa un 70 por ciento de avance. Dentro de dicha evaluación se tienen en cuenta el estado de conservación de los predios, las labores de restauración a implementar y las necesidades de los predios. Sin embargo, solo hasta tener la autorización y el aval de la CAR las labores podrán iniciar.
Restaurar también requerirá de recursos importantes, para lo cual invertirán 94.000 millones a través de la Secretaría de Ambiente en todo el cuatrienio. Aunque las alianzas con el sector privado y la cooperación internacional serán fundamentales para el logro de esta meta ambiciosa.
“A través de un convenio que se va a firmar entre la Alcaldía y la CAR, vamos a poder actuar de la mano de ellos. Pero también tenemos otro escenario de trabajo que surgió luego de los incendios forestales de enero. Por eso, la Secretaría les presentó un plan de restauración para 43 de las hectáreas que se quemaron en ese mes, y ya tenemos la autorización para empezar en el Cerro El Cable”, sostuvo Soto.
Potenciar el bienestar ecológico de Bogotá
Los cerros orientales son proveedores de agua, clima y recarga de acuíferos, ya que el 90 por ciento de la lluvia que cae en ellos se infiltra en el suelo y se acumula en las partes más bajas de la cuenca hidrográfica. Estos son apenas algunos de los diferentes atributos ecológicos que proporcionan una serie de beneficios para toda la capital.
“En los cerros hay cuatro guías técnicas de restauración: manejo de especies invasoras, incendios forestales, especies invasoras y áreas en proceso de degradación o canteras. Esto significa que con las labores de restauración ecológica se potencializan los estados ecológicos en cuanto a la provisión de servicios ecosistémicos, que se resumen en potencializar el bienestar ecológico de Bogotá”, explicó Espinosa.
Ahora bien, en materia de recursos hídricos, los cerros cuentan con una oferta de 123 quebradas y 1.300 drenajes, por lo que con estas labores restaurativas también se garantiza la protección del agua.
“La Secretaría de Ambiente tiene tres viveros. Uno de esos es el más grande, el cual tiene más de 120.000 individuos que están listos para empezar el ejercicio de restauración. Reintroducir especies nativas es reintroducir biodiversidad y reducir la dominación de especies inflamables que ponen en riesgo a uno de los ecosistemas más valiosos que tenemos”, reiteró la secretaria.
MÁS CONTENIDO*. Un proyecto de Contenidos Editoriales Especiales de EL TIEMPO con el auspicio de la Secretaría de Ambiente (SDA).